24 

Nina Hagen lleva puesta la etiqueta de Reina del Punk, es sinónimo de la contracultura y aunque nació en Berlín Oriental, comenzó en Inglaterra en 1976. Formó The Nina Hagen Band y desde entonces ha grabado 15 discos con varias bandas, entonó la canción de la Expo 2000 y actualmente colabora con varios grupos alemanes. Contraria a las armas nucleares, está comprometida con multitud de causas. A principios de los ochenta defendía la masturbación femenina en directo en TV como forma de liberación y de allí ha pasado a la pila bautismal.

Su vida está hecha de contradicciones y conocimiento. Pese ha que ha vivido en los lugares más increíbles, todavía se acuerda de la mágica Ibiza y donde su hija asistía a la guardería local.

Siempre Berthold Brecht, el rock de los años 60 y 70, las señoras y caballeros del rock, blues, funk, góspel, jazz, swing, rockabilly, reggae, hardrock, punk, flamenco, etc. ¡Todos ellos han encendido mi luz! Pero mi inspiración viene de cualquier lado, y cuando algo suena fuertemente en mí, entonces, me inspiro.

Nina Hagen en éxtasis se llamó (adecuadamente) el disco que Nina publicó en inglés y alemán en 1985, que fue su mejor año: tocó en Río frente a millones de personas, en Tokio con la Filarmónica de Japón, y con Luca Peluca en Buenos Aires.

“No tomo alcohol ni estimulantes antes de subir al escenario, tampoco fumo porros –aclara–. Sobre el escenario yo soy yo, yo misma, pura energía extática. ¡Yo misma soy éxtasis!” Se adelantó a casi todo, ha escrito sus memorias, ha sido visitada por el mismísimo Dios -eso sí, después de unas cuantas rayas para desayunar- y mantiene que le habló en alemán.

Ese año rompió con la CBS y su fama comenzó a declinar. Vivió alternativamente en Europa y Estados Unidos, siguió grabando discos y haciendo películas (la última de ellas es Los Siete Enanitos, donde también actúa su magnífica hija Cosma), siguió viajando a su ashram en la India y girando con sus bandas.

Tuvo un show propio en la televisión alemana (30 minutos por mes donde hablaba de Dios y los ovnis). Pero acaso la muestra más clara de que el apogeo de su carrera había quedado atrás es la publicación en 1988 de su autobiografía: Yo soy de Berlín: mi vida física y trascendental, libro desordenado, punk por así decirlo, donde sin solución de continuidad nos cuenta desde la primera vez con una mujer, hasta lo que le acaba de pasar cuando sale a la calle, pasando por sus encuentros con Dios, su romance con el cantante de Red Hot Chili Papers, sus sueños, pequeñas historias bíblicas, proclamas políticas, etc. También en eso fue una visionaria: su libro se adelanta en más de una década al blog.

En los últimos años, Nina Hagen fue noticia por temas ajenos a la música: hizo prohibir un libro de su madre por considerar que hería su intimidad, se casó con un hombre 22 años menor que ella, casamiento que duró un año y acabó en extorsiones y amenazas de muerte.

Su hija, la sublime Cosma Shiva, que alguna vez declaró haber sido junkie a los 13 y prostituta a los 14, atrae hoy más la atención que su excéntrica madre. Sin embargo no siente el paso de los años, no son nada. “Como en el caso de Kim Basinger, los 50 es el mejor momento para recibir los mejores papeles. Para mí, cada día es Navidad: mi carrera está empezando.”

Cada vez que se dice que está acabada, se reinventa. Hace poco se le consideró por una revista de economía, una de las cantantes más millonarias del mundo. Posee una fortuna de casi 300 millones de euros, varios restaurantes, marcas de ropa, y todo tipo de negocios.

Es por ella misma una obra de arte total, de una saga en la que caben su madre, una famosa actriz, su padrastro uno de los cantantes protesta más seguidos en tiempos del muro, y su hija, que se ha convertido en una de las actrices y modelos más celebres de Alemania.

“Sigo conectando con el público porque sigo expeliendo la misma energía”, presume a los 60.