Pa’ que suene bonito no necesitamos piano
Ilustración, dibujo y música. Una relación que la web Boreal presenta con lujo de detalles y de sonidos.
“Ilustramos la realidad, pensamos luego dibujamos”. Así comienza el manifiesto de Boreal, la web donde ilustradoras e ilustradores corresponsales dibujan los hechos de la actualidad que consideran más relevantes, con la intención de recordar, reflexionar y detenernos 24 horas en un tema, en una idea, aislados de la vorágine informativa y visual de estos tiempos.
En el año de su octavo aniversario, Augusto Metztli, nos habla sobre la historia de esta página llena de dibujos e ilustraciones que invitan a la reflexión. Una mirada diferente sobre el arte gráfico y la música, mientras Marthazul y Fernando Prado hacen una selección musical basada en mujeres que nos deja sin palabras.
Cuando estudiaba en la “prepa” (aquí le llaman bachillerato) en 1996, una amiga me prestó el libro HIP70 de Armando Blanco, trataba sobre el rock, el movimiento hippie, la guerra de Vietnam, la migración de jóvenes gringos a México y de todo lo que significó, incluyendo los viajes de Lennon en busca de María Sabina, y por supuesto la famosísima canción de Let It Be, donde se supone que habla de ella. Uno de los planteamientos del libro era que el movimiento hippie terminó con la guerra de Vietnam.
La música es un termómetro social, pero también medicina, terapia de choque y bálsamo. Músicas, artistas, composiciones revolucionarias, nos han acompañado en todo momento y también creo que en muchas ocasiones han inclinado la balanza para el bien común.
Canciones de dominio popular como La Cucaracha, que se cantaba en los campamentos de los y las revolucionarias mexicanas, eran un canto de guerra contra Victoriano Huerta o con el motivo que fuera, son canciones versátiles. Algo parecido sucedió con la canción popular Bella Ciao, que en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un himno antifascista.
La lucha antirracista ha tenido la música y el canto como resistencia. Mississipi Goddam de Nina Simone, que en 1963 la compuso a raíz del atentado con una bomba contra una iglesia de la comunidad negra de Birmingham, Alabama.
Otras han nacido de la rabia e impotencia como Fortunate Son de Creedence Clearwater Revival o Give Peace a Chance de John Lennon, que hablan de la Guerra de Vietnam desde distintos puntos de vista.
Una historia que me resulta fascinante es la de los vecinos portugueses, que en 1974 al escuchar en la radio la canción Grándola, Villa Morena, salieron a tomar pacíficamente las sedes de poder de la dictadura Salazarista, como habían acordado.
El son jarocho de La Bamba se ha ido convirtiendo en una canción de identidad chicana y migrante, como la que hicieron Las Cafeteras y que directamente le llaman La Bamba Rebelde.
Hace unos años cuando en México entraba Peña Nieto como presidente y Felipe Calderón salía, pero en su sexenio le había declarado la guerra a los narcotraficantes, y las cifras de violencia eran (siguen siendo) escandalosas, Natalia Lafourcade hizo una canción dedicada a la democracia, al pueblo, al derecho a un vida digna; muy en sintonía con sus antecesoras como Violeta Parra en Chile o Mercedes Sosa en Argentina, referentes de la canción protesta. Una canción que fue un bálsamo ante tanta injusticia.
En 2019 antes de la pandemia y acompañando al levantamiento ciudadano en Puerto Rico, Residente, Benito Martínez Bad Bunny e Ileana Cabra iLe hicieron la canción Afilando los Cuchillos.
Residente cuando tenía el proyecto de Calle 13, canta una canción junto a Vicentico que se llama Llégale a mi Guarida, y ahí hay una frase que refleja perfectamente la lucha social antirracista y decolonial musicalizada, Pa’ que suene bonito no necesitamos piano.
En Boreal ilustramos la actualidad desde hace ocho años, este es un ejercicio para recordarnos que los cambios sociales, se cantan y se dibujan. Por eso la y los que ilustramos en www.boreal.com.es hicimos nuestras playlist de música que nos remueven por dentro.