Caterina Valente y Silvio Francesco

La Italia de los años 50 era ingenua y demandaba alegría. Había sufrido dos guerras mundiales, un conflicto civil y un sinfín de problemas que incidieron gravemente en su lacerante problema identitario. Mientras esperaba un milagro económico a gran escala, se conformaba con San Remo, la manifestación musical que quizás representa mejor la idiosincrasia del país trasalpino: alegría, melancolía, euforia, amargura, esperanza y caída. También felicidad y tragedia, conservación y progreso, justicia y errores, determinación y fantasía, escándalo y convención, regla y excepción.

Hoy el festival de la canción italiana por excelencia acaba de soplar las velas de su 70 cumpleaños. Quizás un buen motivo para abrir el primer baúl y rescatar el Grazie dei Fior de Nilla Pizzi (primera ganadora en enero de 1951), pero sobre todo percutir las incursiones otrora de géneros y bailes latinos que se colaron o influenciaron allí: mambo, rumba, salsa o cha cha chá. 

Esos ritmos significaban la máxima expresión de un exotismo cercano. La gente no sabía si México hacía frontera con Brasil o si el tango argentino tuviera algo que ver con Cuba. Bastaban dos maracas y todos éramos felices, explica con cierta nostalgia Marino Bartoletti, quizás el mayor experto de música italiana, autor, además, del Almanaque San Remo, con prefacio de Renzo Arbore y Pippo Baudo. Una biblia para comprender la religión laica del país. Un elenco de canciones sublimes y simples. Llenas de amor; cargadas de alma, de vida.

La música latina era la alegría que necesitaba aquella Italia de la reconstrucción social tras el conflicto bélico. Era festiva y descomplicada, no tenía miedo, no era oscura y las mujeres de las carátulas de sus discos sonreían siempre. El cha cha chá y el mambo destilaban emoción, y esa emoción era contagiosa.

Las casas discográficas americanas, Philips, RCA Victor y Capitol acaparaban casi todas esas manifestaciones latinas junto a la francesa Pathé. Pero pronto la Compagnia Generale del Disco les hizo competencia, y ante estos dos poderes surgió un tercero: Fonit Cetra, unión de las casas Fonit de Milán y Cetra de Turín. Ese ejemplo hizo que poco a poco aparecieran otras como Ri-Fi de Giovanni Ansoldi.

Con una mayor posibilidad de grabación para los artistas y con el influjo de los ritmos latinos y del rock and roll, también de moda, la canción italiana entró en un proceso de renovación, en especial la canción napolitana con Renato Carosone y Fred Buscaglione como símbolos. Ellos lograron que Italia mirase definitivamente a América, tanto a la latina del mambo como a la del norte y su jazz. Así surgieron los Night, pequeños clubes para escuchar todo aquello y vivir la noche.

Lazos transoceánicos

Italia y América Latina siempre tuvieron una especial simbiosis, probablemente desde los tiempos del héroe de los dos mundos: Garibaldi. Si bien es cierto que no todo el ritmo latino de los años 50 y 60 consiguió colarse en un certamen de la ciudad de Liguria, boquiabierta tras las irrupciones de Domenico Modugno (victoria en el debut como intérprete con el tema Piove en 1959) y el fulgurante rock de Adriano Celentano, la versión italiana de Elvis Presley.

Lo que no se discute es la influencia recíproca –musical– de estos dos continentes. Caterina Valente cantó a su país y al mundo entero Bongo Cha-Cha-Cha. Un claro alegato para indagar sobre Sudamérica, sus bailes de origen cubano o incluso esos géneros (mambo o rumba) que nacieron en la isla caribeña y que rápidamente se extendieron a otros países, también de África. En esa apología de la curiosidad no faltó tampoco el acercamiento años más tarde a la salsa, un género vertebrado con base en estilos y mezclas caribeñas entremezcladas con el jazz y el blues, propios de Estados Unidos.

Uno de esos alumnos aventajados fue Rocco Granata, quien participó en 1961 con la canción Carolina, Dai, pero cuya cuota de popularidad le llegó un año antes con Rocco Cha-Cha-Cha. Le siguieron Irving Field Trio (Pizzas and Bongos), las maracas de Sal Sicari, el mambo italiano de Sofía Loren para Vittorio De Sica en la película Pane, Amore e… o Anna (El Negro Zumbón) de Silvana Mangano, compuesto por Armando Trovajoli a principios de los años 50 para la película homónima Anna. Todos componen una muestra fehaciente del mimetismo entre el belpaese y los nuevos ritmos que llegaban del otro lado del Atlántico. Directos al casino de San Remo, al cine del naciente neorealismo, directamente a esas florecientes casas discográficas italianas o al juke box de los nights y las salas de baile.

Año bisagra

El año 1959 fue clave en el devenir de Italia, y la música no fue menos. Con Domenico Modugno en el trono (su éxito Piove tuvo lugar tras un gran viaje por Suramérica), a punto de abrirse a las frivolidades de la Dolce Vita y cuando aún faltaba casi una década para el boom Celentano; fue quizás el último año, al menos el más fértil en cuanto a conexiones se refiere con otros géneros latinos.

Cuando los discos más vendidos en el país eran Arrivederci (Marino Barreto Jr.), Passion Flower (The Fraternity Brothers), Io (Domenico Modugno) o Forever (Joe Damiano), y en el mundo pedían la vez The Battle of New Orleans (Johnny Horton), Mack The Knife (Bobby Darin), Venus (Frankie Avalon) o A mis amigos (Nat King Cole)… Cuando faltaba poco para que Tony Dallara y Renato Rascel se impusieran en el certamen de 1960, la amalgama musical italiana también abrió hueco para The Di Mara Sisters, con su álbum Cha Cha Italiana, y al gran Marino Marini, un asiduo en San Remo desde el 59. De hecho, con su tema Rosita descosió los confines de su fama… Para siempre.

Sucedió también con Cocki Mazzetti y su mítico Zero en Cha Cha Cha del 61, justo el año en el que participó en San Remo con Qualcuno Mi Ama, junto a Achille Togliani. O al mismísimo Ernesto Bonino, quien tras una gira en 1947 por Perú, Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, México y Cuba, conquistó La Habana –junto a Tina De Mola– con la canción Chinito Chinita. En el 52, ya residente en Estados Unidos, frecuentó varios clubes de jazz en Chicago, y sólo diez años después terminó tercero en su única participación en el festival con la canción: Gondolí, escrita por Renato Carosone y Nisa (Nicola Salerno).

No es imposible encontrar, incluso a día de hoy, su vinilo titulado Paisaje italiano, un LP mexicano con letra en español. Italia siempre tuvo ese retrogusto añejo que, a diferencia de otros, supo mejor que nadie conservarlo en formol para que siempre pareciera joven. Eternamente joven con pulsiones vitales.

De modo que el símbolo de todo esto fue San Remo. La casa de las flores, el lugar donde se quitó la vida Luigi Tenco, el Teatro Ariston (desde 1977) y la irrupción de los rublos. Pese a su nueva realidad apocalíptica no olvida el histórico Nel Blu Dipinto De Blue. Fue lugar de príncipes, políticos y empresarios. De mar y montaña. De especulación inmobiliaria. Con huellas de Italo Calvino y de Gente de Zona, el último grupo cubano de salsa y reguetón que levantó a la gente de sus asientos en los tiempos en que el Aristón olía a vino y rosas. Recordar eso ahora suena a distopía.

No sólo el cha cha chá invadió Italia. Gracias a los triunfos de algunos artistas en el Festival de San Remo también lo hicieron otros ritmos latinos, lo que en esta playlist queda demostrado. Por ejemplo, el fox-trot con Ernesto Bonino (que, por cierto, se grabó en Cuba con Panart), el tango con la estrella juvenil Rita Pavone (su éxito posterior en Argentina quedó patente en la película Nueve Reinas) o el mambo con aquella mítica escena de baile de Sofía Loren en Pane, Amore E... junto a Vittorio de Sica, y con ella misma cantando en La Donna Del Fiume. ¿Y qué eco tuvo todo esto en América? Rafael Cortijo e Ismael Rivera lo comprueban con la versión puertorriqueña del clásico de Domenico Modugno, Volare, en 1957.

Playlist

1. Caterina Valente con Werner Muller Orchestra - Bongo Cha-Cha-Cha
00:00:20
2. The Di Mara Sisters - Tea for Two
00:03:05
3. Ernesto Bonino y Marta Pérez con la Orquesta de Fernando Mulens - Chinito Chinita
00:05:14
4. Cocki Mazzetti - Zero en Cha Cha Chá
00:08:22
5. Silvana Mangano con Xiomara Alfaro - Sube espuma
00:10:56
6. Alessandro Cicognini - Mambo italiano (Pane, amore e...)
00:14:07
7. Gino Montebello Orchestra - Geisha Cha Cha
00:16:40
8. Sal Sicari and his Rio Madrid Orchestra - My Heart Belongs To Da
00:18:55
9. Rita Pavone - Tango Della Scuola
00:21:38
10. Noris de Stefani con Orchestra Zuccheri - Il Bongo Del Cha Cha
00:24:52
11. Marino Marino ed il suo Quartetto - Stu Mambo Cha-Cha-Cha
00:27:43
12. Michelino a il suo Complesso Cha Cha Cha Della Segretaria
00:30:13
13. Rocco Granata - Rocco Cha Cha Chá
00:32:43
14. Sophia Loren con Armando Trovaioli e la sua Orchestra - Mambo Bacan
00:34:40
15. Cortijo y su Combo - Volare live
00:38:04

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