Se notó en “Bálsamo”, un álbum en el que parecía querer dispararse en el pie, coqueteando más con sintetizadores y buscando un empaque menos orgánico y más secuenciado. Ni con esas: su segundo álbum, a pesar de mostrar una cara aparentemente distanciada del sonido a madera de su debut, también se convirtió en un rotundo éxito, a la vez que quitó varios sambenitos que se le habían impuesto.
Ahora, y tras haber puesto en marcha un proyecto paralelo como Vacación junto a su amigo El David Aguilar y tras regarnos de canciones durante estos últimos cuatro años, muchas de las últimas convergen en el flamante “Malvadisco”, un ejercicio surgido al calor del encierro obligatorio de 2020 y de la sensación de soledad y aislamiento que se ha vivido globalmente en el último año y medio.
Curiosamente, “Malvadisco” parece un ejercicio de quórum entre sus dos anteriores placas. Si bien el grueso de las canciones suenan abrigadas al calor de la guitarra y de la canción doméstica (“Malvado”, “Magento”, “Luna Completa”, “Esfera”), hay otras que parecen más conectadas con una idea de canción de autor alternativa, por momentos más eléctrica y casi indie-rockeras (“Adolescentes”, “Medio Oriente” y “Bombones”) y hasta otras que recuperan el espíritu de la canción popular latinoamericana con el grano vaporoso de mediados del siglo XX (“Sensei”, “Shulaguapa”).
Si bien por momentos es difícil diferenciar la sonoridad de las canciones con perfil más cantautoril, y se echa de menos algo más de ritmo; la sensación de melancolía y la de haber encontrado a todos los Calonchos que habitan en Caloncho en este “Malvadisco” es más que evidente.
Alan Queipo.
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