Así impactó la cumbia en Argentina
Crónicas de un Wawancó sobre la historia de la cumbia en Argentina y el grupo que lideró aquel fenómeno.
En febrero de este 2020 terminamos de grabar el CD número cien de Los Wawancó, donde cantan artistas destacados, invitados especialmente. Es decir, una edición aniversario. ¡Cuando pienso hacia atrás no lo puedo creer! Este disco es una especie de agradecimiento a todos los grupos que siguieron la ruta cumbiera, y que nos merecen el máximo respeto. ¡La cumbia ya es música argentina!
Con este relato comienza mi encuentro con Miguel Loubet, quien desde hace 58 años forma parte del acontecimiento musical que anudó la historia social y cultural de las afromúsicas de Colombia a las industrias discográficas y sus veloces cambios tecnológicos, radicadas en Buenos Aires. Se trata del grupo Los Wawancó, sinónimo de la cumbia argentina.
Estudiantes al encuentro de los ritmos tropicales
Miguel nació en la ciudad de La Plata, semejante a una metrópli extranjera en medio de las pampas de Buenos Aires. Como otros artistas de esta capital, cercana a las aguas del Rio de la Plata, cruzó su riguroso borde europeo del ochocientos, estudió piano, y combinó su formación académica con el folklore, el jazz y el rock. Hacia 1960, a sus 18 años, se unió a las filas de los músicos populares.
Esta época de explosiones políticas fue el escenario mundial de grandes transformaciones protagonizadas por los jóvenes. Según Juan Carlos Torre, Hasta ese entonces había jóvenes, pero no juventud.
La generación de los años 60 reunió chicos y chicas de toda Latinoamérica, que llegaban a La Plata y a Buenos Aires, atraídos por las universidades públicas gratuitas de Argentina. Los comedores universitarios y los centros de estudiantes fueron las instituciones que abrían a miles de estudiantes, una ventana común desde donde relacionarse al mundo (Juan Sebastián Califa).
Miguel recuerda a venezolanos, colombianos, peruanos, y de otros países del continente, interpretando sus propias músicas:¡Cómo no me voy a acordar de los bailes del Hipódromo de La Plata! Yo era jovencito, y explotó la cumbia, el país era la cumbia.
Los recién llegados a las carreras universitarias, convertidos en músicos empíricos como en sus pueblos, nos traían sus timbres vocales y sus coros, que alegraban a “la masa” estudiantil. Sus modos sonoros, sus músicas colectivas y sus pasitos de baile nos acercaban los cuerpos memoriosos de las diásporas afrocaribeñas. Comenzaban a formarse las distintas agrupaciones, que amenizaban las fiestas estudiantiles acompañados por instrumentos, para nosotros “exóticos”, en una Buenos Aires que siempre se consideraba a sí misma la más europea de las urbes de América del Sur. Los bongós, las tumbadoras, el güiro, las maracas y las pailas se acomodaban en el escenario junto a guitarras, contrabajo, piano y voces amplificadas. Los bailes, interminables e inolvidables, dominaban la escena juvenil en los que ya participaba Miguel, sin saber todavía, que sería parte de un nuevo capítulo de la música popular argentina.
La industria discográfica y el fenómeno Wawancó
Según Marina Cañardo, desde 1920 se fue consolidando en el país una industria discográfica que fue tejiendo vínculos con la radio y el cine, y en coincidencia con las discusiones de “lo nacional”, fue determinante en la consolidación de un canon de la música popular que todavía perdura.
En el catálogo general del sello Odeón Argentina de 1941 se puede observar cómo se clasificaban los géneros musicales por grupos de repertorio nacional, regional o internacional, donde todavía las empresas registraban los temas y canciones según su lugar geográfico. Pero la idea de territorio y música, fue dando un giro en manos de las compañías discográficas del mundo de posguerra. Estas empresas lograban expandir velozmente sonidos de lugares que no pisábamos, pero que íbamos sentiéndolos como nuestros. El nuevo entorno de la industria cultural del norte irradiaba sobre las grandes ciudades del sur, una estética de ilusión, de felicidad y de frenesí ligada a la música afrocaribeña, pero fuera del Caribe. Es así que en sus catálogos comenzaron a aparecer los repertorios de música tropical, que incluían pachangas, cha cha chás, boleros, guarachas, merecumbés y cumbias entre otros. Acompañado de un acelerado desarrollo tecnológico, el sello Odeón, que impactó en Buenos Aires desde los inicios del Siglo XX, esta vez sería impactado por el “fenómeno Wawancó”. Y aparece la figura del productor musical como artesano, creador y técnico en busca de un producto capaz de ser comercializado (Luis Pérez Valero).
Cuenta Miguel: Estaban tocando en un boliche, y llegó el director artístico de Odeón, José Ángel Rota. Creo que tenía una visión única. Fue quien también trajo a Argentina a Juan Manuel Serrat cuando era un desconocido. Rota venía al boliche siempre a escuchar a Los Wawancó, porque era fanático y decía: “¡Ustedes un día van a ser éxito!”.
El grupo estaba formado por alumnos de cuarto año de Medicina. En el año 1955 se llamaba Tropical, Colombiano y Guaguancó. Guaguancó como el ritmo caribeño que es con “g”. Pasó el tiempo, primero lo tomaron como hobby y después se dieron cuenta que eran tantos los shows y requerimientos, que empezaron a abandonar las carreras y se dedicaron al grupo. En la voz principal estaba el colombiano Hernán Rojas que tocaba el bajo y cantaba; Carlos Cabrera, peruano, alto y morocho que tocaba el güiro; Enrique Salazar, colombiano, en tumbadoras; Mario Castellón, costarricense, en las timbaletas y voz; y Sergio Solar, chileno, en guitarra y arreglos. Todos ellos eran estudiantes de cuarto año de la Facultad de Medicina de Buenos Aires.Yo no estuve desde el principio. Cuando hizo falta un piano llamaron a un amigo mío, El Gato Zema. Entonces me dice: “¿Por qué no entrás vos a este grupo que yo tengo que empezar en Achalay?” (Achalay era un espacio de Los Hermanos Ábalos donde se tocaba folklore y jazz). Me explicó que el grupo caribeño había grabado un disco, el primero, pero no eran muy conocidos. Al final me convenció, y entré en el grupo en el año 1962, como el único integrante argentino. Tocábamos en boliches y yo empecé a hacer arreglos.
Miguel tuvo un rol muy importante en el trabajo en estudio de grabación, donde se cocinaban los éxitos de la cumbia, y que por supuesto, en sesenta años de carrera, fueron envueltos por los acelerados avances tecnológicos en sistemas de grabación:
Los primeros discos se grababan en sistema mono. Todos juntos en la sala, inclusive el cantante, así que eran: toma uno, toma dos, toma tres, toma cuatro… Después vino la posibilidad de grabar los instrumentos primero y luego las voces. Con el tiempo, hacíamos lo mismo, pero en la mezcla, la consola tenía un paneo por cada instrumento: entonces… todo de costado, menos, al centro. Era la primer consola que tuvo EMI en el año 62, inglesa, y tenía esa posibilidad. Después vino un grabador de tres canales, le siguió uno de cuatro, con los que podíamos grabar cada instrumento por separado, y pensamos ¡huy! cuatro canales: pongo la percusión en uno, la guitarra en otro y mezclo como quiero: más volumen ó más agudo por ejemplo.
Y apareció una de ocho canales! Se grababa en cinta ADAT, que era videocasette. Eran los años 70. En los años 80 vienen los grabadores de dieciséis canales… y bueno, después vinieron ya las computadoras. Cuando llegó lo digital, las posibilidades fueron infinitas.
Cada década que comenzaba, traía sus avances tecnológicos. Uno de sus LP aluden al cambio en la sensación auditiva que traía la tecnología. Se tituló Cumbias en estéreo. Estos nuevos vinilos ofrecían esa otra sensación envolvente de la música que podíamos escuchar con dos parlantes, como trayendo a los músicos a casa.
Donde todo comenzó
Buenos Aires tuvo sus boliches, esos clubes donde se daban cita los protagonistas de la bohemia porteña. Y entre las décadas de los años 50 y 60, estaban en la misma calle. En uno de esos clubs apareció la cumbia costeña colombiana. En Avenida Libertador se encontraban a pasos uno del otro, Sunset, Brujas y Mon Petit, que son los que recuerda Miguel.
…Nosotros no esperábamos el éxito para nada. Tocábamos todos los días en un boliche que se llamaba Mon Petit. Faltaba un tema para una producción. Iba a ser el tercer disco. Y El Gordo Rojas me dice: “Che, ¿por qué no grabamos una cumbia que es lo que se canta en mi pueblo?”, y le pregunté: ¿ qué es una cumbia? Porque hasta ese momento hacíamos cha cha chá, pachanga, merecumbé y ese tipo de ritmos. Así me canta la primer cumbia que se grabó en el país que fue El pescador, del colombiano José Barros. Fue la que desató este “despelote” de cumbias que hay hasta hoy. El boliche Sunset, cruzando la calle, estaba siempre lleno, y nosotros llevábamos así cuatro o cinco parejas, hasta que salió la cumbia. A partir de la cumbia se invirtió el número: nosotros llenábamos y Sunset quedaba vacío.
¡Salió la cumbia Wawancó!
Salían trabajos en shows y clubes, y mandamos a hacer afiches de propaganda.En uno se equivocaron con el nombre, y en vez de poner “guaguancó” ponen ”wawancó”. Nosotros decíamos –Esto está mal!, esto está mal! -Y el representante nuestro contestó- Muchachos, nosotros no somos tan conocidos. Tiene mucha más fuerza la “w”. Dejémoslo así. Así quedó el nombre, que no estuvo desde el principio.
La discografía de Los Wawancó instaló la cumbia en Argentina, y fueron ídolos de la Radio y la TV durante las décadas siguientes. Llegaron a grabar tres discos por año, con un ritmo de trabajo intenso entre los estudios y hasta quince actuaciones semanales. Escuchando los primeros compases, todavía podemos reconocer la voz de Rojas, con su timbre costeño, alegre, tan diferente a la melancólica sonoridad de las voces del tango, y que repetíamos mientras giraban los vinilos en las bandejas del Wincofón, luego en los casettes, los CD, y hoy con un simple click en las plataformas web.
Este grupo se mantuvo unido desde la amistad y la música que amaban. Si escuchamos el tema Villa cariño, como ejemplo, podemos saborear esa fusión musical de quienes buscaban el placer de compartir. Una armonía construida sobre un arreglo de ciclos de quintas que bien le hubiera sorprendido a Bach, la voz solista incomparable de Rojas que ponía nombre y apellido al grupo, los coros y sus repeticiones al mejor modo antifonal de los géneros afro, y el güiro, la tumbadora y las maracas de la costa colombiana, los timbales típicos del Caribe junto al contrabajo, piano y guitarra eléctrica que se incluían. Y en medio a esa música, los versos que contaban la vida de los más pobres en las periferias de la gran ciudad. Todos opinaban sobre el repertorio, sobre las mezclas de grabación, y nadie era más que nadie. Al viejo estilo, lograron esa amalgama sonora que les dio trabajo sostenido durante tantos años. Marcaron una dirección nueva en la música tropical, quizás no prevista por los grandes sellos, y abrieron las puertas a los nuevos cumbieros
Como expresa Miguel: Nosotros mismos fuimos sorprendidos por el fenómeno que causó la cumbia de Los Wawancó en Argentina. Nos llegaban regalías desde Latinoamérica, pero también desde Israel, Grecia y otros países.
Todos los lugares de la cumbia
En los años 50, el jamaiquino Stuart Hall, llamó a incluirnos desde la idea de la diáspora, que recibió la juventud universitaria inglesa de Birmingham. Propuso pensar al Caribe como el hogar de la hibridez.
Creo que el Caribe es una especie de medio de pruebas, de si uno puede vivir sin un origen al que pueda volver. No puedo volver a solo un origen, tengo que volver a cinco. Y creo cada vez más que esta es una experiencia mundial…
Si pensamos a la cumbia en Argentina desde y hacia lugares diferentes, continuará dándonos motivos para identificarnos. Es uno de los géneros musicales de nuestra nación y a la vez tiene el sabor de otros lugares de origen. En el país han surgido las “diosas de la cumbia”, como Gilda, adorada por todos, y convertida en un mito nacional. Desde la provincia de Santa Fe la cumbia brinda su grupo más representativo: Los Palmeras, nominado al Grammy recientemente, y adorado por todos. En este instante pueden estar surgiendo nuevos nombres cumbieros.
Actualmente la cumbia está presente en las fiestas populares nacionales, investigaciones académicas y ensayos literarios. Acompaña al feminismo y disputa sentido a los estilos musicales cerrados. Hoy se forman grupos que fusionan la cumbia con el rock, el punk, el hip hop, el reggae, dance y bolero, para nombrar algunos. También es bandera de protesta social desde la “cumbia villera”, acompañando sus luchas con su“meneíto”.
La cumbia nunca se acaba!
El 9 de noviembre de 1955, Mario Castellón, invitaba por primera vez a sus compañeros de Medicina a cantar en un casamiento en la ciudad de La Plata. Inauguraban, sin saberlo, la “era wawancó”. Y el 9 de noviembre del 2020, mientras escribía este artículo, también Mario Castellón anuncia que se declara el Día Nacional de la Cumbia, en memoria de aquel primer encuentro .
Agradezco la posibilidad de reencontrarme con los Wawancó, por la felicidad que me dio su compañía desde muy pequeña, cuando yo escapaba de mi casa de calle 33, para irme a la “villa” de la calle 32 , de casitas bajas, a escuchar esas músicas donde todos bailaban y eran felices durante varios días, mientras duraba la parranda. Nos separaba un abismo de prejuicos, nos unía la cumbia y sus tambores, que todo lo pueden en cualquier lugar.
Se acaba la papa, se acaba el maíz.
Se acaban los mangos , se acaba la lechuga.
Se acaba la locura, se acaba la cintura.
Se acaba la cordura.
Pero la cumbia, nunca se acaba!