La pachanga: el padre… y la madre de la criatura
El boom que puso a bailar al mundo en los años 60.
En música nunca se ha visto que se discuta la paternidad de un género, ritmo o canción que no hayan sido comercialmente exitosos, y en la alharaca ilógica para lograr que el hijo, ya en el podio de la fama, elija al padre, se secuestran cronologías, nombres, procesos y algo muy importante: influencias. Se olvida también que la existencia de hechos muy preliminares, se anticipan a la explosión comercial y luego se invierte esfuerzos y dinero en ningunearlos.
Si se ordenan en el tiempo la sucesión de hechos relacionados con el surgimiento de la pachanga como ritmo popular, y su discografía habrá que darle la razón al cantante y bailarín santiaguero cubano Rubén Ríos, a su protagonismo y defensa del guantanamero Eduardo Davidson, como creador de la pachanga.
Eduardo Davidson y Rubén Ríos
En 1959, Eduardo Davidson había alcanzado renombre como escritor de novelas radiales centradas en historias y conflictos del campo cubano, mirado desde su natal Baracoa. Escribía versos y también canciones que inicialmente se escucharon en las bandas sonoras de sus novelas. Después no pudo parar de componer música, ampliando su temática al mundo ritual afrocubano.
A comienzos de los años 50, cuando Davidson era sólo un escritor emergente, comienza su amistad con Rubén Ríos. Será Rubén quien le estrene su primera composición, La hora de pecar, un bolero subido de tono que sólo tenía cabida en el ámbito del cabaret. Desde entonces la amistad se fortalece y el vínculo entre ambos marca el surgimiento de un nuevo ritmo: la pachanga. Davidson va escalando dentro del Circuito CMQ y ya posicionado como guionista del Casino de la Alegría, programa estelar de CMQ-TV, consigue para Rubén un contrato regular y, a inicios de 1958, propicia su primera grabación con Panart: Al cantío del gallo-Eleggua Inkio, del propio Davidson, acompañado por la Orquesta Sublime.
Fernando Bujones padre, era quien administraba el primer cabaret donde yo canté en la Habana, llamado Montecasino situado en la esquina de las calles Prado y Genios, entrada por Genios –ha contado Rubén Ríos–. Ahí muy cerca, casi al frente en la esquina, fue donde escribió Eduardo Davidson La pachanga, como a unos 20 metros del club. Davidson escribió La pachanga, a mi lado, desde las 2 am hasta las 6 am, sentados en un peldaño de la entrada de un negocio que, por supuesto, estaba cerrado a esa hora, que se encontraba frente a una panadería. Él me la iba dictando mientras la cantaba, y yo la iba escribiendo en las páginas de una libreta, de las que se usan en las escuelas.
Algo muy importante: Davidson le cuenta a Rubén Ríos que su nueva composición se había inspirado en una vieja tonada que la señora que planchaba en su casa de Baracoa siempre tarareaba cuando él era muy niño. Baracoa es una ciudad cubana que pertenece a la provincia de Guantánamo, es la zona más oriental de Cuba y la más próxima a la isla que comparten Haití y República Dominicana, desde donde el tráfico de personas e influencias ha sido permanente. Esta referencia al origen guantanamero de la tonada va a coincidir posteriormente con algunas aseveraciones vertidas por Arsenio Rodríguez sobre los orígenes de la pachanga. Según Ríos, el golpe rítmico, similar al del merengue, era lo singular en la nueva propuesta que tras escribirla, tarareaba Eduardo Davidson.
La idea del autor era que Rubén estrenara el nuevo tema en la emisión del Casino de la Alegría el 20 de mayo de 1959 y para ello van a ver a Enriqueta Almanza para montarlo con ella al piano y la voz de Rubén, a manera de primera prueba. De cara al programa de televisión, Davidson le encarga el primer arreglo para orquesta a Leonardo Timor Sr., que lo hace desde su lógica, para jazz band, pero el formato de la orquesta de CMQ –dirigida por Enrique González Mantici–, con profusión de cuerdas, exigía otro tipo de arreglo, que finalmente realizó Adolfo Guzmán. El playback con este arreglo final fue grabado el 18 de mayo de 1959 y dos días después, en el programa especial conmemorativo del 20 de mayo, Rubén Ríos estrenó por televisión La pachanga en doblaje con ese respaldo musical.
La pachanga de la Sublime
Poco después del estreno en televisión, Eduardo Davidson y Rubén Ríos ofrecieron el tema a Guillermo Álvarez Guedes, dueño del sello Gema, para que la grabara Rolando Laserie, que estaba triunfando en ese momento: Y la respuesta de Guedes fue: Lo siento Eduardo, pero mis artistas no graban nada que ya otros artistas hayan cantado, y Rubén ya la estrenó en televisión. Davidson, que como compositor tenía contrato con Panart, llamó entonces la atención a su dueño y director general, Ramón Sabat, acerca del éxito alcanzado por el tema en la transmisión televisiva. Sabat ya enterado por la repercusión, decide grabarlo con la Orquesta Sublime, prevista para entrar en estudio para otros trabajos y con la ventaja de que había sido esta agrupación quien acompañara a Ríos en su debut discográfico.
Pero Melquiades Fundora, director de la Sublime, viendo quizás la pegada televisiva inicial de La pachanga, se niega y dice que no, que debe cantarlo Marcos Perdomo, el cantante oficial de su orquesta. Davidson no tensa la cuerda y teniendo en cuenta la comprensión de su amigo Rubén Ríos, le ofrece el afro Ochiminí, otro tema suyo para cantarlo en esa grabación. Así en los Estudios Panart, de La Habana, se graba La pachanga por primera vez el 5 de agosto de 1959 y el record corresponde a la Orquesta Sublime.Será publicada en disco Panart con arreglos de Richard Egües para una orquesta charanga, que es lo que era la formación de Melquiades Fundora.
La grabación de la Sublime no tiene el éxito inmediato que se esperaba, pues según Ríos sólo se vendieron pocas copias, gracias a la gestión personal suya y de Davidson: Nos dedicamos a visitar los bares habaneros, donde lo conocían a él, y a los dueños y managers les ofrecíamos el disquito para las victrolas, diciéndoles, casi implorándoles, que nos ayudaran, y se los vendíamos a 1 dólar. Pudimos colocar un promedio de 15 a 20, pero cuando llegó el reporte de venta ese mes, incluyendo los que nosotros a empujones vendimos, se habían vendido solamente 32 copias, por lo que Davidson me informó que Ramón habia decidido engavetar la grabación. Sin embargo, el patrón charanguero que la Sublime le imprimió a la primera grabación tendrá continuidad cuando otras orquestas charangas, como la Aragón, Pancho El Bravo, Estrellas Cubanas o José Fajardo graben sus respectivas versiones del recién creado ritmo.
Rubén Ríos y los García-Caturla
Cuenta Rubén Ríos: Pasaron como unos cuatro meses, y una noche, nos invitaron a un cocktail, a casa de unos actores de radio y televisión, Jesús Alvariño y su esposa Normita Suárez. Fuimos Eduardo, José Centrich y yo. Ahí me pidieron que cantara. Acompañado por Centrich, canté varios temas, y terminé con La pachanga. El aplauso fue tan sonado que tuve que repetirla. Estaban de invitados también Enrique Beltrán y Manolo Matos. No los conocíamos, pero Eduardo Davidson era un gran vendedor, un genio de la publicidad. De alguna forma que yo no advertí se acercaron entre ellos. Al día siguiente, Eduardo me contacta y me dice que estos dos señores tenían una compañía de discos muy nueva llamada Fonotone, la cual después se convirtió en Sonotone. Ya habían grabado a Bola de Nieve, a quien yo siempre había admirado, a Enrique Herrera, que estaba trabajando en ese momento en el Cabaret Tropicana, a Doris de la Torre, a Jorge Félix, un actor muy popular entonces, y otros artistas, pero no había pasado nada con la compañía ni sus discos. Le dijeron que les había gustado mucho mi interpretación de La pachanga y que les gustaría grabarla como un experimento.
Al comienzo Rubén Ríos se negó a grabarla, porque ya había sido estrenada por otro cantante, pero la insistencia del autor fue total. Consideraba que había escrito La pachanga para que la interpretara Rubén. Tú eres la pachanga fue la frase que convenció a Ríos a entrar en el estudio de Radio Progreso para grabar, a inicios de 1960, su primer 45 rpm (Sonotone) con La pachanga por una cara y Pancho calma por la otra. Le acompañaba el grupo de Ramón García-Caturla, que integraban sus hermanos Sofía, Lourdes, Teresa y Genaro García-Caturla.(Todos hijos del gran músico Alejandro García-Caturla). En los coros, Olguita, Tina y Eugenio Yoyo Reyes, integrantes de Los Tropicuba, junto a Alberto Morgan y Rosita Mena, conocida también como Zita del Real. Cuando el disco sencillo se publicó, Sonotone decidió promocionar Pancho calma en Radio Cadena Habana, que comenzando por el #19 del Hit parade, lo llevó hasta el #5. Pero cuando los dueños de Radio Progreso se enteraron que ellos tenían la cinta original, empezaron a radiar La pachanga, convirtiendo el tema en un éxito en toda la isla. Los dueños de Sonotone pidieron entonces a Eduardo Davidson otros temas para que Rubén Ríos pudiera grabar su primer álbum Rubén Ríos canta y baila la pachanga.
Hay que destacar el papel crucial de Teresa Teté García-Caturla en la gestación del ritmo pachanga. Cuenta Rubén Ríos que algunos de los hermanos García-Caturla habían acabado de regresar de una gira, donde también habían actuado en Haití. Teté traía un nuevo sonido. Cuando Davidson le explicó el ritmo que quería para la pachanga, ella le dijo: ‘”Ya sé lo que quieres, y te lo voy a mezclar con este sonido haitiano; lo tocaré con una caja de botellas de cervezas, esas que son de madera”. Cuando aquella mujer comenzó a tocar, con su talento, todos los que estábamos en el estudio gritamos a coro “Eso… eso es lo que lleva ese tema”. Ahí nació el ritmo pachanga. Hay que darle el crédito por el ritmo a los dos, a Eduardo Davidson, que ya lo traía en su cabeza, y a Teresa García-Caturla, por desarrollárselo.
Se desata la locura
En julio de 1960 la pachanga, en diferentes versiones, está arrasando en Cuba y figura en el primer lugar de los éxitos en discos, radio y televisión, según las principales revistas y secciones especialistas. La revista Show, dedicada al espectáculo y la música, registró durante 1960 en cada entrega mensual el avance del ritmo de Davidson y sus múltiples versiones: las Hermanas Valdivia llevan al cabaret Copa Room del Hotel Riviera una versión que une dos éxitos de Davidson La pachanga al cantío del gallo, y para finales del año, Pacho Alonso estremece el ambiente de los night-clubes con su peculiar versión de La pachanga original. En los primeros meses de 1960 el Conjunto Casino graba con el sello Velvet el LP Qué buena está la pachanga, donde incluyen el tema original con un excelente arreglo donde la percusión tiene protagonismo. El sello Discuba no se queda a la zaga y también graba a la orquesta Aragón, “La Charanga Eterna”, con algunas pachangas que publica en el LP Charangas y pachangas: Bella muñequita (Richard Egües), Eso de ti (Roberto Nodarse) y Kilimanjaro (Mario Recio).
En julio ya están listos para entrar en enardecida competencia otros tres discos pachangueros: un sencillo de Pacho Alonso para Discuba (RCA Victor) con La Pachanga y El Pachanguero; y dos LPs, uno de Eduardo Davidson con doce pachangas para el sello Puchito (que presumiblemente fueron publicados no en La Habana, sino en Miami, al relocalizarse Jesús Gorís y su sello en esa ciudad), y Fajardo y sus Estrellas (Panart), que incluye dos pachangas de Eduardo Davidson: Pancho calma y La pachanga original, en versión para orquesta charanga, similar al formato y arreglos de la Sublime, pero dando preeminencia a los solos de violín y flauta que caracteriza el trabajo de Fajardo en ese tiempo, muy diferente a la de Rubén Ríos con Ramón García y su Pachanga.
Para la campaña de la Navidad de 1960, Panart realiza una serie de lanzamientos en Cuba, entre los que se incluye el disco Esto solo se da en Cuba por Fajardo y sus Estrellas, con dos pachangas: A bailar pachanga (Ricardo Díaz) y Gozando la pachanga (José Fajardo). Este disco sería publicado de nuevo en Estados Unidos bajo el título Let’s Dance With Fajardo. Es evidente que en 1960 antes que Fajardo saliera de Cuba, grabó para Panart más pachangas que las incluidas en estos dos discos, como Sayonara, una versión de El pájaro chogüí, y el corte que da título al disco donde aparecen: el LP Sabrosa pachanga. Presumiblemente, tras su relocalización en Miami, Ramón Sabat con Panart no realizó nuevas grabaciones con Fajardo y su orquesta.
Pero es en Cuba, ante el gran éxito comercial del ritmo y su tema emblemático, donde surgen los primeros reclamos de paternidad. La revista Bohemia en su número del 18 de septiembre de ese año publica la denuncia del compositor Tony Gaínza contra Davidson, atribuyéndose la autoría del popular ritmo. Gaínza exhibe la partitura de su composición Pachanga sensacional (que meses después sería grabada en Nueva York por la Orquesta Oriental Cubana), y que inscribiera, sin decir cuándo, en el Registro de la Propiedad Intelectual como “ritmo pachanga”. Como argumento, Gaínza se aferra al hecho de que Davidson habría inscripto su obra el 12 de mayo de ese año como merecumbé (género que, como se sabe, pertenece a la música popular colombiana) y como tal fue editada la partitura por Peer Music Co., partitura que, siempre según Gaínza, fue enmendada después clasificando la pieza como “pachanga”. (Vale destacar que en la primera grabación, a cargo de la orquesta Sublime, el género que indica el disco es “pachanga”)
El mundo y Nueva York
Antes de que termine el año 1960 la revista Show anuncia que las cantantes Zoila González y Lili Conde popularizan el ritmo de la pachanga de Eduardo Davidson en Lima, Perú. El argentino Luis Aguilé la graba para Odeón con arreglos y respaldo de Julio Gutiérrez y su orquesta y en noviembre ha vendido ya doce mil copias. Los Llopis, que estaban en el estudio de Radio Progreso el día de la grabación de Rubén Ríos, toman nota de la pegadiza melodía y su ritmo, y la incorporan a su repertorio, en arreglo donde el saxofón tiene gran presencia, y la llevan a México como novedad en sus presentaciones, y luego a España, aunque aquí el cantante cubano Raúl del Castillo se les adelanta. Cuando aún la pachanga es hit en Cuba, comienza su internacionalización de manera simultánea en muchas partes del mundo. Nueva York no será el único lugar.
En julio de 1960 el recién estrenado Gobierno Revolucionario nacionaliza empresas y bienes de ciudadanos norteamericanos en el archipiélago cubano. La rápida sucesión de medidas de acción y reacción entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos provocaron con igual celeridad la desarticulación del negocio del disco y el show-bussiness, y su reflejo en un “efecto pánico” que desembocará en el éxodo de numerosos músicos, mánagers, promotores, ejecutivos de disqueras, y el no retorno de muchos que se encontraban cumpliendo contratos en el exterior. Sería aventurado decir que la pachanga llegó a Nueva York exactamente con el exilio de relevantes instrumentistas cubanos: había demasiado contacto musical, comercial y personal antes que se produjera el cierre total promovido por ambas partes políticas. No olvidar que Panart, Puchito, Discuba y otros sellos distribuían regularmente sus discos en Estados Unidos y probablemente desde el momento mismo en que Davidson “pega” su pachanga los discos llegaron a manos de músicos y fanes latinos radicados en Nueva York, Los Ángeles y otras ciudades.
La existencia de un movimiento charanguero en Nueva York y otras ciudades desde finales de la década de los años 50 es un elemento que hace natural la inserción de la pachanga en la versión charanguera que en Cuba defendieron la Sublime, Fajardo y otros, y ayudará a la difusión y redimensionamiento del nuevo ritmo, en el que Charlie Palmieri y la charanga Duboney (Pachanga sabrosa, Son de pachanga, Bronx Pachanga USA), y Pacheco y su Charanga son tempranos referentes junto a Joe Quijano, coautor e intérprete de su mayor éxito internacional: La pachanga se baila así. La charanga, como formato instrumental, será ideal para el lucimiento de los flautistas en las numerosísimas pachangas que tocan y graban: además de José Fajardo y Johnny Pacheco, será el momento de lucir virtuosas improvisaciones para notables flautistas como Pupi Legarreta, Rolando Lozano, Eddy Zervigón, Mauricio Smith, Kevin Sweeny y otros.
A diferencia del estilo charanguero, las pachangas grabadas por el otro Palmieri, Eddie con La Perfecta, sugieren un mayor grado de experimentación y de preeminencia de la sección rítmica, que evoca lo que estaba haciendo en La Habana en esos momentos el flautista Pancho El Bravo,(recogido en discos para el sello Gema), en la línea sugerida por Ramón García-Caturla en sus grabaciones con Rubén Ríos. No deben olvidarse a Lou Pérez, notable pianista, flautista, compositor y arreglista de raíces cubanas y boricuas, cuya orquesta charanga era considerada para 1961, una de las mejores y más preparadas para brillar en el panorama pachanguero.
El boom de la pachanga con epicentro desplazado a Nueva York desbordó cualquier pronóstico y no hubo prácticamente líder de orquesta latina que no se apuntara al ritmo de moda y lo que quizás fue peor, aunque sus propuestas nada tuvieran que ver con la creación de Eduardo Davidson, igual las clasificaban como pachangas, dotando a esa palabra de otro significado: como gancho comercial para la aceptación y el éxito. La discografía y el repertorio de la pachanga en los comienzos de los años 60 parecen ser infinitos: Arsenio Rodríguez (Changó Pachanga, Sabor de pachanga, Pachanga Time), Mongo Santamaría (Pachanga pa ti, Pachanga Twist), Alfredito Valdés (Sabrina! (Pachanga), Pachanga Orbit); Ray Barretto (Blue Pachanga, Jazz pachanga); Belisario López (A bailar la pachanga, Pachanga Vol. 2); Tito Puente (Baila pachanga, Pachanga Flute, Pachanga con Puente); Miguelito Valdés (Gozando la pachanga); Bobby Cruz (Pachangamanía), Sabú Martínez (Astronautas de la pachanga), y muchísimos más.
Desbordando los límites de la Gran Manzana, el boricua Yomo Toro experimenta con su Cuatro Pachanga; en México la pachanga tuvo su reflejo en las grabaciones de Memo Salamanca y Ramón Márquez, y el dominicano Joseíto Mateo experimenta en profundidad con la pachanga y el merengue, creando el merechanga, para sumarlo a las variadas fusiones intentadas por otros músicos con diferentes géneros y ritmos. Pero quizás fue en África Occidental y Central, regiones que aprecian particularmente las orquestas tipo charanga, donde más locura desató el nuevo ritmo: por citar solo algunos ejemplos, en Gabón, el Orchestre Afro Succès publicó Me gusta pachanga; en Camerún, el Orchestre Orfecam Jazz, Pachanga Africa; en Congo, Les Batchichas, Aprende pachanga, y la African Fiesta, Cumbre pachanga; y en Costa de Marfil, el West African Jazz, West African Pachanga.
El pastel se avizoraba delicioso y prometedor, y la situación creada con los cambios en Cuba enajenaba certezas y reconocimientos que antes eran de de difícil cuestionamiento, por ejemplo, la autoría de una obra y la autenticidad de un origen. Artículos varios, como el publicado por José Torres Cintrón en el diario La Prensa de Nueva York, con la voluntad de lanzar luz sobre los orígenes de la pachanga, no consiguen ser abarcadores en el análisis y la narración histórica, aunque sí en subrayar las influencias del merengue, el son y el mambo en lo que ya se interpretaba en Nueva York como pachanga. Eduardo Davidson, quien en ese momento estaba lejos geográficamente del centro mundial de la pachanga, es ignorado. Ese fue el contexto en el que a la criatura le salieron otros padres que se disputaban la gloria del ritmo que puso a bailar al Bronx de una manera diferente a como se hizo antes en Cuba.
Mientras Pacheco y Fajardo se esforzaban por ceñirse la corona del reinado pachanguero, el gran Arsenio Rodríguez, como en una segunda temporada de un prolongado serial, reproduce reclamos que ya había hecho cuando la polémica del mambo, equiparando la pachanga con ritmos músico-bailables pre-existentes como el son montuno (que dice, llamaban “chivo” en algunas zonas) y ubicando su origen “pre-Davidson” en sitios geográficos muy precisos. La historia vuelve a repetirse. Me quitaron el mambo y ahora me quieren quitar el montuno, afirmaría Arsenio a Torres Cintrón.
La pachanga fue el último ritmo que salió de Cuba e impactó en el mercado internacional de la música; vivió en Nueva York el esplendor de una verdadera fiebre entre 1960 y 1963, estampando su sello en casi toda la música bailable de esos años. La historia de sus orígenes y creación ha ido enderezándose y aunque parece ya incuestionable el papel de Eduardo Davidson y Rubén Ríos en ella, no está de más insistir y recordar, como decía Benny Moré, cómo fue.
Fuentes consultadas:
-Rubén Ríos: correspondencia vía email con Tommy Meini.
-Sección Disco-Show. En revista SHOW. Julio de 1960. Pag.60. -Teté García-Caturla y Fabián García: entrevistas realizadas por Rosa Marquetti en La Habana el 3 de abril de 2018.
-Salazar, Max: Mambo Kingdom. Latin Music in New York. Schrime Trade Books. 2002.
-Revista Bohemia (1959-1961) y otros medios cubanos y norteamericanos.
-Portal Herencialatina.com
-Charlie Palmieri: entrevista del programa La Hora Faniática.
-María Argelia Vizcaíno: Rubén Ríos (biografía inédita).
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Muchas gracias Rosa Marquetti y Tommy Meini por publicar este excelente artículo sobre la Pachanga, muy completo e informativo con los discos claves y por supuesto gracias también a Gladys Palmera. La Pachanga fue un ritmo que se escuchó mucho en NY y siempre hubo controversias acerca del origen de ese ritmo pero esta investigación aclara el origen con entrevistas con Davidson y el cantante Rubén Ríos.
Este trabajo, de una vez por todas, aclara muchos malentendidos entre los melómanos salseros y aquellos que siempre están disputando los orígenes de este tipo de música sin aportar argumentos, información clave, etc.