La dominicano-estadounidense dispara en apenas 16 minutos un cóctel repleto de sinceridad, poesía, nostalgia romántica, spanglish y una sensualidad de dormitorio. Un repertorio breve y leve que, a lo largo de siete canciones, acerca posturas entre Alicia Keys, Lauryn Hill, Omar Apollo y Choker; a la vez que firma un manifiesto del amor desolado, de la vulnerabilidad como fortaleza, de las inseguridades que basculan alrededor del hecho de estar enamorado y la aventura y el riesgo que supone desnudar sus sensaciones a través de las canciones.
Las canciones surgieron a raíz de un amor que tuvo que vivir a distancia, incluso antes de que la distancia se nos impusiera a nosotros. Por ahí despliega el cancionero, con la sedosa voz de la joven de apenas 24 años, compañera generacional de otras artistas como Ravyn Lenae, Jamilla Woods, duendita o Mereba, entre otras, pero con una personalidad apabullante: una revelación sonora tan poética y sensible como sedosamente sexy.
Alan Queipo
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