Yo pertenezco, luego existo
Un perfil de la diva africana Angelique Kidjo, omnipresente en la música moderna con su permanente defensa de las tradiciones negras.
Cuando voces del Atlántico africano llegan a nuestros oídos, suelen sorprendernos y quedamos conmovidos de un modo casi inexplicable. Así impactó en mí Angelique Kidjo. La escuché por primera vez en Roma en el 2010, volví a casa, y sin descanso busqué material discográfico, videoclips y reseñas, descubriendo a esta cantante, actriz y bailarina que ya en sus primeros álbumes en los años 80, nos interpela desde el corazón de Benin. Gracias a ella reviven mitos ancestrales del antiguo pueblo “Fon” y su mensaje milenario, ensamblando las lenguas del antiguo reino de Dahomey en producciones de alta performance. Angelique une continentes con su voz, cantando tanto en español, francés e inglés, yoruba, mina y zulú africanos y la lengua hindi/ urdu de la India. La socialidad de la música africana y el amor por la naturaleza se ensamblan en sus temas, dándonos en un mensaje humanitario a través durante una carrera de casi 40 años.
Mama África
Hagamos un poco de “remember”. En la década de los 60, juventudes del mundo emergieron con un mismo reclamo de libertad, amor y paz, desplegando una fuerza antes desconocida. Este acontecimiento social también fue sonoro, y logró expandirse velozmente gracias a los acelerados avances tecnológicos de las comunicaciones, donde no quedó fuera la Industria discográfica global. Las lejanas geografías dejaron de ser obstáculos y nuevos temas se difundieron masivamente en discos, radios, transmisiones de TV y famosos documentales de cine. Repetíamos temas de los cuales sólo comprendíamos el ritmo y la melodía, pero nuestros cuerpos sabían de qué se trataba, aún sin conocer el idioma.
Las performances colectivas estaban dando lugar a un nuevo significado de las músicas populares, y en medio a ese despertar, llegaban voces como la de Miriam Makeba de Sudáfrica, que conmovía al mundo con su tema Pata Pata (toca toca), inspirado en los cantos del colectivo afro de las “chabolas” (viviendas de materiales de desecho) de Johannesburgo. Ella fue una de las presencias mediáticas fundamentales en el reclamo contra el racismo y el Apartheid implantado en su tierra, por lo que debió exiliarse fuera de su país. Así los timbres, arreglos y formas antifonales del canto africano, fusionados con otros géneros y difundidos por la Industria, se convirtieron en un nuevo viaje por el Atlántico negro, que daba la entrada a un mundo donde estábamos todos incluidos.
Esa misma bandera, revive décadas después en el canto de la africana Angelique Kidjo, que emerge desde herencias legendarias y luchas contra el olvido anunciando la esperanza de tiempos por venir. Esta artista africana, graba para UNICEF aquel tema de Makeba que nos hizo bailar y estar felices, alejados de la guerra y las divisiones, todos hijos de Mama África.
Yo pertenezco, luego existo
“Yo pertenezco, luego existo”es un principio africano que recoge el estudioso congolés Kazadi wa Mukuna para explicar cómo se construye la música de África a través de ciclos temáticos que se repiten y reciclan en un proceso creativo, como parte de una totalidad de canto, baile y teatralización. Así nos asombran los primeros álbumes de Angelique Kidjo, orientados a la reinterpretación de mitos y escenas ancestrales. Un tejido sonoro, sostenido por un repertorio que, en su mayoría, ella ha compuesto junto su pareja Jean Hébraïl. Nos ofrece un material que conecta viajes atlánticos, idas y vueltas, reivindicando culturas que ahora llegan a varios continentes.
Como suele suceder con las grandes cantantes, los géneros musicales pierden sus certezas y frontera. Es el caso de esta atronadora mujer de timbre único, relacionada con tantos estilos. La música que compone e interpreta tiene influencias del global- jazz o el funk, reagee contemporáneo, afro-beat y afro-pop, como también de repertorios tradicionales africanos, por lo que ha merecido nominaciones y premios como el Grammy.
En su primer álbum en vivo, titulado Spirit Rising will be Monday’s (2012), logra una fusión de la tradición que acompañó su infancia beninesa con el soul, casi en una propuesta góspel. Graba estos temas acompañada por Branford Marsalis, Josh Groban, Ezra Koenig, Diane Reeves, bailarines del espectáculo de Broadway FELA, el Cuarteto de Cuerdas Borromeo, el Coro Kuumba y una sección de trompas cortesía de Berklee College of Music. Disfrutemos a esta consagrada Angelique, interpretando el tema Afrika, del álbum nombrado, en la presentación de los premios Grammy en el 2020. Alta performance.
Su interpretación de Summertime es osada y conmovedora. Esta “lullabay” de la ópera Porgy & Bess de George Gershwin, relata la vida de los negros esclavos en las plantaciones del sur de Estados Unidos. Angelique la canta recuperando formas antifonales de la lengua fon, con una rítmica de 6/8 característica de la tradición africana. Cuando la escucho, siento que ella remonta el océano y devuelve esa madre negra a su Benin natal, para que pueda acunar al niño sin miedo al enojo del amo.
El apasionado recorrido de su voz, también se inscribe entre la lista de artistas afroamericanos y sus luchas por los derechos civiles. Así lo demuestra en A Change is Gonna Come, mítico tema de Same Cooke junto a la Orquesta Filarmónica de París.
Los cruces del Atlántico negro
El sociólogo inglés afrodescendiente Paul Gilroy, propuso pensar el “Atlántico negro” como contracultura, como irradicación resiliente de los pueblos africanos, que vivieron la paradoja del viaje esclavo, logrando inundar y enriquecer las músicas populares de otros continentes hasta nuestros días. Prueba de ello es la recepción extraordinaria que tiene Angelique Kidjo como protagonista de las culturas del occidente africano. En el álbum OYAYA (2004), sus canciones llaman al mundo desde África.
Según el crítico Cris Nichson, “la canción Congoleo investiga los muchos cruces del Atlántico en la rumba congoleña, e incluso agrega balafón de África Occidental en buena medida, dando una mezcla intrigante de música de África Occidental y Central. Las conexiones entre África y el blues y África y Cuba (con el tres y la guitarra africana soleándose entre sí con gran efecto)”.
En su álbum Black Ivory Soul (2000), Alma de marfil negro, suelta amarras de su navío de aguas oceánicas, uniendo los puertos de Benin y el noroeste del Brasil. Como se lee en la contratapa de este disco: “Kidjo ha cruzado los límites musicales al mezclar ritmos tribales y pop de su herencia nativa de África Occidental, con una variedad de estilos, incluyendo funk, salsa y jazz, parientes del África y Brasil, específicamente entre su patria y la provincia de Bahía”.
La acompañan Carlinhos Brown y Vinicius Cantuaria de Brasil, el violinista inglés Dave Matthews. Con aroma de Benin, sus arreglos vocales acunan los ritmos compartidos entre las dos orillas continentales. Hermosas ornamentaciones instrumentales de berimbau anteceden el tema Rafavela del icónico compositor bahiano Gilberto Gil. Un viaje de encuentros, de diálogos y contrapuntos felices, como siempre debió ser.
Su voz en el tema Bahia, extrema en colores y timbres, traduce la “saudade”, la profunda nostalgia, la sensación del mecimiento con que la madre- lengua yoruba suele envolver a sus hijos por el mundo: Bahia, Bahia, Bahia ilé ayé (hogar y vida) oré ifé ayé yilé.
Kidjo siguió rutas nuevas de la mano de sus ancestros, yendo y viniendo. En el tema Djin Djin (2007) que da nombre al álbum, vuelve su mirada al Africa natal. La acompañan Alicia Keys y Branford Marsalis .
Impacta el tema Pearls junto al cantante Josh Groban y la guitarra de Carlos Santana, alertando al mundo sobre la vida en África actual: Hay una mujer en Somalia. Raspado de perlas en el borde de la carretera. Hay una fuerza más fuerte que la naturaleza. Mantiene viva su voluntad. Así es como se está muriendo. Se muere por sobrevivir. No sé de qué está hecha. Me gustaría ser tan valiente…
Su música se acerca a playas atlánticas del Caribe, entre las tibias aguas afrocubanas. Graba el álbum Celia (2019) como un osado homenaje a Celia Cruz, la diva que abrió camino a las mujeres cantantes caribeñas desde los años 50, irrumpiendo en las discográficas de Nueva York. Celia y Angelique transitaron el exilio, ambas artistas de potentes voces, ambas dueñas de los mares.
Kidjo toma los temas históricos de la Cruz incorporando toques, instrumentación y timbres africanos en un arco cosmopolita de músicos. Para citar algunos: el nigeriano Tony Allen en batería, la cantante y bajista estadounidense Meshell Ndegocello, el saxofonista británico Shabaka Hutchings, el guitarrista Dominic James, la Gangbé Brass Band de Benin y el guitarrista de Togo Amen Viana, entre otros. Este material fue grabado en Nueva York y París.
El tema Quimbara (1974) del malogrado compositor boricua Junior Cepeda, formó parte de un álbum memorable, grabado por Celia Cruz y Johnny Pacheco. En 2019 es reversionado por Kidjo junto a la Band de Benin, dentro de un marco rítmico de 6/8 que caracteriza la espiritualidad de ambas márgenes atlánticas.
Según consta en el libro Celia de Cuba de la investigadora cubana Rosa Marquetti, el famoso tema Eleguá quiere Tambó (1951) de Luis Griñán es grabado por primera por Celia Cruz y La Sonora Matancera. Es reversionado por Kidjo siete décadas después con el nombre Eleguá envuelto en un clima antifonal y religioso recurriendo a toques e instrumentos africanos, para que la deidad que abre y cierra los caminos se haga presente en medio a los tambores y el canto: África me dio la gran facultad para cantarle a mis Orishas y a mis tambores batá.
El sueño de todos
Kidjo abraza todos los mundos en su música. Signada en la compañía de teatro que dirigía su madre Benin, tejió un sueño que comenzó en medio a la realidad del exilio en Francia. Muchas veces en solitario, no cesó en su búsqueda, y, quizás protegida por los orishas que la acompañan en sus travesías, desde su primer álbum internacional Parakaou (1989), ya en Estados Unidos, comienza su aventura junto a Jean Hebrail y el jazzista holandés Jasper van’t Hof. En ella se muestran dos caras de una misma moneda: la cantante estelar que conquistó a distintos públicos y es éxito de ventas, y a la vez, portadora del mensaje milenario de las músicas ancestrales y colectivas de los pueblos africanos.
Trasciende las fronteras geográficas, las raciales, las estilístico-musicales, las lingüísticas, y con tantos años de trabajo, también las etáreas. Unió en sus álbumes a músicos del jazz, del funk, del soul, de la tradición africana, a reconocidos músicos brasileros, caribeños, estadounidenses, nigerianos, sudafricanos, benineses, congoleses. Reversionó temas de famosos como Jimmy Hendrix, Rolling Stones, Maurice Ravel, Gilberto Gil, Luis Griñán, George Gershwin, Sam Cooke, Carlos Santana entre otros. Fue acompañada por novedosas propuestas para re-versionar los temas tradicionales de toda África, proponiendo performances, en medio a fusiones que construyó junto a sus amigos músicos de todas partes, algunos de ellos nombrados en esta reseña. Sólo he tomado algunos álbumes de Kidjo en el intento de abrir el abanico de posibilidades que su música ofrece.
Como una vez James Brown despertó al mundo entero con el soul, Angelique es una explosión de significado que nos interpela. Mientras dure uno de sus temas, nos volveremos más humanos, más hermanados, entre atmósferas sonoras, a veces como profundos rezos, otras como llamadas a movernos, saltar, divertirnos y no estar solos. Su nuevo mensaje, no es más que el sueño de aquella niña que fue, y que ofrece como el sueño de todos nosotros.