En casi cualquier otro artista sonaría forzado el cóctel sonoro de este disco, que salta del r&b introspectivo y elegante a lo Drake de ‘Someone’ al trap comercial de ‘Agüita’ (en el videoclip, grabado en las ciudades colombianas de Medellín y Pereira, recuerda al madrileño C. Tangana, con su misma chulería y actitud magnética), del reggaetón de ‘Muñeca’ a la experimentación con electrónica y voces de ‘Bloom’ y ‘Tombs’.
“En Atlanta se escucha Totó, en Bogotá ponen Migos”, dice en ‘Agüita’, capturando en una sola frase la esencia de su singularidad como artista: habitante de diversos mundos, capaz de integrar en su música el folclore del Caribe colombiano de Totó La Momposina y el rap gangsta con gancho comercial desde Atlanta de Migos. En una industria cada vez más abierta hacia las periferias, donde los géneros se mezclan sin prejuicios y la música latina se ha integrado con normalidad en los canales comerciales de Estados Unidos, Gabriel Garzón-Montano va un pasito por delante de sus competidores.
José Fajardo
Inicia sesión con tu usuario Gladyspalmera o con una de tus redes sociales para dejar tu comentario.
Iniciar sesión