Aquel ejercicio de hibridar estilos, proyectar una alianza entre una música culta y tradicional, y a la vez lunfarda y urbana, con las cavilaciones de los ritmos del futuro, supusieron un terremoto tanto en las músicas actuales como en la percepción de cómo un género tan aparentemente conservador podía ser líquido. Se percibía que los por entonces Bajofondo Tango Club querían llevar esa liquidez al propio concepto del grupo. El proyecto perdió el doble apellido (Tango Club) y se quedó con el nombre de pila (Bajofondo); pero ganó transversalidad, espontaneidad y perdió previsibilidad.
De ahí que “Aura”, su nuevo álbum, mantenga ciertas marcas de agua de ese neo-tango que comenzaron en 2001 (en canciones como “Clueca la Clueca”, “Espiral” o “Trapecista”, por ejemplo); pero, sobre todo, haya sabido ocupar nuevos espacios: desde la psicodelia-rock de “A tiempo” (con los generacionales Usted Señálemelo, los Spinetta de la Generación Z) a los ritmos folclóricos latinoamericanos (en “A las siete” o “Virgen del sol”), el groove del funk y el r&b (“Hop Club”), el trip-hop (“Absente”) o esa sensación de BSO con un pie en el arrabal y el otro en donde el dedo en el mapa decida.
Alan Queipo
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