Mor-discos
A ese juego es al que ha decidido jugar el cantaor gitano Tomás de Perrate que, llevando toda su vida sobre los escenarios y viniendo de una familia artística donde encontramos a nombres tan diversos en el género como Gaspar de Utrera, El Lebrijano, Pedro Peña o Dorantes; se ha pasado los últimos cuatro años haciendo un trabajo de arqueología flamenca junto a Raül Fernández “Refree”, que se encarga de ayudarlo a modelar un repertorio en el que ya no es que recupera cantes clásicos: es que va incluso más allá.
Recuperando cantes del siglo XVII, de un proto-flamenco imaginario en el que caben desde la chacona de Juan Aranés, la jácara “No hay que decir el primor” o la folía de Henry le Bailly; e incluso rindiendo tributo al concepto de “fandango callejero” que acuñaron hace casi 35 años Los Gaiteros de San Jacinto, mítica agrupación folclórica colombiana, en los “Tres golpes”, un cante de ida y vuelta que atravesó todos los océanos posibles; buceando por las tradiciones sefardíes o las seguidillas mitológicas; e incluso utilizando la fonética primitiva en la transparente y casi doom-metal “Los fonemas”; Perrate y Refree no es que inventan algo: es que viajan al pasado para allanar el futuro.
Algo que ha hecho también el músico Abraham Cupeiro con instrumentos de la prehistórica folclórica gallega, y que Tomás de Perrate hace con un álbum fundamental, que eleva tanto la vanguardia como el culto a la tradición: desdeña ambas visiones porque decide horizontalizar un género que, en las últimas décadas, la crítica se ha empeñado en arrinconar y señalar como herejes a artistas como Camarón de la Isla, Enrique Morente, Diego El Cigala, Niño de Elche, Rosalía o Rocío Márquez. ¿Ahora qué vais a hacer?
Alan Queipo.
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