Mor-discos
Su Mr. Hyde es Juan Perro, el proyecto con el que inició hace justo tres décadas una carrera en solitario en la que se buscó dicho álter ego para volar especialmente libre por los campos de experimentación menos previsibles y cómodos para una de las estrellas menos dóciles y más inquietas de la música española más popular de los años ’80.
Su papel de músico y creador colindó con el de investigador y divulgador, casi un arqueólogo que ha ido persiguiendo no solo “la huella sonora” que han dejado las músicas latinas y occidentales en sus caminos de ida y vuelta, sino la propia huella sonora que ha ido imprimiendo él en el formato canción-rock en toda su carrera. Es nuestro David Byrne o Paul Simon.
Quizá su flamante “Libertad”, la última generación de canciones que pone a disposición del respetable, sea su mejor álbum en mucho tiempo, desde al menos “Río Negro”, de hace más de una década. Concebidas después del confinamiento duro y sucesor de los “Cantos de Ultramar” que cavilaba en una órbita más jazzy, su nuevo álbum modela piezas de estructura canción-rock que hacen ojitos a las dos vertientes negras que más se ha acercado en su obra: la latina y la afroamericana.
La facción afroamericana se manifiesta especialmente cuando se acerca al swing (“La libertad”), al funk (“Extraños deseos”), al rock and roll (“La ley del camino”) o al blues-rock (“Gibara”); y la latina, cuando mira de cerca al son en clave rock (“Quemando caña”), el bolero croonerista (“La última rosa”) o la bossa-swing (“Magnolia”). Pero siempre, Auserón suena como una suerte de prestidigitador que baila a su propio son y su propia huella sonora.
Alan Queipo.
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