Havana Cultura es una iniciativa desarrollada por Havana Club International. Ofrece una plataforma a artistas cubanos de diferentes disciplinas, especialmente la musical. Toda la información de este proyecto pueden verlo en su página. En el 2009, nació el proyecto de colaboración entre Gilles Peterson, DJ y productor británico y Havana Cultura. New Cuba Sound fue el primer álbum que salió de esta colaboración, lanzado en 2010. Peterson se asoció entonces con el pianista de jazz Roberto Fonseca y seleccionaron una lista de nombres, jóvenes talentos en los ámbitos del jazz afrocubano, el hip-hop, el funk, el reggaeton y el soul. El proyecto más reciente se titula Súbelo Cuba. Esta vez, Gilles Peterson se llevó a La Habana a Will LV, productor electrónico de Londres. Ambos conectaron con Jigüe, productor y DJ cubano, quien además dirige el sello Guámpara.
Eduardo Coma, violinista de Camagüey, vive en La Coruña desde hace alrededor de veinte años. Allí colaborado con diferentes agrupaciones, entre estas el conocido grupo Luar na Lubre. Su álbum más reciente es Violingrafia, placa donde incorpora piezas propias y otras con aroma clásico del repertorio de Cuba. Le acompañaron Pepe Rivero en el piano, Dany Noel en el contrabajo, Christian Delgado en la batería y como percusionistas Noelio Rey y Tony González. Por otra parte, Raymond Arteaga se ocupa de la viola en tres piezas y Gabriel Tanasescu aporta su cello a dos cortes del disco.
Luis Franco es un joven valor de la canción y de la composición de Cuba. Tiene solo 26 años y ya ha editado su primer trabajo, de título Que no me faltes, álbum que presentó en La Habana los últimos meses del año pasado. El nombre de pila de este cantautor es Luis Alberto Guevara García. Tomó el nombre artístico de Franco en honor a un amigo que le apoyó en sus comienzos.
Después del triunfo revolucionario, los amigos siguieron llamándola Zoila. Este era el nombre de pila de la compositora Tania Castellanos, activa militante del Partido Socialista Popular, es decir, el Partido Comunista Cubano, quien adoptó este sobrenombre para esquivar a la policía y a la justicia. Tanto ella como algunos compañeros, especialmente Lázaro Peña, su pareja de por vida, formaron parte del movimiento del feeling donde presentaban sus canciones.
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