Un programa de José Fajardo
“Este álbum nace para cuestionar la idea del mestizaje como un encuentro feliz de personas, culturas y sonidos, porque ese supuesto baile colorido es lo que se está usando para hacer negocio con el folclor desde las grandes disqueras y se está desconociendo una historia de dolor y pérdidas. Como artistas de región, lo que nos queda es mostrar con honestidad las transferencias espirituales que han marcado nuestras músicas”.
Era necesario empezar con las declaraciones de Ana Veydó, la cantora que capitanea desde hace más de dos décadas a Cimarrón, uno de los grupos más importantes del llano colombiano y de la región de la Orinoquía: un proyecto que siempre ha mantenido en su identidad musical el folclor llanero que han mamado desde que tienen uso de razón, pero que también han servido como altavoz para revolucionar las bases del folclore.
Sin embargo, es evidente que el boom de la reivindicación del folclore lleva, en algunos casos, a analizar conceptos como el de “apropiación cultural” o, como mínimo, sospechar de algunos movimientos que vienen apoyados por una industria que utiliza algunos géneros casi como masilla descartable: cuando deja de pegar, ya no les interesa.
No es el caso de Cimarrón que, tres años después del celebradísimo “Orinoco” que los llevó a estar nominados tanto en los Grammy Latinos como en los Grammy anglo, regresan con un álbum que es un absoluto manifiesto de las bases de las músicas tradicionales de su zona, así también como esa transmisión cultural que existe entre las músicas afrodescendientes, los cantes de ida y vuelta entre España y América Latina y la raíz indígena.
“La Recia”, cuyo nombre tiene que ver con esa imposición social que se le atribuye a las mujeres llaneras para demostrar su fortaleza, dialoga directamente con esta caza de discurso propio que Veydó y sus compañeros imponen en este nuevo cancionero. Con temas que recuperan romances antiguos pasados por el filtro de la música amazónica (“Velorio”), géneros llaneros como el numerao (“Agüita Fresca”) o el cunavichero (“Recia como el Orinoco”) o clásicos universales (“El Gavilán”); también se permiten licencias instrumentales que los acerca incluso al jazz-swing de Django Reinhardt (“Cimarroneando” o la “Parranda Quitapesares con Zapateo”) o a poner por delante el sonido folclórico del arpa (“Cuco en el Arpa”). Indispensable para escuchar con honestidad la música que representa el llano colombiano.
Alan Queipo.
Era necesario empezar con las declaraciones de Ana Veydó, la cantora que capitanea desde hace más de dos décadas a Cimarrón, uno de los grupos más importantes del llano colombiano y de la región de la Orinoquía: un proyecto que siempre ha mantenido en su identidad musical el folclor llanero que han mamado desde que tienen uso de razón, pero que también han servido como altavoz para revolucionar las bases del folclore.
Sin embargo, es evidente que el boom de la reivindicación del folclore lleva, en algunos casos, a analizar conceptos como el de “apropiación cultural” o, como mínimo, sospechar de algunos movimientos que vienen apoyados por una industria que utiliza algunos géneros casi como masilla descartable: cuando deja de pegar, ya no les interesa.
No es el caso de Cimarrón que, tres años después del celebradísimo “Orinoco” que los llevó a estar nominados tanto en los Grammy Latinos como en los Grammy anglo, regresan con un álbum que es un absoluto manifiesto de las bases de las músicas tradicionales de su zona, así también como esa transmisión cultural que existe entre las músicas afrodescendientes, los cantes de ida y vuelta entre España y América Latina y la raíz indígena.
“La Recia”, cuyo nombre tiene que ver con esa imposición social que se le atribuye a las mujeres llaneras para demostrar su fortaleza, dialoga directamente con esta caza de discurso propio que Veydó y sus compañeros imponen en este nuevo cancionero. Con temas que recuperan romances antiguos pasados por el filtro de la música amazónica (“Velorio”), géneros llaneros como el numerao (“Agüita Fresca”) o el cunavichero (“Recia como el Orinoco”) o clásicos universales (“El Gavilán”); también se permiten licencias instrumentales que los acerca incluso al jazz-swing de Django Reinhardt (“Cimarroneando” o la “Parranda Quitapesares con Zapateo”) o a poner por delante el sonido folclórico del arpa (“Cuco en el Arpa”). Indispensable para escuchar con honestidad la música que representa el llano colombiano.
Alan Queipo.
Playlist
1. Cimarrón – Velorio
2. Cimarrón – Recia como el Orinoco
3. Cimarrón – El Gavilán
4. Cimarrón - Pajarillo de la Noche
5. Cimarrón - Cimarroneando
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