Al menos del reggaetón sí que se está quitando. Se le ve en los ojos, se lo lee en las declaraciones que da en entrevistas y se escucha en “VICE VERSA”, su nuevo álbum, tan solo un año después del explosivo y hedonista “Afrodisiaco” que lo colocó en un mapa aún más global que en el que estaba gracias a hits universales como “Reloj”, “De Cora <3” o “Tattoo”, pero en el que, aunque ya se intuía cierto interés en moverse de ese compartimento estanco sobreexplotado que es el del reggaetón, era difícil encontrar salida a ese registro.
La encuentra en “VICE VERSA”. Sobre todo, gracias a una carta de presentación universal aspirante a ser la canción más omnipresente del verano como “Todo de ti”, en la que suena más cerca de Bruno Mars que de Don Omar; pero también gracias a canciones que coquetean con una suerte de electrónica de aires disco (“Desenfocao’”), ciertas texturas más propias del house aunque de cadencia latina (“Cosa guapa”), del drum’n’bass (“¿Cuándo fue?”), de la favela funk (“Brazilera”), baladas con ritmos 808 (“Aquel Nap ZzZz”) o incluso matices que recuerdan a una indietrónica de pista de baile (“2/Catorce”) o a un reggaetón con dos vueltas de tuerca (“¿Y eso?”).
Contra el pronóstico que seguramente su propio sello había hecho de que las canciones más pegadas del disco serían los reguetones estándar “Sexo virtual”, “Nubes” o “La Old Skul”; el puertorriqueño le da una nueva lección de humildad a un género absolutamente necesitado de moverse del compartimento estanco en el que permanece.
Alan Queipo.
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