Mor-discos
De ahí que La Mala Rodríguez de hoy, esa que se ha tomado siete años para presentar un nuevo disco, es algo así como la Madonna de principios de siglo: cuando todo el avispero del pop global se agitaba con la presencia de nuevas divas como Beyoncé, Britney Spears o Christina Aguilera, la “matriarca” del pop publicó álbumes como “Music” o “Confessions on a Dance Floor”, revolucionarios para el pop pero también manuales en donde ella misma parecía decir: “esta sigo siendo yo tres décadas después”.
El juego de María Rodríguez en “MALA” se antoja con unas intenciones similares a las de aquella Madonna: La Mala parece mear en las paredes de la música urbana actual para marcar un territorio que lleva siendo suyo desde hace veinte años. En tiempos de Rosalía, Bad Gyal, Nita o Nathy Peluso, la sevillana intenta reclamar un sitio que es a la vez el de un icono precursor (eso no va a haber nadie que se lo quite) que es capaz de estar a la altura de las grandes producciones contemporáneas y comerles la tostada a las nuevas lideresas del género.
Sin embargo, el álbum acaba sonando como un recopilatorio de algunos de sus hits de baja intensidad del último año (lo mejorcito son las ya bailadas “Contigo”, junto al rey del dancehall británico Stylo G; y el reggaetón frenético de “Dame bien”, junto al fenómeno puertorriqueño Guaynaa); una suerte de amadrinamiento de elegidos de la nueva escena urbana española (Lola Indigo y Cecilio G, en dos temas algo descafeinados); y un intento por demostrar la racialidad de su propuesta (en “Superbalada” saca un quejío algo descompensado). Y en esos tres intentos, se queda a medias.
Sin embargo, lo mejor de “MALA” reside, una vez más, cuando suena como una narradora empoderada, capaz de jugar con tradiciones diferentes (“Nuevas drogas” es de los mejores temas suyos de siempre), capaz de presentar una de las posibles canciones del verano (“Like”) o de jugar con las cadencias del bolero para firmar una balada urban (“Antes de todo aquello”). Si hubiera tirado por estos lares, sin mirar tanto a su alrededor, hubiera vuelto a hacer pleno. Y se ha quedado en un álbum que aspira a notable pero se queda en un bien. Que no es poco, vaya.
Alan Queipo
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