Violeta

“Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate al piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y toca la corneta. Odia las matemáticas y ama los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta” (Violeta Parra)

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“Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate al piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y toca la corneta. Odia las matemáticas y ama los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta” (Violeta Parra)

Se estrenó una película sobre Violeta Parra, una de las grandes folkloristas latinoamericanas. Una especie de retrato de una artista siempre al borde, superada por sí misma, encontrándose en la canción y el amor y perdiéndose en la vida.

No es una biografía fiel sino un recuerdo y una ensoñación. Se trata de un personaje que a veces resulta arisco, incluso antipático. También fascinante en sus contradicciones, en su mezcla de generosidad y narcisismo.

Reivindicativa, desesperada a veces. Llegó a exponer en el Louvre, jugaba a hacerse la muerta. Era una mujer debatiéndose entre los extremos, de la tristeza a la alegría. Dura, de uñas partidas y manos de tierra. La película ha sido ganadora del premio del público en el festival de Sundance y se ve en silencio recogido porque hay demasiada mujer, y el compromiso de su vida fue la gente.

El título de la película Violeta se fue a los cielos, nos demuestra por qué tomó la opción de suicidarse. Violeta no se fue a los cielos, sino que escapó de su propio infierno. El cielo es para los puritanos, es insípido, cristalino. Violeta es mujer de sangre, de vísceras, de tierra y de corteza. Un amor fallido y tremendo de los dos grandes que tuvo en su vida la llevó a no dar más “gracias a la vida”. Ella usó su vida para descubrir los ritmos ancestrales de su país, para emocionar y para gritar al mundo los poemas orales de su pueblo.