Aquí aparecen temas de la mejor época del grupo Santana, la que va de 1969 a 1972, es decir, la del nacimiento del subgénero que algunos llamaron rock latino aunque era más africano que caribeño. Se trataba de una fórmula que descansaba en el dominio de la percusión —al mando de tres músicos explosivos: José Chepito Areas (timbales), Michael Carabello (congas) y Michael Shrieve (batería)—, sobre la que viajaba en recorridos circulares, repetitivos y astrales la guitarra de Carlos Santana. La música era soluble para ser disfrutada con variadas drogas; y los hippies, que nada sabían de la africanía caribeña, se lo pasaban muy bien en el papel de exploradores...
El líder indiscutible componía poco y no tenía voz cómo para cantar, pero sabía mostrarse desnudo en espíritu y llegar al alma de los oyentes. De este tiempo de gloria es el álbum más brillantes del grupo, Caravanserai (1971), del que se puede escuchar aquí "Eternal Caravan of Reincarnation", colocada como entrada del recorrido, y "Look Up (To See What's Coming Down)". Hay una pequeña vuelta atrás con la versión rústica en maqueta de Shades Of Time (1968), nunca editada en forma oficial, y dos de las canciones del repertorio del grupo en Woodstock, donde dejaron boquiabierto al público y en ridículo a los grandes ídolos anglosajones del hippismo, que sonaron muy por debajo en intensidad y sudaron bastante menos que Santana: "You Just Don't Care" y, cerrando la playlist, la inolvidable y tóxica "Soul Sacrifice".
Las colaboraciones con otros artistas aparecen en Marbles, con la banda de Buddy Miles; "It's About that Time", con Miles Davis; el homenaje a Sonny Boy Williamson, que Santana interpretó como debut discográfico en 1968 con el guitarrista a quien más admiraba, el elegante y desgraciado Mike Bloomfield; el remake de "Whole Lotta Love" con el prematuramente muerto Chris Cornell a la voz cazurra empujando a Santana al heavy, y "The Calling", con Eric Clapton, el tema que cierra Supernatural, el disco de 1999 concebido como un superventas in vitro por el sagaz productor multimillonario Clive Davis, que diseñó el álbum con mañas milimétricas y llevó a la caravana eterna de Santana a la que, desde entonces, es su segunda residencia: la gala de los Grammy Latinos.
Cada vez que entran, salen con varios de los devaluados premios en las alforjas.
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