Tal vez mañana…
Esta es la historia de Bocaracá, la mítica banda psicodélica tica que puso a la ciudad de Limón en el mapa del Caribe.
Para contar la historia de Bocaracá, es necesario primero contar la historia de los afrodescendientes en Limón, Costa Rica, un puerto con mucha historia y riqueza cultural en la costa caribeña del país centroamericano.
Limón en la primera mitad del Siglo XX era un mundo aparte de Costa Rica: un pueblo multicultural, habitado por indígenas bribris y cabécares, comerciantes árabes, judíos, chinos, e italianos, pero principalmente por inmigrantes jamaicanos que llegaron a trabajar en la construcción del puerto y la línea de ferrocarril que uniría San José con el Mar Caribe. Una vez terminadas esas labores, muchos no regresarían a su país de origen y se quedarían a trabajar en las plantaciones bananeras de la United Fruit Company.
Durante muchas décadas Limón estuvo virtualmente aislado y sólo se llegaba a este de manera limitada por tren, avioneta o por una ruta agrestre por Turrialba. Había una segregación muy grande hacia la población negra, incluso existió una ley que impedía darles trabajo fuera de las plantaciones de banano del Atlántico, y los testimonios cuentan de que una vez que los trenes llegaban a Turrialba, a los trabajadores afrodescendientes se les prohibía continuar el trayecto hasta la capital. No se les consideraba parte de la población socialmente aceptada.
Tales injusticias no les impedía estar en contacto con el resto del mundo en su lugar. El Mar Caribe y el puerto les brindaba un universo de posibilidades, la posición geográfica de Limón favorecía las conexiones internacionales. Desde Limón se podían sintonizar las ondas radiales provenientes de emisoras del Caribe e incluso Nueva Orleans en una noche despejada, lo que brindaba a la provincia noticias actualizadas incluso antes que llegaran a San José. El constante ir y venir de barcos internacionales convirtió a Limón en una ciudad cosmopolita, bilingüe y avanzada culturalmente.
La vanguardia de la música no fue la excepción, el comercio del puerto ayudaba a tener un acceso privilegiado a discos importados de todas las islas del Caribe, principalmente Trinidad y Jamaica, y por supuesto, música importada de Europa y Estados Unidos por los marineros, que llenaban las rockolas de las cantinas con novedades del hit parade internacional. Un nivel y escena musical que no existía en la capital ocurría en Limón, con importantes orquestas de jazz en los años 30 y 40, así como legendarios cantantes de calypso, rumba, y rock & roll. Aunque el ambiente musical y cultural se encontraba en auge, la situación laboral no brindaba esas mismas ventajas, y los trabajadores de las bananeras eran explotados, al ser considerados como ciudadanos de segunda clase en Costa Rica.
En 1910 el joven jamaicano Marcus Garvey llegaba por primera vez a Limón. Antes de convertirse en periodista y activista, fue su experiencia en las plantaciones de banano y el ver el maltrato que sufrían los trabajadores, la semilla para su visión del pan-africanismo, que buscaba la unidad de la diáspora africana a través de la repatriación. Garvey fundó la compañía de barcos y pasajeros Black Star Line y consiguió muchos seguidores en Limón, mismos que se reunían en el edificio Liberty Hall, que con el tiempo llegaría a ser conocido como el Black Star Line, hasta que fue destruido en un trágico incendio en el 2016. Al final, la utopía de Garvey no se llegó a concretar, pero su paso dejó la Asociación Universal para el Mejoramiento del Negro (UNIA por sus siglas en inglés) y suficientes adeptos en el Caribe.
Es bajo este contexto que nació Bocaracá a finales de los años 60, formado por Isidor Asch y Luis Jákamo. El primero fue alentado por su abuela materna a iniciarse en la música desde niño y formar una banda, logrando sus primeros acercamientos musicales con el grupo infantil Los Escorpiones en 1967. Por su parte, Jákamo había pasado varios años aprendiendo de su mentor Max Forbes, legendario musico, fundador de uno de los conjuntos más importantes de Limón, Los Playmates, una de las primeras agrupaciones de rock & roll de Costa Rica. Con tan sólo 14 años, en 1969, Luis conoció a Isidor, haciendo una conexión instantánea. A las pocas semanas se encontraban ya ensayando en el garaje de la abuela de Asch, misma que sería su madrina y les ayudaría a comprar sus primeros amplificadores y una grabadora Ampex, donde empezarían a experimentar con grabaciones caseras. Lamentablemente esas cintas se perderían con el tiempo por la humedad de la costa.
En 1970 la conexión musical entre Panamá y Costa Rica era habitual, muchos conjuntos panameños de combos nacionales llegaban a realizar conciertos en Limón, y se formaban grupos con integrantes de ambos países, como Los Sorpresivos. Géneros como la salsa o el soul, y ritmos como el rock latino de Santana tenían mucha más presencia en Limón que en la capital. Es por ello que empresarios como el también músico josefino Paco Navarrete empezaron a contratar grandes nombres de la música latina como El Gran Combo de Puerto Rico para actuar en Limón y no en San José. Fue ahí cuando Luis Jákamo vio su oportunidad. Mientras trabajaba como productor independiente en la estación Radio Casino, fue contactado por Navarrete, quien le pidió ayuda para realizar un magno festival de salsa. Jákamo accedió con la condición que hicieran un intercambio: Bocaracá viajaría por primera vez a San José y actuaría en Discoteca Zorba, y Radio Casino impulsaría el primer festival de la salsa en Limón.
LOS CUATRO HIPPIES DE LIMÓN
El ambiente musical que se vivía en Limón a inicios de la década de los años 70 estaba dominado por las músicas del Caribe: reggae, calypso, música afrocubana, la nueva salsa que llegaba de Puerto Rico, Panamá y Nueva York, y la música soul y funk de Estados Unidos. Los integrantes de Bocaracá recibían toda esa influencia, pero también la del rock psicodélico y el movimiento hippie tan en boga en esos años. Esto impregnaría el espíritu musical de Bocaracá y los llevaría a crear su estilo propio.
En 1972 Bocaracá consiguió grabar su primer disco de 45 rpm gracias a Alfredo Chino Moreno, que en esos años era promotor de Dicesa (Discos Centroamericanos S.A.). Este disco, que incluía la composición propia Tal vez mañana, curiosamente sólo llegaría a ser prensado en El Salvador por Dicesa y posteriormente en Panamá por Padisco, pero no en Costa Rica. En esta primera grabación a cuatro canales contaron con la participación de Rodrigo Pigo Maffioli, un destacado músico y productor local que aportó su talento en los sintetizadores y como director artístico. Dicha grabación fue realizada en tiempo record debido al presupuesto muy limitado que tenían de sólo mil colones, unos 150 dólares al cambio de la época. Como muchas grabaciones de entonces, se llevaron a cabo en los estudios de Audio Centro, ubicados en Barrio Amón. Hoy en día esas legendarias instalaciones albergan un night club.
Para 1973 Bocaracá ya era una agrupación reconocida en Costa Rica y empezaron a participar en festivales de rock y música moderna en San José, alternando con King Kats, La Banda de la Manzana, La Izquierda Erótica y Blood Intersection. El estilo de Bocaracá, considerado por la prensa como “música progresiva mezclada con elementos rítmicos africanos”, les permitía encajar en diversas escenas, ya fuera el festival de rock pesado Sonido 72 o una presentación acompañando a orquestas de música tropical.
Sol que calienta hoy en Cahuita
En ese mismo año, la compañía Indica se acercó al grupo y les grabó su segundo disco de 45 rpm, que contenía que contenía un tema de gran potencial al mejor estilo afrolatino, Cahuita, pieza central de esta reedición. Por esos años el papa de Julián Tabasch (tecladista de Bocaracá) tenía una finca en Cahuita (una paradisíaca y virgen playa blanca con aguas claras), que los músicos aprovechaban para reunirse los fines de semana a convivir. A comienzos de los años 70 para llegar de Limón a Cahuita no había manera de hacerlo en carro, solamente caminando, o en burro (rebautizado como burrocar), y el trayecto llevaba de cuatro a cinco horas. Hoy en día ese mismo trayecto se hace en apenas 40 minutos.
En la grabación de Cahuita hubo mucha magia e improvisación. Por ejemplo, las voces estilo DJ que escuchamos al inicio fueron incorporadas en el último momento. Casualidad del destino, Jákamo salió fuera del estudio a relajarse unos minutos en plena grabación y a lo lejos vio a un compañero de colegio llamado Earl Junier, a quien invitó a presenciar la grabación y este se quedó conversando con Fernando Anderson Saty, que en ese entonces era parte del staff de la banda. Ambos invitados hablaban mekatelyu, un inglés criollo propio de Limón. Al escucharlos, Jákamo tuvo la idea de incorporarlos como parte de la canción, un dueto en un estilo callejero que encajaba a la perfección con la idea del tema. La historia en el intro parece ser una simulación de un juego de lotería o tiempo clandestino con wappi (pegar doble el mismo número, 50 pedazos o tiempos del 45) y debido a su suerte, viajara a Cahuita en burrocar a pegarse una fiesta y a vacilar en la playa, según nos explicó Jákamo en entrevista.
En 1974 Bocaracá llegó a su fin, Luis Jákamo decidió no regresar a Limón para quedarse a estudiar en la universidad en San José, e inició una nueva aventura al fundar el grupo Stop junto a Pigo Maffioli y la cantante de Key West, Petey Denham. Posteriormente formó Manantial, conjunto con el cual gozaría de gran éxito en las décadas de los años 70 y 80. Por su parte, Isidor Asch y Ricardo Espinach crearon Marfil, una nueva y poderosa agrupación que lograría un éxito comercial y que perdura hasta nuestros días.