Lo que pocos sabíamos es que en medio de su retirada del pop y asentamiento metalero es que tenía preparado un álbum, “La Ausencia”, que quedó sepultado por todas las decisiones recién comentadas. Una filtración repentina de hace tan solo unas semanas propició que el músico argentino decidiese publicarlo de forma pirata: compartió un enlace de un WeTransfer con el disco, portada y contraportada incluidas en el link de su biografía de Instagram, tras intentar subirlo a plataformas digitales y no poder por cuestiones legales. De esta manera, “La Ausencia” es su ‘disco pirata’.
Más allá de la triste y bizarra historia, “La Ausencia” es un álbum que bascula sobre esa canción pop de raíz aérea tan marca de la casa de Luis Alberto Spinetta, del que Martí es uno de sus herederos musicales más explícitos; pero, sobre todo, es un álbum en el que se percibe esa atmósfera melancólica y tristona, casi depresiva, en la que ha nacido una generación de canciones que evita el estribillo pero que no abandona nunca el pop para cazar tradiciones que van del jazz al folk.
El marco de referencias nos lleva a los años ’70 del rock argentino de Invisible, La Máquina de Hacer Pájaros o los primeros Abuelos de la Nada; pero la personalidad de Martí se impone cuando resulta más impredecible: cada giro en las estrofas no sabe si te llevarán a facciones casi de ópera (“Censura” o “La Ausencia”), de tics del rock aguerrido (“No logré sacarte”), de una canción folk arbolada (“Sheriff”) o casi de una ópera rock con aires de musical (“Mísera opción”). Menos mal que “La Ausencia” ya no es un disco perdido.
Alan Queipo
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