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Suena en Gladys Beats by Alex García
Suena en Vintage by Alejandra Fierro (GP)
Suena en Latin Fresh by Andy Grey
Suena en Salsa & Latin Jazz by José Arteaga
Suena en Músicas del Agua by Julio Moreno
Caben casi más países en esta lista que en el globo terráqueo. Bueno, no, no exageremos: pero en la nueva edición de Hasta La Raíz nos damos un buen garbeo por las músicas de prácticamente todos los continentes, asimilando los acentos y las derivas modernas que artistas de la talla de Omar Souleyman, Meridian Brothers, Rocío Márquez, David Walters o Dawda Jobarteh, entre muchos otros nombres propios, han tenido por bien publicar hace muy poquito.
¿Qué puede pasar si un músico de Burkina Faso se une con un dúo de post-punk belga? Pues que sucede, literalmente, una avalancha. Una llamada Avalanche Kaito, una auténtica explosión sónica ingobernable, inflexible e impenetrable, que reconstruye los códigos del canto tradicional burkinés por la vía de una necrosidad afterùnk que dialoga directamente con la electrónica industrial o el doom metal. Una barrabasada abominablemente adictiva.
Desde la facción más fundamentalista del flamenco, siempre se ha cuestionado la secuenciación que desde algunas propuestas que parten de las máquinas se ha hecho de los diferentes palos. Bronquio derriba todo lo que habíamos escuchado e imaginado hasta ahora en su álbum conjunto con la cantaora onubense Rocío Márquez. Una de las muestras más radicales e impredecibles es “Exprimelimones”, una bulería cuya arquitectura sonora y la estructura que crea desde los cables y el Ableton suena a tablao del siglo XXIV. Brutal.
Hace más de una década, cuando la expansión del africanismo se adhería a varios proyectos occidentales como Animal Collective, El Guincho o Vampire Weekend, entre muchos otros; surgió un macroproyecto que firmó un álbum colaborativo que era la mejor muestra de la mezcla de razas sonoras: Congotronics. Había dejado un álbum y algunos directos inesperados (como el del FIB de 2011). Ahora, artistas africanos como Kasai Allstars o Konono nº1 se vuelven a unir a proyectos occidentales como Wildbirds & Peacedrums, Deerhoof o Skeletons y a la argentina Juana Molina para construir un monolito superior incluso al de su anterior alianza. Así lo plasman en “Where’s the One?”, uno de los mejores álbumes del año y un camino de ida y vuelta hacia todas las raíces y, sobre todo, a una nueva.
Como pasa con la gran mayoría de artistas de Oriente Medio, el nombre de Nazar Al Fares nos suena a absoluto desconocido. Sin embargo, el iraquí es uno de los artistas orientales más importantes de los últimos años. Sus más de dos millones de seguidores en plataformas como Instagram o casi millón y medio de suscriptores en YouTube dan buena cuenta de por qué es el símbolo de un pop oriental que, junto al sirio Omar Souleyman, quizá rompa la barrera regional y consiga adherirse al córtex occidental con esta absoluto hitazo.
Con ganas de reconciliarse y renacer, la argentina Guadalupe Álvarez Luchía, instalada en España desde hace más de una década, ha decidido renombrar su proyecto por el nombre con el que se la conoce coloquialmente: GUADA. Un pequeño gesto que viene acompañado de una canción que bascula entre el carnavalito, el folklore-pop y una producción marcada por la instrumentación tradicional castellana, a cargo de Diego Galaz, una de las mitades de Fetén Fetén. El primer tema del reinicio de un proyecto que solo traerá grandes noticias y grandísimas canciones.
Es francés pero su conexión con las derivas afrodescendientes son más que evidentes en la música del marsellés David Walters, una suerte de cantautor de mirada global. Así lo ha demostrado en sus mayúsculos álbumes, y así lo demuestra una vez más en “No One”, una especie de canción del verano de acento galo y afrocaribeño a la vez.
Símbolos del renacimiento de una canción popular latinoamericana pasada por la mirada contemporánea, ese diálogo intermusical se percibe aún más en el flamante álbum de remixes que acaban de publicar los mexicanos, aprovechando su inminente nueva visita por tierras españolas. Uno de los mejores ejemplos es esta nueva versión de “Ya sé”, con aroma a Los Panchos pero con la colabo del rapero alternativo mexicano Cuauh.
Sónia Margarido es una auténtica culebrilla de la nueva canción portuguesa. Serpenteando por diversos géneros y texturas, con su proyecto Sónia Trópicos está consiguiendo crear un imaginario que, partiendo desde los márgenes de la vanguardia, también se postula como una cancionista de un futuro arrollador, como demuestra en su flamante EP “Astral Anormal” que contiene canciones como esta “Recreio de Vampiros”, con la colaboración de Joao Pissarro a la voz.
Llevan años pateando garitos y entendiendo los géneros como algo líquido que poder mezclar con otras tradiciones sonoras. Ha sido un largo camino hasta llegar a La Plazuela, uno de esos proyectos de neoflamenco que combinan tradición, electrónica y vocación pop pero también festivalera, con guiños incluso casi espirituales como el que imponen en “La Antigua Judería”.
Lo suyo es el diálogo y manejarse en la frontera. Una frontera en la que los ritmos tradicionales mexicanos se funden con una evidente vis poética y un ánimo experimental que ha llevado a Ampersan a mezclarse con el rock, el son o la electrónica: un viaje sensorial de una sensibilidad cancionística desgarradora, como plasman en “6 Conejo”, un álbum que cuenta con colaboraciones de Rubén Albarrán (vocalista de Café Tacvba), Celso Duarte o Juan Pablo Villa pero que, sobre todo, contiene temazos que hacen del dolor, puro elixir, como esta “Dolorosa”.
El ugandés Ssenabulya Jonathan se dio a conocer en el “Got Talent” africano, pero su historia, a pesar de su juventud (acaba de cumplir 18 años) viene desde hace al menos tres años, cuando junto a proyectos como Kapilipiti, Fresh Kid o Levixone, con quien colabora en esta canción, consiguieron capitanear el sonido de una generación. Canciones de corte pop pero también atada a los ritmos tribales y de baile africanos, pero también adheridos a géneros como el dancehall o el reggae, como demuestra en esta “Otyamu”.
Hay trabajos buenos y trabajos necesarios. En el caso del proyecto Birdsong que capitanea el productor británico El Búho desde su sello Shika Shika, ambas cosas son ciertas. Ya hace casi una década que lleva poniendo en marcha trabajos en donde se busca dar visibilidad a la problemática de las aves en peligro de extinción en todo el mundo. Y lo ha hecho con recopilatorios que, de momento, habían viajado hasta Sudamérica y la zona de América Central, Caribe y México, citando a artistas de esa zona para que generen canciones que reivindiquen la importancia de diferentes aves en peligro de extinción. Ahora, viaja a África Occidental con diez artistas, canciones y aves como esta que firman en coalición Wau Wau Collectif y Lamine Cissokho. Toda la recaudación del proyecto va destinado a organizaciones que trabajan para salvaguardar las especies de aves en peligro de extinción.
No hay experimento malo cuando se trata de los colombianos Meridian Brothers, uno de los grupos más indefinibles de la música latinoamericana del siglo XXI. Con una mirada futurista pero también bizarra, en esta alianza con el Grupo El Renacimiento llevan la sonoridad tropical a un estadio en donde el son se convierte en jazz psicodélico, como queda claro en esta nueva canción que producen juntos.
Descendiente de una venerable tradición musical griot (es hijo de Amadou Bansang Jobarteh, nieto de Alhaji Bai Konte y sobrino de Dembo Konte o Malamini Jobarteh), el gambiano Dawda Jobarteh es uno de los máximos estandartes de la kora, uno de los instrumentos centrales para entender la sonoridad de la música africana. Pero Dawda Jobarteh también es un experimentador nato, como cuando se juntó con la banda de jazz SCRAM! o en este caso, que impone una alianza con la Admeta String Quartet, cuarteto de cuerda danés que lleva la sonoridad de la kora a un estadio tan cerca de la música clásica sinfónica como de la tradición más enraizada.
Icono de la folktrónica global, Chancha Via Circuito lleva estos últimos años, después de la publicación del celebradísimo “Bienaventuranza”, imponiendo diálogos con artistas de otras tradiciones musicales. No solo a través de sus muchos remixes, sino de proyectos colaborativos como Pino Europeo (junto al referente del chamamé Chango Spasiuk), la cantante folclórica espiritual Luvi Torres, el productor británico de electrónica naturalista El Búho o, como ahora, junto a Loli Molina. Juntos, firman “Al Sur”, un trabajo que conecta su facción de electrónica más sensitiva, naturalista y andina con la sensibilidad y levedad folk-pop de una de las cantautoras alternativas argentinas más importante de la última década.
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