Eran los 70 y en un café-concierto de Buenos Aires llamado La Fusa, el poeta Vinicius de Moraes, Toquinho y Maria Creuza tuvieron un gran éxito noche tras noche con su espectáculo, tanto que decidieron reproducirlo en un estudio de grabación y dejar constancia en un disco, con la voz de Maria Bethania. Aquellos discos, grabados “casi en vivo” –con la calidad técnica de estudio, pero guardando el sonido ambiente real y llevando público a la grabación– fueron claves en el nacimiento de la bossa nova, un hito de la música brasileña contemporánea.

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Vinicius de Moraes en La Fusa se convirtió en disco de culto, y a la vez popular, de la música brasileña. El poeta grabó con Maria Creuza y Toquinho. Una obra que, destaca este último, “conserva un carisma impresionante y es uno de los discos brasileños que lleva más años en catálogo”, y es testimonio de la sugerente música de una era.

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Fueron quince temas que hoy son quince grandes clásicos, con el poeta padre apadrinando y presentando con generosidad a dos jóvenes que por entonces eran casi principiantes: la cantante Maria Creuza y Toquino, con quien terminaría formando un dúo de trabajo de años y componiendo temas como Tarde em Itapoa.

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Fue un disco que ocurrió sin fórceps, casi sin querer, pero que se convirtió en un clásico de la bossa nova y en un registro inolvidable de ese enorme alquimista que fue Vinicius de Moraes. Por eso, 46 años después de esos shows en La Fusa, María Creuza y Toquinho han vuelto a reunirse sobre los escenarios en una gira por muchos países y el viernes estarán en los Jardines de Pedralbes en Barcelona, para revisitar ese trabajo que selló definitivamente sus carreras.

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Maria Creuza - Ao Vivo

 

 

Creuza trae de regreso ese brillo tan femenino que Vinicius requería para sus composiciones. “Fui su preferida”, se animó a confesar, llena de gracia y sin ponerse colorada. Samba en preludio funcionó entonces como un perfecto disparador para la emoción.

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Clásicos como Tomara, Eu sei que vou te amar y Se todos fossem iguais a voce marcaron los puntos altos de la samba y lo siguen haciendo. Vocé abusou y la melancólica alegría de A felicidade ponen a prueba que el tiempo no pasa para los clásicos. Y si  ensamblamos a todos estas canciones que conocemos de siempre, Garota de Ipanema canción que derribó todos los límites geográficos e idiomáticos para convertirse en una postal de la idiosincrasia brasileña, tendremos un mapa de nuestras emociones muy completo.

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Los clásicos como con el felizmente disco grabado en La Fusa que se convierten en clásicos, porque el paso del tiempo define lo que queda en la historia y lo que no. Y si, después de 46 años, este disco esta ahí, vivo, es porque el tiempo le dio esa dimensión; no fue planeado. Evidentemente, las canciones de este disco tenían la frescura y la juventud necesarias para vencer esa fatalidad del tiempo, su capacidad de destruir las cosas. Cuando una canción permanece viva después de tantos años, es porque le ganó al tiempo, y podemos pensar que seguirá victoriosa.

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El éxito de ventas en el contexto actual, cuando alrededor del mundo hay miles de lanzamientos por día ¡y además existe internet! el disco de La Fusa se vende no sólo en la Argentina, Chile o México: está en Europa, Japón, China… En todos los países. Se grabaron otros discos con Vinicius y Creuza ese, es el más recordado.

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María Creuza canta con esa costumbre que tienen los brasileños de contar historias tan tristes como las de los boleros, mornas o tangos, pero riendo y bailando como descosidos: “Tristeza, por favor vete lejos… Quiero que vuelvan esos días de alegría, ¡quiero de nuevo cantar!”. Y por eso el público lo sigue a veces sentado y otras levantado porque la alegría si se canta y baila aleja las penas. Una verdadera fiesta. Se trata de un viaje sentimental.

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Y sí… la “tristeza não tem fin, felicidade sim…”, porque “a felicidade é como a pluma que o vento vai levando pelo ar…”. María Creuza se pone sobre el escenario y en verdad, parece que la felicidad es la que no tiene fin. Ella sabe cómo ser feliz cuando canta y, además, transmitirlo. Hace parar la tristeza.

 

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