Así, al menos, lo ha ido demostrando en los diferentes EPs y singles que publicó en solitario; y así lo demuestra más que nunca en el autoeditado “FuerzAndina”, un álbum que lo presenta más como una suerte de cantautor de influencia folclórica latina que se sirve de texturas electrónicas y de un innegable manejo por conectar la música que nace de la tierra con la que nace de los cables; que como un productor de música de club que se sirve de los folclores latinos.
De ahí que el repertorio que nos presenta Gallardo nos lleve a un marco de referencias que, sin perder el cable a tierra con las producciones contemporáneas, que nos invite a pensar en trovadores folclóricos del cono sur americano como Víctor Jara, José Larralde, Horacio Guarany, Atahualpa Yupanqui, Patricio Manns o Rolando Alarcón.
Y es que tanto esa estructura ‘canción’ de producción folktrónica que maneja el chileno como las temáticas reivindicativas que aborda en este cancionero (al pueblo andino, a la naturaleza virgen, a las derivas de la sociedad capitalista) nos presentan a un trovador folclórico del siglo XXI: con reclamos humanistas y naturalistas que conectan con reclamos sociopolíticos, como sucedía con los iconos de aquella Nueva Canción Chilena que basculaba la canción protesta de los años ’70; pero también demostrando una querencia inquebrantable por conseguir trazar un camino de ida y vuelta entre aquella generación de trovadores contestatarios y la que hoy lo tiene a él más cerca artística y éticamente de ellos que del hedonismo de la música de club y el circuito Ibiza.
Alan Queipo
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