Y es que la artista chilena firma un tratado conceptual inspirado en las distopías y la posibilidad de un futuro con menos barreras entre máquinas y seres vivos. Hay mucho de apocalipsis integrado, de imaginería cyborg, de referencias al “manifiesto cyborg” de la teórica estadounidense Donna Haraway; pero, sobre todo, es un álbum repleto de canciones necesarias que, desde un marco conceptual que juega con los límites de la realidad futuro y la ciencia-ficción, reflexiona desde un punto humanista haciendo especial hincapié en las relaciones.
Concretamente, Camila Moreno, que confesó en entrevistas recientes que se identifica como pansexual, asegura que el grueso del repertorio de “Rey” habla de la liberación sexual que ha vivido estos últimos años, rompiendo con binarismos y encontrándose desde otro lugar con el goce y el placer.
Así queda patente en un cancionero en el que rompe también con los propios estándares de su registro, encontrándose en un espacio casi de cantautora futurista, más cerca de las producciones post-electrónicas de artistas como FKA Twigs o Grimes que con el sonido relativamente orgánico que manejaba la artista chilena en sus trabajos anteriores. Ella se convierte en la propia musa de un trabajo en la que se erige como la absoluta monarca de un nuevo cantautorismo empoderado y rupturista, tan futurista como sangrantemente contemporáneo.
Alan Queipo.
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