Me refiero a Roberto Iniesta, el Robe, otra líder de los no sabemos si ya-extintos o, como mínimo, casi-extintos Extremoduro, el pilar más sólido y puro del rock peninsular, pero también un torrente que, ya en su momento, consiguió resignificar y redimensionar el legado del rock cazallero de bandas como Leño, utilizando un lenguaje propio y firmando uno de los repertorios más olímpicos que nos vayamos nunca a encontrar.
Da la sensación de que Robe lleva años queriendo disolver Extremoduro para poder desarrollar un rock urbano de autor de tintes sinfónicos, como demostraron sus dos primeros álbumes en solitario. Lo que ha pasado en este último curso es que en 2020 debería haber echado el cierre a Extremoduro con una de las giras más esperadas de los últimos años, y de esa manera podría publicar “Mayéutica” como una suerte de ejercicio que concluye lo que inició con “La Ley Innata” de Extremoduro hace ya más de una década.
Pero se cansó de esperar, tras tener este disco grabado desde hacía dos años, se saltó la burocracia de la posposición de la gira de Extremoduro y publica no solo su tercer álbum en solitario y un ejercicio de rock sinfónico conceptual de introducción, cuatro movimientos y una coda que se entiende como el capítulo que cierra lo iniciado en “La Ley Innata”, sino que directamente abre el portón de una era que formaliza su nueva etapa en solitario y que, además, lo reivindica como uno de los compositores más lúcidos de la historia del rock en español.
Muchas veces, cuando pasan los años, parece que hay artistas que poco o nada tienen que decir, que cualquier tiempo pasado fue mejor. “Mayéutica” demuestra que Robe sigue siendo un artista kamikaze, absolutamente esquivo con los formalismos de nuestra era, y que sigue firmando melodías de rock urbano, eludiendo la tendencia, a la vez que sigue teniendo cosas que decir: reivindica la sinfonía y la narrativa casi operística como un manual para construir un nuevo relato para el rock que debería venir, a la vez que nos habla de filosofía, sentimientos, catarsis, reinicios y búsqueda de felicidad. Si tenemos un genio entre nosotros, aprovechémoslo y celebrémoslo.
Alan Queipo
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