Da la sensación de que para los colombianos Diamante Eléctrico ese momento fue en su álbum anterior, “Buitres”, un disco que continuaba presentándolos como una banda de rock and roll de melodías redondas, pero que a su vez los comenzaba a acercar a la caza del groove. Aquel disco no solo fue un fenómeno, sino que hasta tuvo una versión posterior con colaboraciones de artistas globales como Bunbury, Alison Mosshart, Vicente García o Kase.O, entre otros.

Todo hacía presagiar que la banda bogotana estaba pasando revista y poniendo un lazo a una era, más cerca de la cadencia rockera y la descarga de distorsión, para dar paso a una era dominada por cadencias que remiten al r&b, el soul o el funk. Así quedó claro en “Abracadabra”, el álbum en solitario que publicó hace menos de un año Juan Galeano, una de las mitades del dúo, cuyo repertorio era un atajo groovero de autor. En “Mira lo que me hiciste hacer”, flamante sexta producción de Diamante Eléctrico, parece que finalmente han conseguido articular el álbum no solo que los representa sino el que también escucharían en sus casas: el primer día del resto de la vida de los bogotanos suena, sin dudas, como su nuevo disco.

Marcado claramente por los géneros negros, pero sin perder ni la inmediatez melódica ni la innata capacidad pop que siempre ha marcado al proyecto ni sus coqueteos con cadencias latinas (como en la groovera “MLQMHH”); incluso toma por primera vez la voz cantante Daniel Álvarez (la otra mitad del proyecto) en “A veces”, consiguen bascular hacia una indietrónica pistera (“Cuando fuimos reyes”), hacen ojitos a un hitazo de corte disco (“Cuando quieras llegar”), se acercan al sonido de los Zoé más astrales (“Amalia”), cuestionan la heteronormatividad tóxica (“Los chicos sí lloran”) o hacen una radiografía tan crítica como romántica de su ciudad (“Suéltame, Bogotá”).

Alan Queipo