Ricardo Lew

El múltiple viaje

Entre las décadas de los años 60 y los 90, innumerables discos de vinilo llevaron a los ídolos de la música latina hacia latitudes remotas, hecho impensado unos años antes. Solistas y agrupaciones comenzaron a escucharse en nuestras casas, mientras giraba algún Larga Duración con sonido estéreo, que cantábamos una y otra vez. Ese nuevo mundo sonoro llegaba para quedarse y comenzaba a escribir una nueva historia de la música popular, que es parte de nuestra memoria colectiva.

Como un mago entre las cuerdas, formando parte de grandes orquestas o de pequeños formatos musicales, en prestigiosos escenarios del mundo, en los sótanos de la “bohemia” o en estudios de grabación de Buenos Aires, el nombre de Ricardo Lew está entre los legendarios maestros de la música del vinilo. La guitarra y el “sonido Lew” acompañaron innumerables éxitos de los sellos discográficos a lo largo de sesenta años de carrera artística que aún continúa.

Según el dicho popular “para la muestra sólo hace falta un botón”, y es en la figura de este músico donde se resumen múltiples viajes de la música latina, acunada por el inmenso Atlántico, donde todos cabemos.

Primeras travesías

Ricardo Lew era un niño de una Buenos Aires que en 1950 avanzaba al ritmo de las grandes ciudades. A los 10 años ya tocaba la guitarra con su padre y su madre en los números musicales entre funciones de cine. Y quizás, mientras su prodigioso oído registraba el mundo sonoro a través de radios, cine y televisión, se fue despertando un fino paladar para los distintos estilos, que lo convertirían en uno de los guitarristas más requeridos, por su inconfundible sonido con todo tipo de guitarras y su sensibilidad sin límites.

Desde su primera banda de rock al estilo Presley, la adolescencia lo encontró en medio a la revolución musical Beatle de los años 60, junto a esos jóvenes apodados “los melenudos”, que no se disciplinaban a las imposiciones del gobierno militar de turno. Participó del famoso grupo de rock Los Guantes Negros, donde quedó grabada una de sus primeras improvisaciones en guitarra eléctrica.

Su destino siguió en un pequeñísimo sótano sin decoración de la Avenida Pueyrredón, donde todo estaba por suceder: Ricardo Lew llegaba a La Cueva. Ese reducto escondido, territorio de la bohemia porteña sumergida en el jazz y la poesía, se convertiría en el lugar de encuentro de músicos de diversas formaciones.

Cuenta Javier Martinez, mítico baterista argentino: La Cueva era un lugar sin categoría, muy surrealista, donde había mucha improvisación, mucho jazz, mucho intercambio… y que tenía músicos fijos, entre ellos, un guitarrista llamado Ricardo Lew. En La Cueva conocería a Rubén Rada, quien lo llevaría por las rutas del afrocandombé.

Bueno, cuando yo tenía unos 17 años, recuerda Lew, unos amigos músicos que estaban trabajando en La Cueva hablaron con el dueño para que yo entrara como músico estable. Pero tuve que esperar a cumplir los 18 porque era menor de edad, y aparte, eran los inicios del pelo largo, la “época beatleana”, de Los Beatles. Fue como una revolución, y todos los chicos se dejaban el pelo largo y andaban los hippies, protestaban, y bueno, los gobiernos militares dictatoriales de ese momento no toleraban eso; entonces venían todos los días o día por medio a La Cueva, y en un colectivo vacío se llevaban a todo el mundo. Yo entré a trabajar ahí, y tenía una guitarra que era una imitación de las Repiso, que después pude comprarme, porque eran muy caras, de un luthier español que vivió en Argentina mucho tiempo y hacía unas guitarras fantásticas.

Solían venir los hermanos (Hugo y Osvaldo) Fattorusso que eran del grupo Los Shakers. Estos uruguayos aparecieron con un muchacho de raza negra, que como andaba con unos aros grandes, tipo argollita, se hacía llamar “Aros Rada”. Era el negro Rubén Rada. Después con el tiempo los Fattorusso se fueron a vivir a Estados Unidos donde hicieron una gran campaña, y Rada se fue con ellos. Estuvo allá unos años con Airto Moreira y Flora Purin, dos grandes músicos brasileños que tocaron con Chick Corea en un grupo que se llamaba Return to Forever. Rada volvió a la Argentina, armó un grupo para trabajar, después hubo algunos cambios y me llamó a mí. Y en ese momento se desató la Guerra de Malvinas, por lo que en los medios de difusión argentinos prohibieron toda música que fuera cantada en inglés. Entonces no quedó más remedio que pasar músicos nacionales, y eso impulsó la carrera de muchos grupos y cantantes, y la de Rada también. Comenzó a ser una figura muy conocida. A partir de ahí, trabajamos mucho.

Rumbo a las músicas afro-latinas

En los años 70 Lew se convirtió en uno de los “sesionistas” de incontables grabaciones en estudio para figuras de la canción de Argentina y el mundo. Su guitarra estuvo presente, por nombrar algunos, entre las bases instrumentales del cantante borincano Cheo Feliciano, formando parte del staff de músicos que trabajaban desde Buenos Aires para Fania Records. Así se puso en contacto con composiciones de música afro-latina. Comenzaban a jugar entre sus dedos, partituras de los mejores arreglistas del momento como Jorge Calandrelli, Mike Ribas y Raúl Parentella.

Para Cheo Feliciano, recuerdo que grabé con Calandrelli, que es un arreglador que está hace un montón de años en Estados Unidos y graba también para Barbra Streisand, Tony Bennett y Celine Dion. Gran músico. Y él se comunicaba con el cantante, quien le decía: “maestro, le voy a mandar las canciones”. Así que le mandaba un cassette dentro de un sobre con los temas. Él escribía el arreglo, nosotros lo grabábamos, y después lo mandaba allá (a Estados Unidos) y le ponían la voz y salía el disco. Con Cheo Feliciano fueron unos boleros y unos temas tremendos.

Corrían las épocas de trabajo exigente y profesionalizado para los músicos, que envueltos por el vertiginoso avance de las tecnologías de grabación y reproducción, mientras conocían y aprendían los estilos, en poco tiempo, creaban piezas artesanales únicas, que serían grandes éxitos de venta y difusión.

Se despertó en mí un paladar para los distintos estilos, dice Lew. He grabado boleros para Olga Guillot, para Fetiche, música italiana con Nicola di Bari, Ornella Vanoni, Iva Zanicchi. Me gustaba la música italiana, la salsa, me gustaba el bolero y después descubrí el folclore.

Clave y tambor. Afromúsicas del Río de la Plata

Me pregunto ¿cómo fue que se confabularon las aguas, los viajes y los encuentros memorables en la infinita guitarra de Lew?

Este artista del Atlántico Sur, fue parte de un mítico team de amigos músicos uruguayos y argentinos que, como solía suceder en la década de los años 80, eran impulsados por representantes de sellos discográficos como Miguel Loubet, quienes impusieron sus hits, y llevaron a nuevos escenarios el viejo candombe de los barrios negros de la esclavitud.

Y al ritmo de los tambores, junto a la alegría y el talento sin fin del cantante y compositor afrouruguayo Rubén Rada, sumó Lew su guitarra, junto al bajo eléctrico de Beto Satragni; su inseparable baterista y percusionista Osvaldo Fattorusso, y Ricardo Nolé en teclados y arreglos. Convocaban a multitudes a bailar y festejar temas como Candombe pa’l Fatto, Martuan, Montevideo, Me pa, que tú, no sa, que yo, te quie

Un nuevo viaje para las afromúsicas quedó en vinilos de alta fidelidad, grabados en estudio o en recitales multitudinarios. Los rumores de las lonjas, vencieron el gris de una guerra y retumbaron entre los colores de la democracia, ayudándonos a reencontrarnos con nuestros deseos de vivir. Del álbum de Rubén Rada y su grupo, La yapla mata, destaca el tema Un candombe para Gardel, que vendió cientos de miles de placas, y donde Lew nos dejó una de sus famosas improvisaciones.

Nos quedan los sonidos de este mágico grupo que floreció entre tambores ancestrales y los nuevos instrumentos eléctricos de los años 80. Fueron ocho años de intenso trabajo, con giras memorables por Suramérica, México y Cuba, llenando estadios que explotaban de euforia con las fusiones del ritmo candombeado, la música afrocaribeña, el latin jazz, el rock y el pop.

Se presentaron en el 84 y en el 87 en el Festival de Varadero en Cuba. Allí triunfaron con sus tambores, y se pusieron en contacto con destacados músicos cubanos.

Nosotros volvimos en el 87 a Cuba. Y creo que ya no estaba (Arturo) Sandoval. Pero apareció en el hotel que se llamaba Oasis, donde estábamos parando todos los invitados al Festival. Esa noche vino a tocar de visita, nosotros estábamos con Rada, también teníamos que tocar, y me preguntó: ¿qué has venido a hacer?, ¿tienes tu guitarra por ahí? ¡Agárrala!, y me llevó al “boliche” donde tocaba él, y aunque podría haber tocado horrible, el tipo se jugó!!…

Estos encuentros entre músicos latinos reabrieron las rutas entre el Caribe y Buenos Aires, que ya en los años 50 compartían orquestales, estudios, cantantes y producciones. El memorioso Ricardo Lew recuerda a Carlos Argentino Torres, “El Rey de la pachanga”, quien cantó con la Sonora Matancera varios años, y a su vuelta a Buenos Aires en los años 60 registró éxitos como La pachanga del fútbol.

Carlos Argentino, con quien no tuve el gusto de grabar, metió un éxito en la Argentina, que ya había grabado con la Sonora Matancera. Se llama La pachanga y creo que lo volvió a grabar acá (en Argentina). ¡Fue un exitazo tremendo!, con el que ganó mucha “guita”. Pasó algo con ese tema que muchos de los cantautores sueñan que les pase, y es que lo adoptaron las hinchadas de fútbol; y cuando un tema lo toma una hinchada, es tremenda la difusión que tiene: se canta en todos lados, la gente compra el disco. Fue un cantante que “laburó” muchísimo. Cantaba fenómeno esa onda más seria con la Sonora Matancera: boleros y guarachas. Pero esta pachanga se parecía más a la música dominicana. Fue un cantante que en la Argentina “mató”.

Con la música latina a otra parte

En la década de los años 90, un saxofonista austríaco llamado Karlheinz Miklin invita a cinco músicos argentinos a participar de un nuevo viaje atlántico.

Yo grabé dos discos con él. Vino a grabar con el trío de jazz del pianista Jorge Navarro, con Alfredo Remus en el bajo y Pocho Lapouble en batería. Agregaron la guitarra y yo estuve ahí. En el 88 hicimos una gira y grabamos en vivo, en Salsburgo, la ciudad de Mozart.

Con este grupo, llamado Karlheinz Miklin y Los Argentinos, realizaron presentaciones por distintas ciudades europeas. No podían faltar temas del latin jazz, que recorrieron con la característica virtuosidad de estos músicos de las ciudades de Buenos Aires y La Plata, siempre abiertas al mundo y a los viajes atlánticos. Por supuesto brillando como siempre, Ricardo Lew con una de sus amadas guitarras.

Y esto no se termina

Ricardo Lew fue invitado por Astor Piazzolla y Lalo Schifrin. Su guitarra también se escuchó alguna vez junto a Chick Corea, Gonzalito Rubalcaba, Gato Barbieri, Carlos Franzetti, y no se agota en esta lista, su viaje por la música. Generoso en sus entrevistas, donde nos hemos divertido entre tantas risas y sonrisas, sigue dando clases, acompañando cantantes, o participando en orquestales. Rodeado de sus guitarras que siguen siendo las únicas víctimas de sus deseos. No podría imaginar su vida sin ellas.

¡Hasta el próximo disco maestro! Gracias por tanta música entre las aguas. Nos encontraremos cuando me diga: ¡Aló Claudia!, ¿cómo estás?

Cuando pensamos en los grandes éxitos de la canción en el Cono Sur en los últimos años, y susurramos la alegría de temas que nos acompañaron, poco pensamos en los músicos que son el sonido de los ídolos. Verdaderos artesanos de la música, creadores talentosos, que compartieron su tiempo con los grandes de su época. Ricardo Lew es uno de esos imprescindibles.

Playlist

1. Claudia Salomone - Ricardo Lew (Intro)
00:00:11
2. Susana Ratcliff feat. Ricardo Lew - Atravesando el mar
00:01:03
3. Tomoko Ohno & Ricardo Lew - El otro lado del río
00:05:42
4. Ricardo Lew - Muchacha (Ojos de Papel)
00:09:38
5. Walter Ríos feat. Ricardo Lew - El motivo
00:16:55
6. Rubén Rada – Afroadicto
00:20:30
7. Gato Barbieri - Latino América
00:25:18
8. Cheo Feliciano - Siempre de ti
00:30:40
9. Mercedes Sosa - Dulce madera cantora (requinto: Ricardo Lew)
00:34:10
10. Ligia Piro - This Masquerade
00:36:38
11. Quinteplus – Pochoclito
00:41:55
12. Ricardo Lew - Cereza (Intro)
00:47:21

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