La colisión de estos dos profetas sonoros tenía que ser, a la fuerza, disruptiva. Estas cuatro canciones avanzan como el magma incandescente del volcán de La Palma, son chorros de lava que destrozan las etiquetas que existían hasta ahora para describir los sonidos contemporáneos. Ya no tiene sentido hablar de house o de trap cuando lo que está sonando es la banda sonora de la película que Tarantino nunca grabará.
Ritmos de baile dislocados, efectos vocales distorsionados y mutantes, melodías intergalácticas, una suerte de reggaetón experimental en la onda de Kelman Durán triturado con las rimas secas y cortantes del drill. El combo formado por el granadino Chico Blanco y el ceutí Soto Asa engrosa las filas del flamante sello Mareo que el primero fundó este año junto al productor 8kitoo y que ya cuenta con un primer recopilatorio de lo más sabroso, auténtico quién es quién de la electrónica que bailaremos en 2022.
José Fajardo.
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