Cuenta Jerry Masucci, el abogado que había fundado el sello Fania Records en 1964, que estando de vacaciones en Acapulco, Jack Hooke, un empresario judío de establecimientos nocturnos; y Ralph Mercado, un empresario dominicano de salones latinos de baile, lo llamaron para ofrecerle un local del Greenwich Village en el que los músicos de su naciente sello podían presentarse oficialmente en sociedad.

Fania era un sello cada vez más exitoso y tenía en nómina a 14 bandas, en su mayoría estrellas emergentes del efervescente mundillo musical latino de la ciudad. Esas estrellas estaban encabezadas por Johnny Pacheco, co-fundador de Fania; y Ray Barretto, uno de los artistas más conocidos de Manhattan dentro y fuera del universo latino. Junto a ellos brillaba con notable lucidez el cantante afrofilipino Joe Bataan y el pianista de ascendencia judía Larry Harlow. También estaban Bobby Valentín, Ralph Robles, Louie Ramírez, Willie Colón, Justo Betancourt, Monguito Santamaría, George Guzmán, Raúl Marrero, Bobby Quesada y la banda The Latinaires. Fania acababa además de firmar a la cantante romántica chilena Ginette Acevedo, y le había dado carta libre al locutor Polito Vega para que grabase el álbum Canta Para las Reinas del Hogar. En suma, era una discográfica sin una línea específica de acción.

De lo que si estaba seguro Masucci es que lo latino estaba de moda. Era algo que se percibía en el ambiente, pues surgían salas de baile por toda la ciudad, aunque especialmente en el Spanish Harlem y alrededores. Por eso tanto Hooke como Mercado querían abrir ese espectro y meter en el escenario del club del Greenwich Village a cuanta estrella latina rondara por Manhattan y, claro, convocar a todos sus seguidores en una especie de macro-concierto en el downtown de la isla. 

The Alegre All Stars según dibujo de Abel Navarro.

Tal idea estaba en sintonía con el viejo sueño de Johnny Pacheco. El músico dominicano había sido la estrella del sello Alegre Records, pero cuando su dueño, Al Santiago, formó la Alegre All Stars en torno a cuatro orquestas del sello, la dirección de la banda se la entregó al pianista Charlie Palmieri. Y aunque Palmieri era considerado como un pianista excelso y un músico muy influyente, la designación no le sentó bien a Pacheco, quien pensaba que se podía hacer una dirección compartida. Pacheco alcanzó a figurar como co-líder del primer volumen grabado, pero al segundo renunció y acabó coincidiendo casualmente con Masucci para fundar en el 64 el sello Fania. 

Así que Masucci aceptó la propuesta de Hooke y Mercado y Fania enfiló todas sus baterías para presentar a sus estrellas en un concierto en ese night-club llamado Red Garter. 

Pacheco fue, entonces, seleccionando la formación ideal siguiendo los mismos lineamientos de la Alegre All Stars. Primero, los directores de banda: Larry Harlow y Monguito Santamaría, piano; Bobby Valentín, bajo; Ray Barretto, congas; Louie Ramírez, vibráfono; Bobby Quesada y Ralph Robles, trompetas; Willie Colón, trombón; Joe Bataan y Monguito Quian, voces. El mismo Pacheco asumió la dirección general y la interpretación de la flauta. Luego, para completar la formación, una especie de segunda línea de estrellas de las orquestas: Bobby Rodríguez, bajo; Orestes Vilató, timbales; Ralph Marzán, bongoes; Ray Maldonado y Roy Román, trompetas; José Rodrigues y Barry Rogers, trombón; Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Pete El Conde Rodríguez y Adalberto Santiago, voces.

Pero entonces volvió a intervenir Jack Hooke y le sugirió a Masucci que incluyera algunas de las estrellas de Tico Records, en ese momento la compañía latina más grande de Nueva York, propiedad de Morris Levy, a quien el abogado conocía muy bien.

Levy era un auténtico pulpo de la industria de la noche, la discografía y el entretenimiento. Sus tentáculos en la música se extendían a un consorcio que controlaba varias discográficas de jazz, mambo y rock & roll como Tico, Alegre, Roulette, Rama, Gee o Roost; y sus vínculos con una de las Cinco Familias del crimen organizado de Nueva York (la de Vito Genovese), le permitían crear empresas para lavado de activos en establecimientos nocturnos. 

Hooke dirigía la firma Cama-Deva Management y desde allí regentaba diferentes establecimientos cuyas licencias fue adquiriendo. El más llamativo de ellos estaba ubicado en el número 15 oeste de la calle cuarta, esquina con Mercer Street, en pleno centro de la reconversión urbanística de Greenwich Village. El club en apariencia pequeño, podía albergar 500 personas sentadas y hasta 1.000 si se limpiaba la zona de comidas. Ese era el Red Garter.

Su nombre provenía de una franquicia de una famosa cadena de bares-restaurantes de cocina cajun y ambiente dixieland con sedes en San Francisco, Chicago, Philadelphia, Detroit y New Orleans. Toda la decoración era en rojo, mesas de madera, sillas Thonet, lámparas de techo Tiffany, y para recrear el espíritu de los alegres años 20, un camión de bomberos modelo Ford-T convertido en escenario. Hooke le agregó unas fotografías de época sobre una pared recubierta en madera y una enorme figura de King Kong, aunque la película fuese de 1933. 

Pero el negocio no se centraba en el dixieland, sino en el jazz. Cada semana ofrecía shows de pequeñas bandas que estaban coordinadas por Elvin Jones, quien para esas alturas era muy famoso pues venía de ser el baterista de John Coltrane, ni más ni menos. Entre la gente que actuaba estaban Reggie Workman, Thad Jones, Lee Konitz, McCoy Tyner, Freddie Hubbard o Ron Carter. Y al amparo de Jones, el Red Garter le dio la alternativa a varios músicos jóvenes, quienes tocaban los domingos en la tarde. Entre ellos el saxofonista Dave Liebman y el trompetista Randy Brecker que, enamorado de la salsa, grabaría años más tarde con Markolino Dimond & Frankie Dante y la mismísima Fania All Stars

Eso si, todas esas actuaciones eran gestionadas por Jazz Interactions Inc., una organización creada en 1961 por Ernest Searle y dedicada a fomentar el jazz como vehículo de cultura y que recibía ayudas de la Alcaldía de Nueva York. Así, el mismo año del debut de la Fania, surgió una all stars de jazzistas del Red Garter, la Jazz Interactions Orchestra, bajo la dirección de Joe Newman y Oliver Nelson.

Pero a finales de 1967 Hooke se convirtió en promotor de la firma Dick Clark Productions y comenzó a manejar las agendas de Tom Jones y Diana Ross. El rhythm & blues despuntaba al igual que el boogaloo. De modo que Hooke se asoció con Ralph Mercado para que moviera un poco el Red Garter hacia una audiencia latina. Y ahí fue cuando surgieron las sugerencias a Masucci en riguroso orden: presenta tu all stars en el Red Garter, dile a Morris que te ceda algunas estrellas suyas para el show, incluye alguna cantante de rhythm & blues, deja que el maestro de ceremonias sea Symphony Sid.

Y así, las cuatro estrellas invitadas de Tico y Alegre Records fueron Tito Puente, Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Jimmy Sabater.

El primer fin de semana de octubre de 1968 llegaron al Red Garter más de 800 personas, entre las cuales estaban varios de los músicos de las bandas de Fania y Tico, y a todos se les invitó a actuar como en una jam session y colaborar en los coros, caso de Marcelino Morales, Tito Ramos, José Mangual Jr., Larry Spencer o los hermanos Rivera. 

Pero entre estos destacaba Dolores Brooks aka La La, famosa por haber sido integrante del grupo vocal femenino The Crystals. La La se había convertido al Islam con el nombre de Sakinah Muhammad, aunque conservaba su nombre artístico para aceptar contratos como este. De hecho, ella más que una invitada, fue por contrato. La La llegó al Red Garter por obra y gracia de Mercado, quien la vio cantando Aquarius durante el montaje de la ópera rock Hair, que pretendía llegar a Broadway y estaba haciendo el circuito off, obligatorio para cualquier obra. En diciembre de 1967 Hair se había presentado en un club de la calle 52 conocido como Cheetah y cuya programación llevaba Mercado. 

La convocatoria fue un éxito y el repertorio fue acertado. Pacheco compuso cinco piezas al estilo Alegre: introducción, montuno y descarga con alternancia de improvisaciones. Ray Barretto aportó un tema suyo (Son, Cuero y Boogaloo), Larry Harlow también (Noche), se usó un boogaloo de Charlie Palmieri (Kikapoo Joy Juice) y Ricardo Ray remató el repertorio con otro boogaloo que terminó siendo una variante de sus grabaciones recientes (Richie’s Bag). Pero todo de la misma manera, de modo que a pesar de que el show fue presentado por Symphony Sid como un concierto de la Fania All Stars, y Johnny Pacheco enumeró a los integrantes que arrancaron, al final acabaron tocando otros. El número Exit Theme culmina con un duelo de Pacheco en la flauta con Maldonado y Román en las trompetas.

Eso si, también hubo algunos temas preparados, tres para ser exactos. El primero fue Country Girl-City Man, una canción romántica de acento soul escrita por el músico y compositor pop Billy Vera y la cantante gospel Judy Clay. El tema estaba entre los 50 primeros de las listas de rhythm & blues y era muy popular por su emotiva letra. La segunda canción era exactamente igual en su estructura: If This World Were Mine, popularizada un año antes por uno de los dúos estrella de la Motown: Marvin Gaye y Tammi Terrell. La tercera canción era una combinación de estándares soul y abordada como una jam para improvisación colectiva, titulada Red Garter Strut

Con esta y con las anteriores, quedaba demostrado que la intención de Masucci era darle una nueva línea de acción a Fania Records: soul y rhythm & blues. Por eso quería que Joe Bataan y La La cantaran juntos; pero la idea no funcionó, lo que en parte fue debido a la escasa acogida del álbum doble resultado del concierto y cuya grabación estuvo a cargo de Richard Alderson.

Durante 1968 Fania lanzó una veintena de álbumes y el menos exitoso fue precisamente el volumen 1 de Fania All Stars Live at the Red Garter, puesto en el mercado como una prioridad tres semanas después del show. Un poquito más vendedor, aunque no mucho, resultó el volumen 2, pero ello se debió a que salió a la venta justo antes de la navidad y con el tema coral Noche anunciado como canción navideña en la WEVD. Eso si, como la salsa aún no existía como nombre genérico, el álbum y todos los de Fania Records se presentaban en sus comunicados de prensa como discos de latin soul.

También es verdad que los mecanismos de promoción apenas despegaban en Fania y había cambios al interior de la empresa. Live at The Red Garter Vol. 1 tuvo la referencia 355 y marcó el final de la etiqueta dorada interior del sello. Live at The Red Garter Vol. 2 fue el 364 y tuvo una gama de colores difuminados.

Durante la ceremonia de 50 años de la Fania All Stars en San Juan, el Senado de Puerto Rico reconoció la labor de Radio Gladys Palmera en la difusión musical.

La noche del Red Garter permitió a los músicos de Fania darse a conocer entre el público neoyorquino como representantes de un naciente sello. Hasta ese momento sus realizaciones empresariales apenas tenían eco en la radio y entre los clubs de la comunidad latina en el Bronx y en Brooklyn. Manhattan era otra cosa y especialmente Broadway y el downtown. Por esa y por otra razones, el recuerdo que tienen de aquella noche está marcado por la nostalgia de un buen momento. 

“Recuerdo el Red Garter en Greenwich Village. Fue un gran club nocturno y cervecería con los antiguos cantos de Red Hot Mom con mucha cerveza, palomitas y cacahuetes”, rememora un estudiante de derecho de la Universidad de Nueva York, vecina del local.

“Era un club común y corriente, pero era muy popular, recuerda Roy Román. Y el escenario era un fair-truck y en el medio estaba la tarima”.

“Era un lugar precioso y popular, confirma Orestes Vilató. Con Barretto habíamos tocado muy a menudo en el Red Garter y las dos cosas que más recuerdo son que el escenario era un camión de bomberos (estábamos trepados en el camión), y que a un lado tenían un gorila gigantesco”. 

La Fania All Stars fue la cabeza de familia de una marca que cambió la forma de entender la música latina en el mundo. Más allá del desarrollo de la compañía como productora incesante de discos, su papel en la historia es fundamental y su All Stars es un símbolo moderno. 

Quizás lo sucedido tres años más tarde en la discoteca Cheetah, en el Midtown de Manhattan, es más recordado que lo del Red Garter. Eso se debió al filme Nuestra Cosa Latina, santo y seña del documentalismo musical contemporáneo con la firma de Leon Gast. Y Gast hizo la foto del concierto del Red Garter que se publicó en el volumen 1. Fue algo premonitorio. 

En cuanto al Red Garter, este seguiría presentando shows en vivo en los siguientes años, y algunos de ellos llegaron a ser grabados como el concierto de Sun Ra en julio de 1970. Pero con el alejamiento definitivo de Jack Hooke (que acabaría trabajando para Ralph Mercado), el club desapareció de la escena neoyorquina, siendo vendido a Allan Pepper y Stanley Snadowsky, quienes montaron allí un club aún más famoso, el Bottom Line. 

El jueves 15 de Noviembre de 2018 el Senado de Puerto Rico y su presidente, honorable Thomas Rivera Schatz, honró la labor de los músicos, artistas y medios que contribuyeron a la difusión de la Fania en estos 50 años de historia. El único medio radial reconocido en ceremonia oficiada en el Capitolio de San Juan, fue Radio Gladys Palmera (y su programa especializado La Hora Faniática) en cabeza de Alejandra Fierro Eleta, su fundadora.

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