Esta noche se adueña de La Habana “La emperatriz del danzón”
Entre esas campanitas de cristal y el danzonete que la consagró, Paulina Álvarez marcó, con el fuego de su garganta, otros momentos.
Hoy la voz de Paulina Álvarez se va a escuchar Prado abajo y Prado arriba, y por toda la calle Monte, donde a esta hora todavía hay tiendas abiertas. Mucha gente espera aquí, en la puerta de la CMQ Radio, en Monte y Prado, para verla llegar a su programa de hora y media de duración, con su nueva orquesta, que tiene como director al violinista Luis Armando Ortega, con integrantes como el gran Rubén González en el piano y el legendario José Antonio Fajardo en la flauta.
Están por aparecer el mambo y luego el chachachá, dos ritmos que desplazarán al danzón y al danzonete. Pero esta noche, Raimunda Paula Peña Álvarez, desde que alguien, posiblemente enviado por Dios, puso en sus manos la partitura de un tema de Aniceto Díaz, que la iba a consagrar. Fue coronada por el locutor radial Rafael Ruíz del Viso como “La Emperatriz del danzonete”. El tema de Aniceto era Rompiendo la rutina, y realmente Paulina la rompió con estos versos:
Allá, en Matanzas, se ha creado / un nuevo baile de salón,
con un compás muy bien marcado / y una buena armonización.
Para las fiestas del gran mundo / con elegancia y distinción
será el bailable preferido / por su dulce inspiración.
Tal vez ese inicio no detenga a los habaneros que a esta hora deambulan por las calles de Centro Habana y el Paseo del Prado. Pero todos se paran en seco cuando entra el coro diciendo:
Danzonete, / prueba y vete,
yo quiero bailar contigo, / al compás del danzonete.






Paulina había nacido más allá de Matanzas, en Cienfuegos, el 29 de junio de 1912. Unos años más tarde tuvo la oportunidad de estudiar solfeo, teoría, piano, guitarra y canto en el entonces Conservatorio Municipal de Música de La Habana, cuando decidió mudarse a la capital. Su escueta biografía dice que “a los catorce años de edad la familia se trasladó a La Habana, y la joven comenzó a presentarse en funciones benéficas de las sociedades Unión Fraternal y Centro Maceo. En los teatros capitalinos Campoamor, Esmeralda y Martí comenzó a ser conocida como cantante de tangos y canciones de moda”.
Luego cantaría con las orquestas de Ernesto Muñoz, Cheo Belén Puig, Hermanos Martínez y sobre todo en la de Neno González, donde permaneció varios años.
En ese deambular musical, antes de tener su orquesta propia, nos dejó versiones preciosas de otros géneros, como la de este tema del boricua Rafael Hernández, que ha sonado en otras voces:
Cuando la brisa / de invierno se cuela,
por mi ventanita, / oigo sonar, oigo sonar…
Como si un ángel / con mano de seda
en mis campanitas / tocara un madrigal, / un madrigal…
Tilín, tilín, tilín, / oye que bonito es el tilín / de mis campanitas de cristal.
Tilín, tilín, tilán, / campanas que tañen para mí tan dulce canción.
Entre esas campanitas de cristal y el danzonete que la consagró, Paulina Álvarez marcó, con el fuego de su garganta, otros momentos. Tal vez esta noche, en su programa de la CMQ Radio interprete alguno de los que nos dejó en un disco antológico, con otro grande, Joseíto Fernández. Se llama, como no podía ser menos La Dama y el caballero, con canciones que fueron éxitos entre 1935 y 1938.







Ya su nombre artístico, el que había elegido, sonaba en la radio cubana gracias a su manera tan personal de cantar. Sus primeros éxitos fueron Mujer, de Agustín Lara, a la que se le adicionaba un montuno final, y Lágrimas negras, de Miguel Matamoros. Paulina Álvarez había debutado en la radio en la emisora 2PC, situada en la calle Hospital, en el populoso corazón de La Habana, con el son pregón de Moisés Simons El manisero.
Y aunque una canción la cantaran y grabaran otros, cuando ella la incorporaba a su repertorio, era suya para siempre. Por eso esta noche su voz llegará Prado abajo, hasta el mar, entonando un canto de desilusión:
No vale la pena / sufrir en la vida
si todo se acaba, / si todo se va.
Tanto sufrimiento, / tantas decepciones.
No vale la pena / tanto padecer.
Pocos saben que Rompiendo la rutina, de Aniceto Díaz estaba dedicada al maestro Gonzalo Roig, y se había estrenado en Matanzas el 8 de junio de 1929, cantada por Arturo Aguiló. Pero el carisma y la personalidad de Paulina Álvarez la hicieron suya, y ya nadie puede escuchar sus compases sin pensar en ella. Como los directores de orquesta pagaban menos a las cantantes mujeres que a los hombres, se decidió a armar su propio conjunto. La primera versión de esa orquesta fue la primera agrupación de música popular bailable que dio un concierto en el exclusivo Teatro Auditórium, más tarde rebautizado como Amadeo Roldán.
Aún está lejos su final. Tras años sin actuar, el 18 de mayo de 1965 en el programa de televisión Música y Estrellas, anunció su retiro definitivo; esa noche cantó con Barbarito Diez y la Orquesta Aragón el bolero de Joaquín Mendivel Honda pena. El 22 de julio de 1965, Raimunda Paula Peña Álvarez, Paulina Álvarez, desapareció físicamente para siempre.
Se nos fue una reina, “La emperatriz del danzonete”. Tal vez desde la eternidad, un cubano, en cualquier lugar del mundo, sienta algunas noches su voz diciendo:
Danzonete, / prueba y vete,
yo quiero bailar contigo / al compás del danzonete.




Playlist








