Cuando el Orinoco se puso a cantar
Hace 50 años nació Serenata Guayanesa, caja de resonancia de grandes compositores y poetas venezolanos.
En agosto de 1971 hubo un acontecimiento imperceptible en la nación venezolana, posiblemente imperceptible en estado Bolívar, al sur del pais, y a lo mejor en la misma Ciudad Bolívar, la Angostura del Orinoco. Y sin embargo el acontecimiento tuvo una onda expansiva de incalculables proporciones. Después de 50 años esa onda se mantiene en movimiento cosmo emocional, de retroalimentación permanente, porque si bien Serenata Guayanesa toma de su tierra, de su entorno, de su pueblo lo mejor, lo raigal, lo identitario para hacer de allí el canto de todos, también lo es que el pueblo venezolano siempre recibió, y recibe con alegría lo que ese cuarteto le devuelve multiplicado en sentimiento, melodía y calidad.
Con anterioridad esos cuatro jóvenes ya trabajaban en la renovación melódica de su terruño, e inclusive habían conformado el grupo Los Gaiteros de la Plaza Miranda una vez que regresaron a Ciudad Bolívar al culminar sus estudios universitarios.
Ese agosto de 1971 en una reunión surgió la idea de grabar un disco bajo el auspicio de la gobernación del estado para dejar plasmado, para mostrar cómo era una serenata en la región de Guayana, cómo era una serenata guayanesa. Se comenta que aún después de la grabación (que contó con la participación de otros destacados músicos de la región), aquél grupo no tenía nombre y que fue para una presentación de los cuatro vocalistas en un programa de televisión, cuando se afirmaron como la Serenata Guayanesa asumiendo el título de ese primer álbum colectivo.
Fue así como, con el acompañamiento de sólo dos cuatros, los vocalistas Iván y César Pérez Rossi, Mauricio Castro y Hernán Gamboa, en el marco de esa ahora legendaria Feria del Orinoco de Agosto de 1971, surgieron a la luz pública, primero de su región, luego del país y posteriormente del mundo entero.
Ivan Pérez Rossi es nacido en Ciudad Bolívar en 1943. Es ingeniero y compositor de muchos de los temas que interpreta el cuarteto. Es autor de varios libros dedicados a la población infantil. Es barítono ligero y cuatrista. Por su parte César Pérez Rossi, también de Ciudad Bolívar, nació en 1940 y es odontólogo, barítono y percusionista. Mauricio Castro es nacido en 1946 igualmente en Ciudad Bolívar. Es sociólogo, contratenor y percusionista. Hernán Gamboa, ya fallecido, fue el cuarto integrante fundador de Serenata Guayanesa. Tenor y extraordinario cuatrista. Salió del grupo en 1983 para iniciar su carrera como solista. Miguel Ángel Bosch es nacido en Caracas en 1953. Es médico pediatra y sustituyó a Hernán Gamboa como tenor y cuatrista.
El contexto
Hacia la década de los años 50 del siglo XX la situación política y social de Venezuela era compleja. Antecedida por golpes de Estado, se había instaurado la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a tono con la gran cantidad de regímenes dictatoriales en el norte de América del Sur y el Caribe. Todos intentaron arroparse con el nacionalismo musical sin asumir la estructura social de la musicalidad de los países. Luego, en el caso venezolano, detrás de Pérez Jiménez llegó otra camada política que abrió sus brazos a tendencias rítmicas internacionales sin haber generado antes herramientas de preservación de lo popular y tradicional venezolano. Y no era un tema de la música como tal, sino de los mecanismos habilitados detrás de ella (cine, radio, tv, vestuarios, coreografías, espectáculos).
Había grandes reservas musicales sólo conocidas en los pueblos y caseríos de origen. Muchas de esas reservas musicales comenzaron a ser visibilizadas por el milagro sonoro que significó el Quinteto Contrapunto, fundado en 1962. Contrapunto abriría grandes alamedas para la insurgencia de una nueva mirada sobre el canto venezolano, y sus posibilidades. No solo significó un grupo polifónico, Contrapunto significó un maravilloso repertorio nacional, desconocido hasta entonces, y también significó el acercamiento hacia una nueva perspectiva musical. De esa maravillosa fuente se nutrirían posteriormente grupos como El Quinto Criollo, Quinteto Cantaclaro, Dueto Criollísimo, y, claro, Serenata Guayanesa.
Surgida en el mismo entorno geográfico en el que nacieron en sus momentos artistas y creadores como Antonio Lauro, Jesús Soto y Alejandro Vargas, Serenata Guayanesa es la agrupación más prolífica de las últimas décadas en territorio venezolano. Y no solo la más prolífica, es la que más ha perseverado en el tiempo, toda una proeza cuando se habla de agrupaciones de cualquier índole en América Latina.
Cincuentenario
Se trata de 50 años con varios méritos. Uno de ellos es haber sido caja de resonancia de grandes y populares compositores y poetas venezolanos como Alejandro Vargas, Guillermo de León Calles, Manuel Felipe Rúgeles, Aquiles Nazoa, Luis Mariano Rivera, Jesús Rosas Marcano, Augusto Ramos, César Prato, Luis Laguna, Ernesto Arvelo Torrealba y un largo etc.
Ese mérito conlleva a su vez el milagro de un canto repartido por toda Venezuela sin distinción geográfica ni social, porque si bien es cierto que Serenata Guayanesa ha privilegiado la música de su zona natal, como tenía que ser, también es cierto que la música de Guayana se abrazó de una vez y para siempre con las malagueñas, las diversiones, las guasas, los valses, bambucos, danzas y gaitas, los merengues caraqueños, los tambores centrales, la música tuyera, el estribillo, la fulía y el galerón. Es lo deslumbrante del canto de la venezolanidad, cantos muchas veces desconocidos y que ellos ayudaron a visibilizar.
También está la temática: El canto guayanés, el canto nacional, el canto solidario con los pueblos de la América del Sur, el canto en defensa del medio ambiente, el canto Caribe abajo, y el hermoso y delicado canto infantil, ese del que decía el periodista y poeta Jesús Rosas Marcano que se hacía con sencillez y ternura, cerca del humor y lejos de lo grotesco.
La perfecta mezcla de esas voces se perfiló hacia el firmamento con una sonoridad única, contagiosa a más no poder, y se convirtió en el color de El sapo, La casta paloma, La barca de oro, La zapoara, La mula, Ciudad Bolívar, Cumpleaños venezolano, Aguinaldo criollo, Calypso de El Callao, Corre caballito, Luisa Teresa, Conticinio, El ruiseñor, Nostalgia andina, El limonero, La media diana, El norte es una quimera, Golpe y estribillo o Señor Gabán, entre otros, que se convirtieron en verdaderos sucesos en la radio y televisión de Venezuela, toda una proeza para la música folklórica del país en aquél entonces. Autores y piezas de todos los rincones de la nación comenzaron a florecer públicamente gracias a su proyección a través de las interpretaciones de Serenata Guayanesa, quienes, cual Rey Midas, todo lo que tocaban lo convertían en oro.
A inicios de la década de los años 80 cautivaron a chicos y grandes con La pulga y el piojo, A la una, El papagayo, La fiesta de los animales, Este niño Don Simón, discos bellísimos dedicados a las madres; grandiosos álbumes de parrandas, aguinaldos y otros géneros, en compañía de Gualberto Ibarreto, Cecilia Todd, María Teresa Chacín, Simón Díaz, Francisco Pacheco, Cheo Hurtado, entre otros. Fueron ‘bendecidos’ al cantarle a Juan Pablo II en su visita al país. Si la tierra tierra fuera, y hasta la jocosa Devuélveme mis peroles los mantuvieron en el tapete, y otro envión recibieron cuando estrenaron en su XXV Aniversario celebrado a casa llena en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, con la presencia de su autor, un jubiloso Manuel Yánez, y con la voz de Francisco Pacheco como solista, la canción venezolana con más versiones desde esa fecha hasta nuestros días: Viajera del río. La grabaron e inmortalizaron.
Desde que nacieron como agrupación, han sido embajadores de Venezuela en más de 60 países del mundo: Alemania, Argentina, Chile, España, Portugal, México, Estados Unidos, Colombia, Austria, Puerto Rico, Jamaica, Reino Unido, Francia, y otros más, llevando a todas esas latitudes la rica musicalidad de Venezuela.
Serenata Discográfica
Serenata Guayanesa siempre comprendió la importancia de hacer permanecer el canto a través de las grabaciones. Habían comenzado así, gracias a un disco para preservar la serenata de Guayana.
Ese disco de 1971 si bien contó con ellos no se puede decir que sea oficialmente el primer disco de este cuarteto.
El primer álbum oficial surge al año siguiente, 1972 y acá se produjo una curiosidad discográfica. Serenata Guayanesa firmó un contrato por cinco años con el sello venezolano “Palacio de la Música” pero esta casa editora publicó los LP contratados utilizando el nombre de la disquera inglesa Decca London, con la cual, sin duda, mantenía convenios. Es bueno señalar que Palacio de la Música fue un importante sello discográfico que en esos años mantenía convenios similares con sellos como Fania Records, con amplia movilidad de ventas en Venezuela.
El primer álbum contó con tres tremendos éxitos: El sapo, Casta paloma y ¿Dónde está San Nicolás? Esta última fue el primer tema compuesto por Iván Pérez Rossi, divulgado por este cuarteto.
Al año siguiente, 1973 dieron a conocer su segundo LP y de este disco el tema Calypso de El Callao tuvo inmediata popularidad.
Consolidados en el gusto de los venezolanos los cuatro guayaneses han trabajado también en producciones discográficas sin circulación comercial, financiadas por empresas privadas o gubernamentales para ser obsequiadas a empleados y amigos. Se definen a sí mismos como auto sustentables. Otra proeza.
Fueron varios los sellos discográficos con los que tuvo contratos Serenata Guayanesa, y en la actualidad graban de forma independiente.
Reconocimento nacional
En noviembre de 2011 Serenata Guayanesa fue elevada a la categoría de Patrimonio Cultural de la Nación. En la declaratoria oficial quedó consignado lo siguiente: “la obra y trayectoria del grupo será objeto de preservación para las generaciones futuras y el Estado garantizará su más amplia difusión, conocimiento, reconocimiento y disfrute nacional e internacionalmente”.
En agosto de 2021, debido a los cincuenta años del grupo la Asamblea Nacional de Venezuela emitió un acuerdo de júbilo que entregó a dos de los integrantes que se encontraban en Caracas.
En ese acuerdo se lee: “La Asamblea Nacional inclina su palabra ante Serenata Guayanesa, la extraordinaria agrupación musical que arriba a 50 años haciéndonos más feliz la existencia. Patrimonio Cultural de Venezuela, enumerar los reconocimientos nacionales e internacionales recibidos a lo largo de medio siglo, no alcanza para expresar su aporte artístico al acervo musical venezolano y a la cultura latinoamericana y caribeña. Nació “bajo el sol de oro” de Ciudad Bolívar y, Orinoco arriba, desplegó sus “velas de nácar” por todo el mundo. Hoy el parlamento nacional le rinde tributo, henchido de orgullo patrio. Orgullo que embarga a cada venezolano y venezolana cuando oye pronunciar las dos palabras que la nombran: Serenata Guayanesa”.
El imaginario musical venezolano cuenta con ese cuarteto que tiene un antiquísimo petroglifo como logo y emblema y que mantiene la misma alegría e inquietudes de sus inicios, hace 50 años.