Luis Carbonell

No solo va a quedar su voz, sus muchas voces, en el recuerdo, sino sus expresiones, y el vuelo de sus manos.

Esta noche de diciembre de 1948, aquí, en el teatro Warner de la CMQ, que luego se conocerá como cine Radiocentro, va a comenzar verdaderamente la historia de este recitador que no recita, de este declamador que no declama, sino que dibuja en el aire los tonos y los silencios, todos los claroscuros de la poesía.

Se llama Luis Mariano Carbonell Pullés, nacido en Santiago de Cuba en 1923. Ya ha sacudido con su arte a públicos diversos, en Santiago, La Habana y Nueva York. La gente comprará sus discos y repletará los teatros donde grabe en vivo. Y todo el mundo sabrá que Luis Carbonell es “El Acuarelista de la Poesía Antillana”. Nadie olvidará nunca su voz diciendo:

¡Zumba, mamá, la rumba y tambó! // ¡Mabimba, mabomba, mabomba y bongó!
¡Zumba, mamá, la rumba y tambó!
¡Mabimba, mabomba, mabomba y bongó!
¡Cómo baila la rumba la negra Tomasa!
¡Cómo baila la rumba José Encarnación!
Ella mueve una pierna, ella mueve la otra,
él se estira, se encoge, dispara la grupa,
el vientre dispara, se agacha, camina, / sobre el uno y el otro talón.
¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui! // ¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!

Es un clásico en su repertorio, el poema La rumba, de José Zacarías Tallet. Y resume la esencia del arte de Luis Carbonell: sonoridad y gracia. Es una muestra del sentido que él le dio a su carrera, que no se conformaba con expresar y ser, sino enseñar, para que los demás entendieran y pudieran ser. Por eso había estudiado magisterio en su ciudad natal. Fue profesor de inglés, pero a la par estudiaba piano. Su sueño era ser concertista de música clásica.

Mientras vivió en Santiago de Cuba, se vinculó a la radio y a los músicos de la ciudad, y comenzó a probar suerte recitando poesía. Todavía estaba lejos de lo que llegaría a ser, pero tenía la educación, la cultura y el ansia de lograrlo, pero a su manera, no como uno de los personajes de sus estampas, que quiso imitar al boxeador El ñiño Valdés:

–Blancanieve, qué le pasa a tu negro Bernabé,
que nunca sale contigo ni en el barrio se le ve.
–Ja ja, ay, mi hermana, que tú sabes,
el negro está de revés, / por la noche va al girnasio a ejercitar los bicéps.
–¡Muchacha, qué cosa es eso, no te puedo comprender!
–A practicar el borceo con guantes y tó, Cheché,
ya tiene su parren palner, su secon y un managér
y toa la noche se entrena por allá por Ataré,
él quiere ser borceador, darle al puño como é
y llegar a ser campeón igual que el Niño Valdés.
–Para eso debe estar muy fuerte, / tiene que ‘engrasarse’ bien…
–¿Que si se engrasa?, muchacha, ahora come igual que tré
y me tiene medio loca con la comida hace un mé.
Desde que está en el borceo, a la hora de comer,
nada de arroz con frijoles, harina o tentempié…
¡Filete!, ¡mucho filete!, eso es lo que quiere él.
Y no creas que uno solo, ¡se come al día hasta sei!

Marchó a La Habana en busca de su sueño, y quiso viajar a España, tal vez para respirar el aire que había aspirado un poeta que dejó a la ciudad oriental en la eternidad, Federico, en ese poema que Luis nunca dejó de decir:

Cuando llegue la luna llena iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago / en un coche de agua negra, / iré a Santiago,
cantarán los techos de palmera, / iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña / iré a Santiago,
y cuando quiere ser medusa el plátano / iré a Santiago.
Iré a Santiago / con la rubia cabeza de Fonseca. // Iré a Santiago.

Él lo contó de esta manera: “Tuve la oportunidad de trabajar con Rita Montaner en Santiago de Cuba, y ella misma me alentó mucho porque el público parece que me acogió muy bien. Tenía un amigo que llegaba de Nueva York en el año 1946, me embulló. Y allí en Nueva York yo volví a encontrarme a Esther Borja, que yo la había conocido en Santiago de Cuba, también. Para mí, mi hada madrina, para mí es el ser más querido, más prodigioso que yo he tenido porque aparte de que me alentó mucho en Nueva York, me presentó a muchas personas. Me presentó a Ernesto Lecuona.  A través de Lecuona yo conocí a Diosa Costello. En aquel momento, año 47 y 48, Diosa Costello era la artista puertorriqueña más famosa de los Estados Unidos. Me invitó a trabajar en el Teatro Hispano”.

Y en el Teatro Hispano triunfó. Trabajaba en una joyería, pero se nutrió de Broadway, de los espectáculos del Carnegie Hall, de la vida de la gran urbe. Y a su regreso a Cuba fue a parar a casa de Esther Borja. Carbonell lo contó así: “Y después de esas relaciones yo fui al auditorio Amadeo Roldán y recité. Era nuevo, no me conocía nadie, pero tuve un éxito considerable. En ese espectáculo me vieron una pareja de cómicos argentinos muy buenos que había en ese momento; Nick y Biondi. Me vieron después en una casa y me conectaron con la CMQ y el Teatro Warner”.

Y aquí está esta noche el hombre que recitaría, con su estilo luminoso, con gracia y con profundidad, a poetas como Nicolás Guillén, García Lorca, Aquiles Nazoa, Tallet y a otros que escribieron estampas para él. Fue el mismo comediante Pepe Biondi quien le acomodó lo de “acuarelista”. Después de verlo le preguntó dónde actuaba. Y Luis Carbonell, nervioso, le dijo: “No, mire es que cada vez que digo que recito hay rechazo.  Entonces él me dice a mí: «pero usted no recita.» Yo me sorprendí, y le digo: no recito, entonces, ¿qué hago? «Bueno mire, le voy a explicar: yo lo vi a usted, me sorprendió mucho, porque en primer lugar usted mueve las manos, como yo no había visto moverlas todavía recitando, usted dibuja lo que usted está diciendo, usted todo lo grafica, usted dibuja, crea el ambiente, usted no es recitador, usted es un poco más que recitador y un poco menos que actor. Usted actúa lo que está haciendo, así es como un pincel, como una acuarela”.

Por eso uno cierra los ojos y escucha su voz “narrando” la historia de Los quince de Florita:

Conste que no es fantasía / lo que les voy a contar…
Los personajes son reales, / viven en cualquier lugar…
Un matrimonio, la hija, / los quince, evento social… / Fecha y lugar nada importan, / sucede en modesto hogar…
-Juan de Dió… deja Bohemia / y no empiese a cabesial,
hoy te etropeo la sieta / polque tenemo que ablal… / el mé que viene Florita
a los quince va llegal, / a la edá colol de rosa
como dice la jai-lai / y lo mimo que eta gente, / se lo vamo a celebral…

Uno de los discos se hizo grabado en Radio progreso con público. El primer disco salió en 1950. Murió, tras larga y fructífera vida, en el 2014. Lo hizo sabiendo que nadie lo igualaría. Solamente él, su voz, sus gestos, sus manos. Y el ritmo:

¡Cómo baila la rumba la negra Tomasa! ¡Cómo baila la rumba José Encarnación! // Ella mueve una pierna, ella mueve la otra,
él se estira, se encoge, dispara la grupa,
el vientre dispara, se agacha, camina, /sobre el uno y el otro talón.
¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui! /¡Chaqui, chaqui, chaqui, charaqui!

Luis Carbonell es Cuba y Cuba es y será él para siempre.

No solo va a quedar su voz, sus muchas voces, en el recuerdo, sino sus expresiones, y el vuelo de sus manos. 

Playlist

1. Luis Carbonell - La rumba (José Zacarías Tallet)
00:00:26
2. Luis Carbonell - Los quince de Fluorita (Jorge González Allué)
00:04:35
3. Luis Carbonell - I'll Try (Roberto Díaz de Villegas)
00:07:49
4. Luis Carbonell - Mamita quiero arrollá (Roberto Díaz de Villegas)
00:11:57
5. Luis Carbonell - Son (Federico García Lorca)
00:15:10
6. Luis Carbonell - La alergia (Enrique Nuñez Rodríguez)
00:17:38
7. Luis Carbonell - Y tu abuela a ónde está (Fortunato Vizcarrondo)
00:19:10
8. Luis Carbonell - La negra que quiso teñir la rumba (Arturo Liendo)
00:20:51
9. Luis Carbonell - Igual que el niño Valdés (Arturo Liendo)
00:23:30
10. Luis Carbonell - Balada de los dos abuelos (Nicolás Guillén)
00:27:00
11. Luis Carbonell - Esa negra Fuló (Jorge de Lima)
00:30:06

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