En este “Cuentito”, El Kuelgue no son los mismos que en “Cariño Reptil”: son mejores, y entienden también su nuevo lugar en el ecosistema del nuevo rock argentino, de los que son un indudable símbolo generacional, pero también hay casi una postura de política de banda en la manera de hacer canciones.
Y si siempre los ha acompañado cierta mística tanto por esa capacidad de acometer géneros casi radicalmente opuestos como pueden ser la bossa nova, el funk-rock o el rock alterlatino como por esas letras surrealistas que entona y escriba su líder, el carismático actor y cantante Julián Kartun; este “Cuentito” es una historia breve que reivindica esa manera de hacer, pero incluso encontrando nuevos registros nunca antes explorados por El Kuelgue.
Ya se venía vislumbrando desde que comenzasen a presentar adelantos a finales del 2020, cuando “Soda” proyectaba una suerte de rock disco-funk, “View Master” los acercaba a una suerte de neo-chacarera alternativa; “Roma” los encontraba en una balada urgente a lo Alejandro Lerner; o “La Mirada” en una especie de bolero milonguero con aires de orquesta decadente con colabo estrella (la de Julieta Venegas).
El repertorio que mantenían oculto, desarrolla aún más esa mirada de nuevo rock argentino líquido y polifónico, con el piano con casi mayor protagonismo que la guitarra, cuando suenan más rioplatenses que nunca en un candombe-rock (“Altos vuelos”) o en una suerte de paso de murga hablada (“Galope”); o incluso cuando sacan a pasear sus aires de estándar jazz-rock en “Bondi” y “Volcán” para abrir y cerrar un telón que lo único que consigue es extender la magia de orquesta impredecible que compone El Kuelgue.
Alan Queipo
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