Su habilidad para adaptarse a distintos géneros, unida a su ausencia total de prejuicios, le permiten navegar entre aguas a priori separadas, mezclando tradiciones ancestrales de la cultura afro -como el currulao y la chirimía- junto a sonidos modernos que escuchan los jóvenes en la calle, desde el trap hasta el dancehall, la electrónica y el hip hop.
El resultado son himnos para esta comunidad que con todo el merecimiento ya comienzan a resonar en el mundo, desde el grito de rabia de ‘Prietitud’ junto a Esteban Copete y Nidia Góngora donde rinde homenaje a un activista de Cali recién fallecido que se convirtió en el emblema de la cultura afro, hasta ‘El pueblo’, grabada al calor del paro de 2017, cuando las comunidades negras del Pacífico se levantaron contra el olvido del Estado colombiano al grito de “¡el pueblo se respeta, carajo!”.
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