Ya lo ha demostrado en los sencillos, EPs y directos que lleva protagonizando estos últimos tres años, pero es ahora, con la publicación de su esperado álbum debut, que se certifica como una figura imprescindible en el imaginario del nuevo baile mundial.
Manteniendo una óptica de texturas oscuras en prácticamente toda la música que ha publicado hasta la fecha, es curioso cómo Durán consigue imprimir en ritmos aparentemente festivos, de herencia latina, un manto críptico y místico en sus canciones, que nos llevan invariablemente del dancehall (“Dancehall, Subudon Ballroom”) al jazz, del folclore árabe (“Lower Nile”) al trip-hop (“South London”), del reggae de aires UK Garage (“Night in Tijuana”), del drone sinfónico (“For Whitney”) a la spoken Word after-rap (“Mankind”).
Como si de una banda sonora de un baile imaginado y en blanco y negro se tratase, Kelman Durán se desplaza por un clima de electrónica sórdida, envenenada, espástica, impredecible; y va deconstruyendo ritmos y tradiciones, generando nuevos espacios para el baile y nuevos folclores para el beat.
Alan Queipo.
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