Nicola Cruz – Self Oscillation (Rhythm Section International, 2022)
Muy lejos de todo aquello, Nicola Cruz lleva tiempo más sumido en una construcción experimental de la música de club, más cerca del techno o el tech-house o de géneros como el UK Garage que del abrazo fraterno a los sikus, las quenas o las percusiones de cuero. No es este “Self Oscillation” el primer ejercicio en el que hace patente sus intereses sonoros actuales (en “Subtropique” y “Sentimientos encontrados” ya quedaba bastante claro), pero quizá sí el que certifica el nuevo espacio que consigue habitar la electrónica del ecuatoriano.
No es que se haya mudado de barrio o de país y que aquel Nicola Cruz más interesado en hibridar música orgánica y tradicional andina con electrónica de vanguardia no tenga nada que ver con el actual Nicola Cruz más clubbero y de beat experimental. De hecho, hay vasos comunicantes evidentes con la batería y la deconstrucción del ritmo como nexo más directo.
Si acaso, en “Self Oscillation” pone más por delante el tratamiento de unas voces deformadas que se convierten casi en un instrumento y, sobre todo, el protagonismo del sonido de la batería (no nos olvidemos que, además de ingeniero de sonido, es baterista), iniciando conexiones casi de jazztrónica en algunas canciones (“Surface Tension” o “Neo Costeno” son las más claras), pero también edificando un ritmo electrónico a partir de un tribalismo envenenado casi psicótico (“Pulso Invisible”) o tirando más que nunca que el de inyecciones de sintetizadores de los años 80 y 90 (se hace más patente en “Cadera” y “Residual Heart”).
Alan Queipo.
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