Los ojos abiertos de Genaro Salinas
La muerte que quedó en el misterio. Lil Rodríguez revive la tragedia del cantante Genaro Salinas. Una crónica policial.
Morir con los ojos abiertos puede tener diversas explicaciones, desde biológicas hasta místicas, pero a nadie le gusta ver los ojos abiertos de un fallecido. A nadie, porque ya esa mirada, aunque pareciera interpelar, o suplicar, o sentenciar, está sin conexión, no existe.
Murió con los ojos desmesuradamente abiertos. ¿Qué fue lo que le sorprendió? ¿Qué quiso decir y no pudo pronunciar cuando ingresó al Hospital de Coche en Caracas, todavía agonizando? ¿Qué cosas pasaron delante de él, en sus recuerdos, que no pudo soportar? ¿Pudo ver a sus asesinos? ¿Decidió quitarse la vida? ¿Fue un accidente? ¿Por qué sus manos laceradas, heridas, y aquella marca de un cabillazo en su cuello?
Quienes hicieron guardia a un lado del féretro contentivo de los restos del tenor mexicano, no lo miraban. Así lo declaró el declamador y presentador Víctor Morillo, quien jamás pudo olvidar, pues fue testigo directo de lo que aconteció la noche del 5 de mayo de 1957 con los abiertos ojos de Genaro Salinas.
No son pocos los testimonios que hablan de Daniel Santos acercándose al féretro, y con valentía y fe sacar de su cintura un puñal con la cacha haciendo Cruz para posarlos sobre el rostro de Genaro Salinas. Y Genaro, para asombro de todos cerró los ojos, con tranquilidad. Entonces “El Inquieto Anacobero”, inclinándose ante el amigo, lloró sobre él. Sabía que por fin Genaro Salinas descansaba en paz después de tantos días de una inexplicable muerte, porque, ciertamente había fallecido siete días antes, el domingo 28 de abril y había sido embalsamado, pero seguía en una suerte de agonía (¿espiritual?), según la interpretación que hizo Santos antes de emprender su poderoso ritual.
A partir de ese momento se fueron desatando los nudos y fluyó todo para el traslado de los restos del tenor al lugar de su reposo eterno. Sólo tenía 38 años, una voz excepcional… y una vida complicada.
En Tampico
Genaro Salinas Cardona nació en la mexicana población de Tampico, en Tamaulipas, el 19 de septiembre de 1918, fruto del matrimonio de Narciso Salinas y Concepción Cardona, quienes conformaron un modesto hogar en el que se manifestaban las carencias. Por esta razón siendo un adolescente se fue al puerto a vender ostras. De esta manera ayudaba en la casa. También reunía para estudiar en una academia de canto porque tenía una excelente voz y quería cultivarla. Todo el que le escuchaba sabía que estaba en presencia de quien sería un gran tenor.
A los 21 años, en 1939, se presentó en un programa radial de concursos y se alzó con el primer premio. Fue entonces cuando un presentador, Roberto Soto, quien lo había escuchado cantar, le propuso ir al Teatro Lírico de la capital mexicana y para la prestigiosa emisora XEW. Genaro Salinas supo aprovechar esa oportunidad y el auge de la radio en la década de los 40. Estaba cerca su primera grabación con el sello RCA Víctor.
Quienes han estudiado en profundidad la obra musical de Genaro ubican su voz en tres vertientes: matices cercanos a Tito Shipa y línea vocal en sintonía con Enrico Caruso (italianos), y emotividad cercana a Alfonso Ortiz Tirado y a José Mojica (mexicanos). Grato constatar que fueron sus paisanos los que influyeron en definitiva en la vinculación emocional del malogrado intérprete con los pueblos latinoamericanos en los cuales depositó la dulzura de su canto.
La influencia española le tocó de cerca. No hay que olvidar la gran presencia de inmigrantes hispanos en México como consecuencia de la Guerra Civil en España. Salinas se atrevió con esos temas de aires y temáticas españolas y salió airoso. Ejemplos son sus versiones de Silverio, Cuerdas de mi guitarra, Flor de Sevilla, Granada y Valencia, apegado a la inspiración de Agustín Lara.
Periplo
En esa etapa se acentuaron las intrigas y la envidia de muchos músicos de su país natal. No todos, pero sí unos cuantos con poder. Lo romántico se impondría en su carrera, y al parecer generó mucho resquemor en ese competitivo ambiente musical mexicano. Genaro no se metió en géneros musicales en los que otras luminarias estaban posicionadas, pero aún así, generó resentimientos, dada su creciente popularidad y la belleza de su voz, que a diferencia de otros, se había esmerado en cultivar.
Argentina lo recibió con los brazos abiertos al igual que otros países como Perú, Colombia, Chile y Venezuela. En Cuba, primer país que visitó al salir de México, conoció a quien se convertiría en su compañera, Malena de Toledo, cuyo nombre real era Elena Tortorelo, cantante de tangos de quien unos dicen que era chilena y otros argentina. Fue a ella a quien Homero Manzi dedicaría la letra de Malena (Malena canta el tango como ninguna…). Malena y Genaro, muy enamorados, se fueron para Argentina. Muchos investigadores y cronistas sostienen que Genaro y Malena tuvieron dos hijos, pero hay otra versión en torno a la descendencia del tenor.
En marzo de 1940, contrae matrimonio con la joven tampiqueña de nombre María de la Luz Herrera Razo (1921-2010), con quien procreó dos hijos: Genaro Jr. (nacido en 1939 en el puerto de Tampico, y fallecido en Buenos Aires, el 15 de octubre del 2001) y Concepción Salinas, nacida el 27 de septiembre de 1941 y fallecida el 28 de noviembre de 2011 a los 70 años, en Buenos Aires (Biografía escrita por Omar Martínez Benavides). ¿Se divorció Genaro de María de la Luz? ¿Cómo pudo llevarse a sus dos hijos con él? ¿Dónde se casó con Malena? En el archivo de datos del sepelio de Malena, se lee: Tortorelo de Salinas, Elena.
Lo cierto es que ya residenciado en Argentina todo iba muy bien en la vida de Genaro hasta que en una estación radial conoció a la actriz Zoe Ducós. Comentaban en los medios radiales que se hicieron amantes, pero Zoe, buscando oportunidades decidió viajar a Venezuela, y en suelo venezolano tendría amores, primero con el actor Héctor Hernández Vera para luego casarse con Miguel Silvio Sanz, tristemente célebre represor y director de la Seguridad Nacional del dictador Marcos Pérez Jiménez.
Genaro se quedó en Argentina para posteriormente viajar a México, hacia 1952, pues tenía una invitación discográfica. Grabó nuevamente con la RCA Víctor discos exitosos con temas del sur del continente. Recomenzaron entonces las campañas en su contra, y casi ningún artista quería alternar con él pues se sentían opacados. Decidió salir de México en 1956 y en lugar de regresar a Argentina optó por su tercer viaje a Venezuela, especulándose en torno a su reencuentro con la señora Ducós. Fue una decisión fatal.
El infortunio
Se sabe que llegó al hotel El Comercio, el mas prestigioso para los músicos en Caracas, muy cerca de Radio Caracas Televisión, en la zona de Quinta Crespo. Se sabe que llegó con un contrato para Radio Caracas Radio. Salinas se dedicó a la bohemia y tarde se dio cuenta que se venció ese contrato, que tenía entre sus cláusulas que el cantante no podría ser contratado por otra empresa radial en un lapso de tres meses. Por eso se dedicó a cantar en locales de segunda categoría para solventar la deuda con el hotel. Su amiga y también cantante bolerista Graciela Naranjo le ofreció alojamiento en su casa, y Genaro aceptó a duras penas. Hizo canjes e hipotecas (incluso de su pasaporte para saldar la deuda con el famoso hotel, donde, es bueno decir, le querían mucho).
Es histórico que Genaro Salinas dormía en el mismo cuarto de Alberto Naranjo, hijo de Graciela y posteriormente extraordinario músico y arreglista, fundador de El Trabuco Venezolano.
Salinas buscaba afanosamente salir de su precariedad y hubo amigos venezolanos y empresarios de espectáculos que intentaron ayudarle. Circuló incluso una especie de mensaje de Pedro Infante en que le pedía a Genaro un poco de paciencia, pues el propio Infante vendría en su ayuda. Sólo que Pedro Infante falleció el 15 de abril. 13 días más tarde caía Genaro Salinas.
El escritor Óscar Yanes, en su libro Amores de última página, describe este lamentable hecho: El domingo 28 de abril de 1957, a las siete y cuarenta y cinco de la noche, Genaro Salinas fue encontrado agonizando, con el cráneo fracturado y en un pozo de sangre, en el pavimento del túnel que une la avenida Victoria con la Urbanización Los Chaguaramos, en Caracas. Una patrulla policial lo recogió y lo llevó al puesto de emergencia de Coche, en donde murió hora y media después, sin pronunciar palabra, pero tratando de decir algo. Varios esbirros (torturadores) de la Seguridad Nacional, al parecer lo esperaron en lo alto del puente, por donde debía pasar a pie para ir a su alojamiento en la casa de Graciela Naranjo, lo tiraron de lo alto y le pasaron un carro por encima.
Salinas estaba bastante tomado; había bebido mucho con unos amigos trabajadores de Radio Caracas Televisión. Hay testimonio de esto.
Conjeturas
¿Se trató de un accidente, de un suicidio o de un asesinato? ¿Se cayó del puente debido a su estado etílico? ¿Se lanzó del puente debido a su situación económica? ¿Lo mandó a matar el Jefe de la Seguridad Nacional, Miguel Silvio Sanz, esposo de Zoe Ducós? Hay otras hipótesis más.
Las observaciones hechas por los médicos que recibieron el maltrecho cuerpo y que posteriormente practicaron la autopsia aportan datos. Tener laceradas las manos como si hubiera estado aferrado a algo tratando de detenerlo (¿una cabilla, tal vez?), tener las ropas literalmente empapadas en alcohol (a propósito), para remachar la condición etílica, los comentarios de los policías que indicaban que eso lo habían hecho funcionarios de Miguel Silvio Sanz, etcétera, además de otras hipótesis, no permiten aclarar los hechos con certeza, pero ciertamente está el testimonio de Graciela Naranjo y del periodista Arístides Bastidas, quienes al comenzar a investigar recibieron esta amenaza: “Dejen eso así, no sea que les pase lo que le pasó a Genaro Salinas”…
Muchas conjeturas están recogidas en el excelente trabajo investigativo adelantado por los venezolanos Pedro Revette y Mariana Alarcón y publicado en su blog Crónicas del Tanatos. Es importante también el aporte que hace el mexicano Omar Martínez Benavides en una biografía de Salinas. De igual forma el investigador venezolano Luis Ugueto ha abordado el caso en diversas publicaciones y hay una abundante hemerografía testimonial.
Genaro Salinas se despedía del mundo terrenal con sólo 38 años de edad. Murió en abril y en septiembre cumpliría los 39.
Muchas personas, entre ellas Alfredo Sadel, Graciela Naranjo, (quien lo había acogido en su casa), Mario Suárez y Víctor Morillo, del gremio artístico venezolano, y artistas internacionales como Daniel Santos, después de muchas circunstancias dolorosas y difíciles, recolectas, cruce de duras palabras con el gremio artístico mexicano, llamadas a la compañera de Genaro pudieron por fin embarcar sus restos, los cuales llegaron a Buenos Aires por vía aérea. Venezuela y Argentina lo pusieron todo en el asador, y lo lograron. Malena de Toledo, junto a los hijos del fallecido y otros músicos argentinos le dieron sepultura en el Panteón de los Artistas del Cementerio de la Chacarita de la capital argentina.
Malena viviría tres años mas, falleciendo en Uruguay en 1960. Su cuerpo fue llevado a Buenos Aires y sepultado al lado de Genaro. El presunto autor intelectual de esta muerte, Miguel Silvio Sanz, falleció en Maracaibo de cáncer en la próstata en 1981. Zoe Ducós, falleció en un centro geriátrico de Caracas, aquejada del mal de Alzheimer, en 2002. Graciela Naranjo falleció rodeada del afecto de familiares y amigos en 2001, a los 85 años de edad.
México nunca reclamó los restos mortales de Genaro Salinas ni intervino en las investigaciones. Fue una absurda y fatal tragedia. Genaro Salinas permanece en el recuerdo de los pueblos con una calidad que no se extingue.