Johnny Ventura, arquitecto del merengue
No pudo ser arquitecto, que era su sueño, pero se transformó en arquitecto del merengue. Una entrevista la leyenda.
Es la República Dominicana un país en el que la belleza de su paisaje geográfico y humano es directamente proporcional a los problemas que acogotan a esa sociedad insular del Caribe. Acogedora desde el vamos, en su capital, que mira hacia el Caribe, se respira merengue a toda hora. Es un sístole y diástole que se traslada a las manos, a la sonrisa, a los camarones fritos que se venden al detal en sus calles, al colorido de las telas, a las escalinatas de Santiago de los Caballeros o al tranquilo sendero que conduce a Loma de Cabrera, pegadita de Haití al norte, o al coqueto puente de San Pedro de Macorís, mirando al sur. Cocolos. En fin, es el sístole y diástole de la historia dominicana, corazón con brújula del país, corazón con brújula de merengue.
Johnny Ventura
Está empoderado de sí mismo y desde esa seguridad dice que sí, que su nombre es Juan de Dios Ventura Soriano, que nació en Santo Domingo el 8 de marzo de 1940, y que adquirió el nombre de Johnny Ventura en 1959 por razones que se dieron en su país contra el dictador Rafael Trujillo y que involucraron a un piloto con su mismo nombre. Entonces vino el cambio.
También dice que en su familia no había músicos, salvo su madre, quien cantaba pero de forma espontánea, sin ninguna intención profesional.
También señala que comenzó a estudiar para ser el mejor arquitecto de la República Dominicana, pero la brecha económica entre el bachillerato y la universidad era muy grande y el sustento del hogar lo ponía la mamá, y la cosa se puso cuesta arriba. Y cuenta que por eso se decidió por una carrera corta, que fue secretariado comercial, para insertarse en el mercado laboral y pagar sus estudios.
¿El azar?
Cuenta que en ese instituto hacían actos culturales cada 15 días pero, dice: Yo tenía un problema, que es que mamá en el momento de la concepción no le solicitó a la cigüeña la belleza para su negrito, y señala que esa carencia le trajo con el tiempo la necesidad de buscar otra forma de acercarse a las muchachas, y que en ese trajín comenzó a cantar, bailar, a declamar, a animar, es decir que hacía de todo para hacer sus levantes, dice. Y los hizo.
En el instituto donde hizo secretariado comercial dos de sus compañeros lo llevaron bajo engaño a un programa de aficionados y cuando estuvieron allí lo retaron a cantar. Johnny Ventura aceptó el reto… y obtuvo el primer lugar. Era el 2 de junio de 1956. Para él la fecha es inolvidable e histórica porque marcó su inicio en una faceta de vida en la cual no había pensado nunca.
Influencias
Lil Rodríguez: ¿Qué influencias directas para su estilo reconoce dentro y fuera de la República Dominicana?
Johnny Ventura: Hubo tres influencias determinantes en lo que fue mi estilo para acometer el merengue. La primera de ellas, y creo que la más importante fue “El Rey del Merengue”, Joseito Mateo. Joseito fue el artista que yo hubiese querido ser.
Joseito Mateo, con quien pudimos conversar también en la República Dominicana se abrió paso en el mundo del merengue con mucho esfuerzo y mucha calidad. Este dominicano que inspiró el tema El negrito del Batey no lo pudo interpretar acompañado de la Sonora Matancera porque no obtuvo permiso para salir de su país, en tiempos de dictadura. Alberto Beltrán lo haría por él. Cuando cayó Trujillo Joseito Mateo pudo ir a Cuba y cantar con la Matancera y también a Puerto Rico donde llegó a cantar con El Gran Combo de Rafael Ithier. Eso fue antes que Pellín Rodríguez y Andy Montañéz se incorporaran al grupo. Joseito Mateo innovó en la forma de interpretar el merengue y de bailarlo. Falleció en 2018 a los 98 años de edad.
Otra influencia en mi estilo la marcó Benny Moré quien desde Cuba incidiría en mi forma de interpretar la música. La vida me permitió conocerlo en 1958 cuando estuvo en Santo Domingo; incluso toqué las maracas en una de sus presentaciones. Tal vez por verlo proyectado en mí, Cuba me ha aceptado siempre tan masivamente.
Lo extrovertido del Benny sobre el escenario, su innata capacidad para dirigir su orquesta y su manera de cantar ejercieron su influencia no sólo en Johnny Ventura sino en muchos otros vocalistas. Oscar D’ León, por ejemplo habla del influjo que ejerció “El Bárbaro del Ritmo” en su carrera.
Una tercera influencia la tuve de Elvis Presley, y esa influencia vino dada por los movimientos. Esa forma de moverse la incluí en el merengue. La gente no pareció darse cuenta, pero sí: De los tres, Joseito, Benny y Elvis recibí influencias aún sin proponérmelo, pero no me parecí a ninguno de los tres.
Primeros pasos profesionales
En la escuela de canto y música, aprendiendo, me dieron una beca que fue la varita de salvación, porque mi futuro hubiera sido un poco extraño si ella no hubiera llegado. Me agarré de esa beca que me permitió estudiar en la escuela de música de La Voz Dominicana. Ahí tuve un extraordinario maestro y guía, José Dolores Cerón, quien me adoptó como un hijo, y de ahí en adelante estuve en diferentes programas y orquestas hasta que en 1964 formé la mía.
LR: Hay estudiosos del merengue que sostienen que el tema La agarradera marca una ruptura en el merengue.
JV: Bueno, la conformación de la estructura armónica de La agarradera no tenía tanto de especial. Lo que sí tenía de especial era el movimiento rítmico, el tipo de arreglo que hizo el maestro Luís Pérez para mí, que venía de ser un bailador de rock and roll y twist. Yo iba a grabar por primera vez y quería algo que yo pudiera sentir y entonces el merengue se movió hacia mí, hacia mi forma y mi estilo. En cuanto a las letras, estaban muy condicionadas con loas a Trujillo, eso fue durante más de 30 años así. Entonces el encuentro, la búsqueda de libertad del pueblo dominicano coincidió con mi llegada al mundo de las grabaciones. Eso marcó un hito.
LR: ¿Por qué el combo? ¿Cuál era la propuesta que tenía?
JV: Yo era miembro de la gran orquesta de la República Dominicana que era la Súper Orquesta San José con la cual viajé un par de veces a Venezuela inclusive. Había un señor cubano que administraba el night club de La Voz Dominicana donde la San José era una de las orquestas de planta. Yo era subutilizado porque había muchos cantantes con mas experiencia que yo, pero era un bateador emergente porque cuando agarraba el micrófono y me movía, la gente respondía muy bien y había algarabía. El cubano administrador del night club se daba cuenta y me propuso que hiciera mi orquesta y terminó poniendo el dinero para hacer el grupo.
Yo tenía mis reservas con el entorno musical porque era el momento de las big bands, de las grandes Bandas y yo les criticaba que todos tocaran vestidos de negro como si se tratara de un luto, de un entierro, y además había un gran contraste entre lo alegre del repertorio que se tocaba y la parsimonia de aquellos músicos. Esas orquestas eran muy grandes, pero tenían una base fija donde los músicos tocaban.
Cuando me tocó hacer el grupo decidí poner colores, pero era un grupo sin tarima fija y eso nos hizo movernos a la calle. Ese detalle marcó históricamente a mi agrupación. Fíjate: yo tenía dos amigos que tenían carro. En un carro cabían cinco personas y en el otro seis; entonces hicimos un grupo que cupiera en los carros, y lo que cupiera iba a ser la orquesta. Así surgió El Combo Show, y todos llegamos bailando pues la coreografía era de todo el grupo. Eso fue de un altísimo impacto en la República Dominicana y más allá. Billo Frómeta nos llevó a Venezuela y este país se convirtió en la base que nos permitió llegar a centro y sur América y a las islas de Barlovento como Curazao y Aruba. A Venezuela le debemos mucho de nuestro avance.
LR: ¿En qué momento se cruza su música con lo social?
JV: Me tocó hacer música a partir de la muerte de Trujillo. La liberación del pueblo dominicano trajo consigo otros reclamos, y en principio el pueblo fue oprimido. Hubimos de aceptar la responsabilidad de hacer reclamos públicos con la música y de participar activamente en la política.
LR: ¿Tiene conciencia de lo que usted significa para la cultura de su país y caribeña?
JV: Yo hablo de Dioscidencia. A mí las circunstancias me fueron dando oportunidades que yo aproveché. Pude extraer del pueblo sus dichos, sus ideas y convertirlas en música. Todo me ha mantenido en el cariño de la gente. Nunca pretendí ser una estrella, tengo los pies bien puestos en la tierra pero sé que la gente me quiere y sé que hemos tenido la posibilidad de incidir en el merengue y transformarlo.
La música que no evoluciona se transforma en pieza de museos, y por eso me atreví a hacer cosas que a partir de mi partieron. Por ejemplo hoy todavía la conformación de los grupos en la República Dominicana guarda el formato que yo hice. Mi carrera ha sido como mi vida, con obstáculos para ir venciéndolos y que nos han fortalecido tanto en los éxitos como en los fracasos. No he sido tan exitoso como la gente piensa pero me tocó grabar más que los demás y el volumen de éxitos se multiplicó. Yo tenía que grabar tres álbumes por año y siempre busqué que fueran variados para que la gente tuviera donde escoger. Trato de ser agradecido con mis éxitos.
LR: ¿Qué pasó con El Combo Show?
JV: El Combo tenía un carácter especial. Cada participante llegó a ser una figura y bueno, como los hijos en casa que ya necesitan formar tienda aparte, así pasó en el grupo y lo disolvimos en 1977. Inmediatamente formé Los Caballos y estuvimos hasta 1992 y a partir de ese año canto con diferentes agrupaciones.
Hablemos de salsa
Johnny Ventura y Asociados era la empresa que traía a los salseros a la República Dominicana y eso generó mucho enlace y amistad desde los tiempos de Rafael Cortijo con Ismael Rivera, después con El Gran Combo recorrimos millas de carreteras y vuelos. Fue una combinación explosiva que siempre dio resultados. Pude vincularme con La Lupe, Tito Puente, Tito Rodríguez, hasta llegar a los salseros más jóvenes como Andy Montañez y Cheo Feliciano. Me tocó acompañar a Celia Cruz en varios escenarios. Mi relación con la salsa es buena.
LR: ¿Qué ha tenido que sacrificar?
JV: Tuve que sacrificar la familia. La cotidianidad del trabajo me ponía a viajar al interior o al exterior y por eso aporté poco calor al hogar. Por fortuna me casé con una mujer que dio formación a la familia y que se ocupó de los hijos de forma ejemplar. Orgullo para mí.
LR: ¿Por qué estudió Derecho?
JV: Mi madre, al amparo de quien me crié, siempre quiso que yo llegara a la universidad. Ella se esforzó pero yo no lo logré y yo vivía con el peso de esa deuda y se la quise pagar. Elegí no Arquitectura, que era mi sueño, sino Derecho porque para ese tiempo yo era vicepresidente del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, y mi carrera estaba marcada. Por eso opté por el Derecho, pues se asemejaba a lo que debía hacer. Me especialicé en Derecho Internacional, y lo más importante, pude saldar la deuda con mi madre.
LR: ¿Cómo ve el paisaje humano del merengue?
JV: Yo pienso que el merengue ha sido como una gran esponja que ha admitido todo tipo de letras, de temáticas. Cíclicamente se dan esos fenómenos. La tendencia es merengue en función del éxito de alguien. Alguien tiene un éxito, entonces se le copia. Por eso la monotonía y el refrito, pero a la realidad no se le ha dejado de cantar; siempre aparece alguien que pone sello y marca. Tenemos merengueros excepcionales.
El merengue nació con la patria, cuando todavía no nos llamábamos dominicanos y cuando éramos la parte este de la isla de Santo Domingo (La Española), cuando éramos el Santo Domingo español y los habitantes querían lograr la independencia del Santo Domingo francés que ya se había convertido en República de Haití. En esos momentos de enfrentamientos bélicos el merengue aparece. Juan Bautista Fonseca hace los primeros merengues, que nacieron con la patria misma. El merengue no es ninguna moda: es la sangre del dominicano.
Colofón
En 2004 se hizo merecedor de un Grammy (latino) y volvió a obtenerlo en 2006 como premio a la excelencia, justo cuando arribó a 50 años de trayectoria profesional.
En 2016 Johnny Ventura festejó sus 60 años artísticos con grandes satisfacciones. En 2015 pudo ir a Cuba y presentarse en Santiago de Cuba y La Habana arropado por una multitud que le dispensó aplausos y cariño.
En 2019 estuvo en Puerto Rico en noviembre. Ya en junio había ofrecido un concierto formidable en su ciudad natal para festejar su aniversario 63 de vida artística.
Su vida política también ha sido agitada en este tiempo y optó nuevamente este 2020, sin lograrlo esta vez, a la alcaldía de Santo Domingo. Es autor del libro Un poco de mí y en 2008 se convirtió al cristianismo generando música alusiva a su fe.
Por si fuera poco este 2020 Johnny Ventura, “El Caballo” le ganó la pelea al Coronavirus, a sus 80 años y 64 de vida artística.
¿Quién pide más?
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Excelente reportaje sobre la vida de este gran merenguero!