En una época en la que la radio y televisión venezolanas estuvieron monopolizadas por las radio y telenovelas, el declamador criollo Balbino Blanco Sánchez eligió recorrer los círculos intelectuales y artísticos de toda Venezuela, pero también grabar discos, para dar voces a los poetas populares y de origen y temática afro no solo de su país, sino de toda la esfera de América latina.

Este magnífico recitador, poeta, periodista y defensor del folklor, nace en Turmero, en el estado del norte de Venezuela, Aragua, el 25 de noviembre de 1925. Su padre, Trinidad “Trino” Blanco, era dueño de un cafetal. En una entrevista en El Heraldo publicada el 27 de mayo de 1945, cuando aún es estudiante y cronista deportivo del mismo periódico, cuenta que de niño su padre lo quitó de la escuela para enviarle a ocuparse de unos burros en la montaña, y que debió su reintegración en el sistema educativo a un director que obligó a su padre a rescindir su decisión. También pregonaba versos en las calles de su ciudad natal para vender dulces que elaboraba su madre y comidas que cocinaba una vecina. Cuando entró en el Liceo Fermín Toro de Caracas descubrió su vocación artística recitando por primera vez en una velada literaria, sin jamás haber oído a ningún recitador venezolano, ni extranjero. En la entrevista, cita como poetas favoritos a, “entre los muertos”, Lazo Martí, y “entre los vivos”, Héctor Guillermo Villalobos, entonces profesor de literatura en el Liceo Fermín Toro. El autor del artículo concluye con esas elogiosas palabras: “Juega con las palabras más difíciles. Hace a su antojo alarde de pronunciación. Esto puede apreciarse mejor cuando recita poemas negros de complicada fonética”. A pesar del halago, en ese momento Balbino Blanco Sánchez no piensa dedicarse al arte de la declamación para sobrevivir, sino al Derecho.

Estudia esta disciplina en la Universidad Central de Venezuela para ser abogado, pero cada vez dedica más tiempo a la declamación y el propio Villalobos dice de él: “No imita a nadie. No trata de seguir a nadie. Balbino Blanco Sánchez declama lo suyo y lo ajeno, con sensibilidad, con espontaneidad y sencillez”. Balbino pone a sonar en Caracas y otras ciudades provincianas los versos, entre otros, de sus compatriotas Villalobos, Andrés Eloy Blanco, Manuel Felipe Rugeles y Leoncio Martínez y del cubano Nicolás Guillén, cuyo Sóngoro Cosongo recita con baile y ritmo, además de la voz. Destaca tanto en las declamaciones negroides que románticas o humorísticas.

A principios de los años 1960, tiene la idea brillante de lanzar su propio sello discográfico para dar continuidad a sus recitales -la mayoría con fines benéficos- ofreciendo grabaciones en vinilo de su propia producción en fin de que sus oyentes puedan prolongar la velada en sus hogares. Bautiza su sello simplemente BBS, iniciales de su nombre. Hombre generoso, elocuente y cercano a su público, se toma el tiempo de firmar cada copia vendida al final de cada una de sus presentaciones. Lanza su primer long play “Poemas (Recital poético de Balbino Blanco Sánchez)” (de referencia BBS 1) en 1961. La primera edición, con etiquetas centrales del vinilo de color naranja, es manufacturada por Vega, empresa tránsfuga de Cuba ya editora en 1959 de dos álbumes de poesía en su país: “Mensaje de ensueño” de Alberto González Rubio (VL-01) y “Aires de libertad” de Elio Villate (VL-02), además de discos sencillos de Jorge Marx, Jorge Junco y la Orquesta Nuevo Ritmo. En esta obra, recita sobre todo a los venezolanos Villalobos, Leoncio Martínez, Juan Liscano, Aquiles Nazoa, Arturo Croce, Alberto Arvelo Torrealba, Luis Pastori, José Ramón Medina, Juan Pablo Sojo, Francisco Salazar Martínez, Miguel Otero Silva, José Pérez Ramos, Alarico Gómez, Pablo Rojas Guardia, Félix Guzmán, Pedro Francisco Lizardo; pero también al colombiano Jorge Artel; al chileno Pablo Neruda; y al cubano Nicolás Guillén.

Su segundo LP, más afroide, “Poesía negra” (BBS 2), abre con Píntame angelitos negros de Eloy Blanco, pero resuenan los versos cubanos de José Zacarías Tallet (La rumba), Raúl C. Vianello (Mi médico Juan Manué), Emilio Ballagas (Canto para dormir a un negrito) y otra vez Guillén (Motivos de son, Barlovento y José Ramón Cantaliso); es la ocasión de interpretar también al mexicano Miguel N. Lira (Rumba), al puertorriqueño Luis Pales Matos (Majestad negra) y de nuevo al colombiano Jorge Artel (Poemas de cumbia). Le siguen una decena de referencia, entre otras “Poesía de siempre” (BBS 003), “Poesía para todos” (BBS 004), “Poesía amorosa” (BBS 005), “Poesía criolla” (BBS 006), “Personajes caraqueños” (BBS 009), “Poesía negra y humorística” (BBS 011), “Poemas y canciones” (BBS 012). Cuenta su compañero de declamación Ramón Sanabria: “Balbino vendía sus discos LP y Cassette por el Centro de Caracas, especialmente a los Bancos, y a las grandes Empresas, tenía una clientela que lo admiraba, realizaba recitales en los Liceos, Colegios escuelas, era una persona muy querida, dejó un legado para las nuevas generaciones que hay que seguir cultivando. Su discografía fue muy amplia. Entre sus grabaciones están los poemas: Tiempos de negros, El matrimonio de Andrés Eloy Blanco, Sarambule, La epopeya del Alba, Caridad, Judas quemado en Cagua, El caballo de mis coplas, Romance de la hiedra, Canto para Bolívar, Danza del fuego, El Libertador en Perú, Credo, entre otros”.

Fallece el 22 de septiembre de 1990 en el Hospital Militar de Caracas. Hoy su voz se puede escuchar en los numerosos países donde viajó con sus discos bajo el brazo para promocionar su arte como Chile, Argentina, Colombia, Perú, Uruguay y hasta España, donde sigue presente en Fundación Colección Gladys Palmera. (Tommy Meini)