Olga Negueruela y Julio Richards (foto: Armand).
Eran dos obsesos de la luz y el encuadre. La perfección de una imagen podía quitarles literalmente el sueño. Armand y Narcy son los nombres más relevantes de la fotografía de estudio en Cuba desde las décadas de los años 40 hasta iniciados los años 60. Nadie duda que son los más famosos retratistas del mundo artístico, inspirados en la imagen de Hollywood, con una huella que va más allá de los límites de la isla. A sus respectivas firmas se deben los retratos fotográficos más valiosos de los grandes artistas y cantantes no solo cubanos, sino de muchos que pasaron por La Habana en aquellos años, y si hoy es posible reconstruír la estética y el mood de una época, en buena medida se debe al legado de estos dos grandes fotógrafos.

La prensa reflejó para los años por venir, la mutua admiración y la amistad entre ellos, que les hizo compartir los elogios y la estima de artistas y entendidos en el arte fotográfico. Los dos cubanos no tenían nada que envidiarle a grandes nombres de su tiempo como Maurice & Seymour en Chicago, Ysunza Nieto y Armando Herrera en México, y la alemana-argentina Annemarie Heinrich en Buenos Aires. Ante sus cámaras posaron cientos de cantantes y artistas famosos, modelos emergentes o consagradas, actores populares, orquestas, conjuntos y empresarios exitosos.

ARMAND

Armand fue quizás el más famoso y genial. Nadie duda que hizo las mejores fotos de Rita Montaner, Chano Pozo, Celia Cruz, Rosita Fornés, Alicia Alonso, Olga Guillot, Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, el chileno Lucho Gatica, los mexicanos Pedro Vargas, Jorge Negrete, Agustín Lara o la gran diva María Félix; el boricua Bobby Capó, y los españoles Carmen Amaya, Conchita Piquer, Lola Flores, Pedrito Rico y Sara Montiel, y muchos otros hasta rebasar varios centenares de nombres. No hubo figura internacional que pasara por los escenarios, emisoras de radio y platós televisivos habaneros, que no acudiera al estudio de Armand.

Los posados de Josephine Baker ante el lente del cubano parecen ser las mejores fotografías jamás tomadas a la diva afroamericana: dos de ellas fueron utilizadas en las portadas de sendos LPs publicados por los sellos Columbia y Mercury. Lo mismo ocurre con las fotos que realizara a la diva jarocha Toña La Negra, consideradas ideales por el sello Peerless para las portadas de, al menos, dos de sus discos. Las fotos que hizo a la mexicana más universal, María Félix, figuran entre las mejores que se le hayan realizado. Otro tanto puede decirse de Cab Calloway, ya de regreso de sus muchas noches de gloria en Estados Unidos, quien en sus reiteradas presentaciones en Cuba en los tempranos años 50 visitó varias veces el estudio del cubano.

El estilo de Armand imponía tendencias, caracterizado por el uso impecable e innovador de la iluminación y la inteligencia en la composición escénica a partir de una mirada sicologista asociada a la proyección pública de la persona, con lo que lograba exponer en su fotografía lo mejor de la imagen de su modelo. Su pasión por el detalle le hizo revalorizar la importancia del encuadre, el diseño del set, y todo lo que emanaba de su modelo. Dicen que era obsesivo con el vestuario, peinado y maquillaje, como también con la luz, para lo cual se servía del fotómetro hasta obtener exactamente lo que sabía sería la mejor iluminación. El especialista cubano Rolando Rodríguez Esperanza afirma que …utilizaba para sus impresiones papel plata-gelatina, que le daba muchos años de vida a sus fotos: un elemento necesario para desafiar el tiempo.

Su propia personalidad contribuía también a empatizar con su modelo: era sofisticado, de refinamiento peculiar, que atemperaba un carácter de franco origen provinciano, y lo hacía coloquial y cercano. La vedette María de los Ángeles Santana fue su amiga y una de sus musas y supo, quizás como nadie, interpretar el estilo de Armand, y así lo contó a su biógrafo Ramón Fajardo Estrada: …dio movimiento a la fotografía, se alejó por completo del estatismo de esa expresión artística… no recurrió a la pose tradicional. Su principal cuidado estaba en el enfoque y él mismo se metía de lleno en el laboratorio para ocuparse del proceso técnico de la fotografía. Fue único en dar tiempo preciso de exposición a los negativos, los cuales a veces vi retocar con la grasa de sus dedos para obtener una determinada textura…

“Armand, el fotógrafo de la estrellas”, tal era el apelativo con que desde muy temprano comenzaron a llamar a Octavio Armando Hernández López. Aunque era matancero, algunas fuentes aseguran que nació en Santa Clara, quizás porque en esa ciudad vivió gran parte de su infancia. También vivió en la ciudad de Cienfuegos antes de establecerse en La Habana en 1939. Estaba de moda la lectura de poesía, como arte, y el joven Armando no dudó en empezar a actuar como declamador, al parecer sin mucho éxito.

Al llegar a La Habana a inicios de los años 40 empieza a trabajar junto a su hermano Ángelo, uno de los ocho hermanos, cuatro de los cuales terminarían por dedicarse al mundo de la fotografía. El estudio de Ángelo en la habanera calle Reina ya era conocido y se iba convirtiendo en un referente de la sociedad capitalina. El trabajo del estudio entusiasma a Armando, va perfilando allí su agudeza y estilo, y se decide a abrir su propio estudio, que inaugura en 1943 en la calle San José No. 262 entre Galiano y Águila, en una de las zonas céntricas de la capital cubana por esos años. Cercenó la “o” final de su apellido para convertirse definitivamente en Armand.

En 1945 había logrado tanto éxito que la revista Radio-Guía, en su número de enero, afirmaba que un artista …no se considera enteramente consagrado, mientras el artista genial que es Armand no lleva su silueta al celuloide… de sus fotografías. Se convierte no sólo en el fotógrafo más demandado, sino también en un elemento infaltable de la vida social ligada a la farándula, a las estaciones de radio, los estudios de televisión y los cabarets de mayor rango. Su accionar se vuelve multimediático: tiene secciones fijas en las revistas Bohemia, Ecos de la RHC Cadena Azul, publicando también en Carteles, Vanidades, Show, Estrellas Continentales y muchas otras; anima el espacio Desde el estudio de Armand en Radio Mambí, y llega hasta dejar su huella en el mundo del disco no sólo con sus fotos en las portadas de muchos de los producidos en Cuba en los años 50: algunas fuentes aseguran que muchos años después, siendo ya el fotógrafo famoso que era, llegó a grabar un disco de poemas para el sello Puchito, lo cual, a día de hoy, es un misterio a resolver, pues ni el catálogo del sello, ni la existencia misma de un disco físico pueden probar que tal vinilo existió en verdad.

El anecdotario que rodea al Fotógrafo de las Estrellas da para muchísimo: dicen que no sólo supo congeniar, sino también domar en dilatadas sesiones a algunas de las legendarias rebeldes de la escena, como María Félix; la emoción que sintió cuando vio al astro mexicano Tito Guízar a la puerta de su estudio y que transmitió a las fotos que marcaron su entrada por la puerta grande al mundo de la fotografía de artistas; la entrada equivocada de Christine Jorgensen, la primera mujer transgénero, contratada para cantar en Tropicana durante dos semanas y con el cartel de sold-out colgado cada noche.

La danesa pensó que sería Armand quien debía rendirse a sus pies, agradecerle y pagarle por sus fotos, algo que rectificó muy pronto, cuando apreció la calidad de las fotos que el cubano puso delante de sus ojos y se dio cuenta de su error. Las fabulosas fiestas con que celebraba su cumpleaños cada vez, y que reprodujo con creces cuando inauguró su último y más moderno estudio en La Habana, en la céntrica calle Línea ocupando los números 304 y 306 entre las calles H e I, en El Vedado.

El mundo espiritual y profesional en el Armand había vivido por más de 30 años se vino abajo en 1959. Desarticuladas todas las conexiones del show business, centenares de artistas, músicos y empresarios continuaron cumpliendo contratos fuera de Cuba o decidieron emigrar ante lo incierto de la situación. Armand hizo lo mismo, emigró en 1961 dejando atrás su estudio y la inmensa mayoría de sus negativos e historia gráfica. Aunque se dice que pudo rescatar después una parte de su archivo, no han podido ser encontradas en su impresión original innumerables imágenes que circularon en medios de prensa, tarjetas de promoción y carátulas de discos.

Tal es el caso de las valiosísimas fotos que realizara a María Félix, Libertad Lamarque, o al legendario Chano Pozo cerca de 1945 cuando cumplía contrato con la RHC Cadena Azul. Fijó su residencia en Miami, con las lógicas dificultades de un nuevo comienzo. Allí vive cuatro años hasta que decide mudarse a Puerto Rico, abre estudio propio, pero ya nada sería como antes. Su tiempo de gloria, aquel en que fue centro del universo de la imagen mediática, había terminado. Además de su circunstancia y la de muchos cubanos emigrados, el mundo ya era otro. Armand murió en Miami el 25 de febrero de 1992, a los 86 años.

NARCY

Narcy, por el contrario, no se fue de Cuba al desparecer el mundo en que había vivido y trabajado por décadas, pero su carrera de triunfos continuó en la década de los años 60 hasta que quedó diluída en la nueva realidad cubana. Sus fotos evidencian una atenta mirada hacia el trabajo de Armand, quien algunos dicen fue para él al mismo tiempo reto fraterno y magisterio reconocido. Casi nadie sabe cuál es su verdadero nombre, solo un entendido en la historia de la fotografía cubana, como Rufino del Valle, nos lo pudo revelar junto a algunos datos sobre su vida: Ibrahim Arce Olázabal Narcy fue contemporáneo de Armand, había nacido en La Habana el 17 de julio de 1908 y como él también tuvo su inclinación hacia el arte, pues muy niño ya era figurante y actor infantil en el habanero Colegio de los Escolapios.

Curiosamente, también descubrió el mundo de la fotografía en el estudio de Ángelo, el hermano de Armand, donde es empleado hasta 1947, en que empieza a hacer sus propios trabajos con la cámara. Se especializa, como Ángelo y Armand, en el retrato de estudio, con una amplia gama de clientes que van desde novias ilusionadas, hasta los artistas más glamorosos de la radio, el teatro y en la década de los años 50, de la televisión.

Son famosos sus retratos a Rita Montaner, Celia Cruz (con y sin la Sonora Matancera), Rosita Fornés; las actrices Raquel Revuelta y Consuelo Vidal; la modelo y actriz Odalys Fuentes; el guapachoso Rolando Laserie; el chileno Lucho Gatica, la argentina Libertad Lamarque, y muchos otros. Tal vez, en una época en la que Armand, muy solicitado por las grandes estrellas internacionales, ofrecía unas tarifas adaptadas a las abultadas carteras de sus afortunados clientes, la gran virtud de Narcy fue atraer y retratar, con decorum sets y vestuario menos fastuosos y en consecuencia, menores costes que su fraterno rival, la escena artística emergente de finales de los años 50 y de los años 60. Fue así entre los primeros en fotografiar a Omara Portuondo, Rolo Martínez, Los Zafiros, Caridad Hierrezuelo, Caridad Cuervo y Gina León, además de muchas otras promesas del canto, del baile o de la moda.

Narcy tuvo su primer estudio en la calle Monserrate, esquina a Empredado, en plena Habana Vieja. Luego se amplía cuando se traslada a San Nicolás entre Concordia y Virtudes, en la zona de Centro Habana. A diferencia de Armand, Narcy instaura un modelo de negocio familiar, de apasionados por la fotografía, pues en su estudio trabajaron su prima y esposa, Natalia Irene Serrano Olazábal y su cuñado Pedro Serrano, junto al tío de ambos, Joaquín Quin Olazábal. Narcy murió en La Habana, el 4 de diciembre de 1968, dejando tras sí una vastísima carpeta de excelentes fotos y retratos, y varios premios.

La discografía de la música latina no pudo ni quiso prescindir de los magníficos retratos realizados por Armand y Narcy, cuando, coincidentemente, el diseño de la cubierta de un disco adquiría, como nunca antes, una importancia decisiva. En las portadas y contraportadas de muchos discos LP aparecen sus obras, como otro desafío más al paso del tiempo y la certeza de que el ideal de esa belleza vintage hoy sigue siendo apreciado como algo irrepetible.

Colección Gladys Palmera cuenta en sus fondos con casi unas 400 fotografías firmadas por Armand y por Narcy, algunas de las cuales destacamos aquí, invitándote a visitarnos para apreciar las restantes en toda su dimensión.

Hay oscuras tentaciones que nos hacen sonreír. Hay delicias nocturnas que nos hacen soñar. Esta playlist de Gladys es una muestra sinigual de provocaciones con ritmo. Tú eres mi tentación, dice sugerente Lucy Fabery, La Muñeca de Chocolate. "Dos extraños son los que se miran, dos extraños son los que suspiran. Somos tú y yo en esta noche azul", canta con pasión Miguelito Valdés, Mr. Babalú. "Negrita, cuando yo te veo bailar... me vuelvo loco", remata Rudy Calzado

Playlist

1. Julio Gutiérrez y su Excitante Sonido de La Habana Before Communits – El Son Cubano
00:00:29
2. Miguelito Valdés – Serenata Cubana
00:04:28
3. Ruddy Calzado – Negrita
00:07:16
4. Lucy Fabery, con Julio Gutiérrez y su Orquesta – Tú eres mi Tentación
00:09:45
5. Abelardo Barroso – Guajira Guantanamera.
00:12:15
6. Roberto Faz y su Conjunto – Suena tu Bongo
00:15:23
7. Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro – Castigador
00:18:16
8. Tata Ramos y Ernesto Duarte – No te Mires en el Río
00:20:58
9. Miguelito Valdés – Extraños en la Noche
00:24:05
10. Orquesta Sublime – Angoa
00:26:47
11. Julio Gutiérrez su Piano y su Orquesta de Cuerdas – Guajira en C. Minor
00:29:15
12. Jimmy Contreras and His Latin Combo – Yo Traigo Boogaloo
00:32:38
13. Grupo Cubano de Música Moderna – Gandinga, Mondongo y Sanduga
00:34:54

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