La era de los Featurings
Imposible pensar en la música sin la palabra feat. Vivimos una época marcada por invitados y colaboraciones. ¿Tiene futuro?
Lo hablaba hace poco con Miguel Zenón, contaba Pedrito Martínez en una entrevista para Radio Gladys Palmera. Yo pienso que estamos en una época en la que mayoría de músicos (yo los llamo ciudadanos del mundo), hacemos en su mayoría colaboraciones; se colabora mucho con otros artistas, se hacen producciones completas con otros artistas… Todo está mezclado y me fascina, me fascina eso de las otras culturas porque nos abre la mente para conocer un mundo nuevo; con personas trayendo ideas brillantes, nuevas y no importa si es África o Cuba o el Caribe o Estados Unidos. Todo tiene una mezcla de todas las culturas. Todo depende de como tu la presentes, cuando la presentes y con quien la presentes.
El más reciente álbum de Pedrito Martínez es una muestra de ese enfoque. Aunque hay varios invitados, la estrella que llama la atención es Eric Clapton, leyenda del rock, quien era uno de los clientes habituales del bar-restaurante Guantanamera en Manhattan, donde se conocieron. Primero nació la amistad y luego el interés por hacer algo juntos.
¿Qué lo hace especial? Que vienen de dos mundos distintos. Clapton es inglés, un mago de la guitarra de rock & blues y su carrera en solitario ha cubierto las últimas cinco décadas. Martínez es cubano, multi-percusionista de latin jazz & latin alternative, quien nació cuando Clapton ya llevaba años en la música. O sea es un “Featuring” llamativo y sorprendente en todo el sentido de la palabra.
Pero hay otra curiosidad. Según lo anotaba Mauro Apicella en el diario La Nación: Hace un par de décadas atrás, en el mundillo de la música podía servir como padrinazgo. Un artista famoso que invitaba (y al mismo tiempo presentaba) a uno más joven que se daba a conocer. Hoy feat. es la palabra más utilizada en el mundo de la música. Es decir, lo lógico sería que Clapton invitase a Martínez. Pero el giro que ha dado el mundo musical hace que las cosas sean al revés.
La industria de la música usa cada vez más el Featuring como una manera de tener un músico invitado (lo que antes se denominaba Guest), pero también como una colaboración entre dos artistas. Quien firma la canción es quien aparece de primero, algo así como un Top Billing en el cartel de un concierto. Y tanto se usa que lo vemos como un hecho natural, incluso cuando se hace una lista de tus temas favoritos en Spotify, una canción con feat. se ve desnuda.
Pero, ¿se abusa de este esquema o es realmente el presente y el futuro de la música?
A la luz de lo sucedido en 2020 durante el confinamiento por la pandemia, es más bien una necesidad. Plataformas como Zoom permitieron nuevas interacciones en redes sociales y conciertos múltiples a cual más copioso. Ya lo anotaba Alan Queipo aquí mismo respecto a las nuevas bandas surgidas en este tiempo: Cada vez es más habitual ver a ilustres invitados sumarse a La Boa de Isaac, haciendo el formato de 8 + 1 (ocho músicos + un performer, Isaac) en algo aún más grande: artistas de la talla de Fito Páez, Jorge Drexler, Kevin Johansen, Daniel Melingo, Marcela Morelo, Mavi Díaz, Coti, Tó Brandileone, Martín Leiton, Bambi, Pedro Mairal, Ktumba, Matías Conte, Marcelo Novati o Maxi Padín, entre otros, ya han pasado por sus sesiones.
¿Dónde está el límite? No lo hay. A nivel tecnológico, al menos, es infinito. Por eso no estamos lejos de revivir el tiempo de las macro-grabaciones tipo We Are the World, que bajo el nombre de USA for Africa reunió a 44 estrellas de la música en 1985 cantando al tiempo. Ese mismo año salió Cantaré, Cantarás (I Will Sing, You Will Sing), donde se reunieron 50 artistas latinoamericanos, en un formato muy parecido.
Pero, ¿qué pasa a nivel conceptual? La música es global y las barreras, como dice Pedrito, se han diluido y han enriquecido proyectos; algunos con un claro interés económico como es el caso de Justin Bieber cuando hizo el remix del top-hit Despacito, de Luis Fonsi & Daddy Yankee en 2017. Fama, dinero, premios, visualizaciones y mucho ego. El Featuring convertido en un negocio simple.
Este tipo de consecuencias también se advirtió cuando salió Con Altura, de Rosalía y J. Balvin feat. El Guincho. Sin embargo, aquí tercia la eterna crítica a “lo flamenco” de la artista catalana y sólo el tiempo dirá si este fue un producto musical duradero o una colaboración forzada. Éxito, sin duda, si que ha tenido.
Y esto nos lleva al caso de C. Tangana. Su último álbum, El Madrileño, acude a varios featurings, siendo muy llamativo el de Toquinho, auténtico mito de la bossa nova. Toquinho, al parecer, se sintió atraído por el proyecto de C. Tangana debido a su interés particular en la música española. Ya había cantado con Diego El Cigala y con Sílvia Pérez Cruz, además de “subidas al escenario” en diferentes festivales de la Península.
¿Y C. Tangana? Bueno, como todo artista joven en la cresta de la ola, intenta ver en el panorama caminos a seguir. En El Madrileño explora al menos cuatro con diferentes invitados; algunos que se adaptan con facilidad a cualquier estilo, como El Niño de Elche, y otros a lo que hay que adaptarse, como Eliades Ochoa, un ilustre sobreviviente, por cierto, de una fórmula explotada hasta la saciedad: Buena Vista Social Club.
Pero el cerebro detrás de C. Tangana es Cristian Quirante aka Alizzz, su productor. Según éste, cuando empieza un proyecto con el cantante, piensa que todo es un lienzo en blanco y que pondrán allí las ideas que vayan saliendo. Esta fórmula es en teoría muy artística, pero para el caso de la música, obliga a plantearse las colaboraciones como un DJ cuando hace mezclas. Esto es, buscando que determinados acordes coincidan y que el tempo determine una secuencia. Más que un asunto de empatía con otro artista, lo que interesa es la afinidad armónica.
Dice Silvia Cruz Lapeña en Vanity Fair, que C. Tangana piensa qué quiere hacer y luego le arrima cosas. Es verdad, le arriman ecos, quejíos y compases, pero parecen más decoraciones que marcas en profundidad. Pero para conseguir esas marcas es necesario que los artistas se conozcan bien antes de iniciar una colaboración. En el año en que vivimos en peligro, esto para muchos fue imposible.
Conocerse y colaborar. Esto viene de lejos. ¿Recuerdan a Michael Jackson y Paul Mc Cartney haciendo Say, Say, Say en 1983? Hay artistas que se prestan y facilitan los encuentros. Paul Simon, sin ir muy lejos, también era un habitual de los bares latinos de Nueva York, como lo han sido Eric Clapton o Steve Winwood. Simon hizo The Capeman con Rubén Blades y Marc Anthony, siempre ha tenido a Nelson González a su lado y ha sido invitado por la Spanish Harlem, Orchestra.
En tiempos más recientes Calle 13 hizo una serie de trabajos con glorias de la música latina: Totó La Momposina, Susana Baca y María Rita, además de Rubén Blades, y de esto hace 11 años. Y el propio Blades cuando era más joven estaba a la caza de encuentros similares. Fue el caso de su álbum para Elektra de 1988, Nothing but the Truth, con Sting, Lou Reed, Elvis Costello y Carlos Ríos.
La colaboración más trascendente fue la de Frank Sinatra con Antonio Carlos Jobim en 1967, pero el molde lo rompió Natalie Cole cuando hizo un dueto interactivo con su padre, Nat King Cole, titulado Unforgettable, en 1991. Luego el mundo se llenó de colaboraciones disímiles: Tony Bennett y Diana Krall, Tony Bennett y K. D. Lang, Tony Bennett y Lady Gaga… Y así hasta llegar a las colaboraciones de hoy. No hay límites, pero ¿podrá el público mantener el interés en esta tendencia? Ya lo veremos cuando vuelva la música en directo.