Gina canta en Sans Soucí en un rato
Gina Martín no cree en prejuicios, solamente cree en ella, en Obdulio, que ha creído en su potencialidad, y en los músicos que la rodean.
Todos pensaban que se iba a quedar el resto de la vida en su peluquería. Cantando, eso sí, pero sin dejar de atender a las clientes como si ellas fueran las estrellas.
Pero todos se equivocaron. Nadie acertó en su predicción, que llevaba encima toda la envidia del universo. Porque este cabaret es el Sans Soucí, y esta noche subirá a cantar y a estremecer a la audiencia una mujer desconocida llamada Gina Martín.
No muy alta, de labios sensuales, ojos expresivos, lleva el fuego en las venas. Tal vez por eso le abrió la puerta de las oportunidades Obdulio Morales, que ha ayudado a triunfar a otras estrellas. Ya descubrió a Neris Amelia Martínez Salazar, que un día será para siempre Juana Bacallao. Un hombre que compuso un montón de canciones exitosas, que fundó el Coro Folclórico de Cuba y acompañó a Candita Batista, Xiomara Alfaro y a Celia Cruz. A un hombre con ese don de descubridor, hay que hacerle caso.




Ahí sale Gina al aire de la noche, entre luces brillantes y un público que espera ser sorprendido. Y canta:
Yo soy la negra Mau Mau,
de cabello colora’o, engrifa’o, alborota’o, / de bemba de tocineta,
conmigo tú no te meta, / poque’ me boto mi prieta.
Yo sé que te dicen “chata”, / por tu cara de alpargata,
y a la mulata Fefé, tú le quitaste a José.
Es un tema movidísimo de Yoyo Casteleiro, que la acompañará con su orquesta en la grabación de su primer disco en 1958. En la portada aparecerá con un vestido rosado, de cuadritos, lleno de vuelos, y en su cara hay una expresión como de alegría y sorpresa. En ese debut canta un tema de Eduardo Davidson que la acompañará de por vida, Filomena, que dice:
Papa, papa no baila esa plena, / papa, la plena de Filomena.
Esa plena, mamá qué rica esa plena, / esa plena, la plena de Filomena.
Por la noche la vieron bailando sola, / esa plena en casa de María Lola,
ay qué plena.
Ya en 1956, el sello Puchito de Jesús Gorís había contratado al conjunto de Félix Chapottín para una serie de nuevas grabaciones. En ese disco aparece la voz de Gina Martín en dos selecciones: Cositas que tiene Cuba, Gina Martín, con Félix Chapottín y su Conjunto Todos Estrellas, en Cabio sile Yeyeo, afro de Eduardo Angulo.






Ahora canta y deslumbra bajo la noche del Sans Soucí, situado en Arroyo Arenas, en el Kilómetro15 de la carretera Central hacia Pinar del Río. Son Gina, el aire, las luces, y los comensales asombrados. Y su cuerpo, y su boca, y ese canto que le sigue subiendo por la garganta para pintar la oscuridad en otro de sus éxitos de siempre:
Así que cambia la ruta, / ya tú ves qué bacosó,
conmigo tú no te metas,
no quiero galanterías / con mi negrito chaqueta.
Aparecerá en otros cabarets habaneros. Y la prensa la mencionará, como en esta nota de la historiadora de la música cubana Rosa Marquetti: “En el cabaret Copa Room del recién inaugurado hotel Havana Riviera, Olga Guillot era la reina coronada. Acompañada por la orquesta Casino de la Playa de Liduvino Pereira era la figura central del show Cubalypso, montado por el coreógrafo Alberto Alonso, que incluía, entre otros, a la cantante Gina Martin con su aplaudida interpretación de temas afro y a la afamada pareja de baile Mitsouko y Roberto“.
Le atrae la música afrocubana. Sabe que la mirarán un poco extrañados, porque su color de piel dice otra cosa. Prejuicios de la época. Pero está demostrado que Gina Martín no cree en prejuicios, solamente cree en ella, en Obdulio, que ha creído en su potencialidad, y en los músicos que la rodean. Y cree en la música de Cuba, en toda, y en sus santos, que invoca con libertad y alegría:
Mi Eleguá grande, mi Eleguá mío. // Mi Eleguá santo, mi Eleguá inkío.
Por eso quiero, padre bendito, / que me ilumine con la vedá’…
(tambores y trompetas)
Eleguá, Eleguá santo bonito, / Eleguá, Eleguá canto chiquito,
Eleguá vence lo malo, lo vence en nombre de Dios.
Eleguá caballo negro, con la silla colorá.
Será una revelación en Sans Soucí. Y este triunfo la consagrará y llegará a Tropicana, que es mucho más conocido internacionalmente. Actuará en la televisión, y más tarde en la República Dominicana, y grabará su segundo disco, enteramente dedicado a los orishas, que velan por su carrera y guían su vida.













En los años 60 Gina se marchará de la isla. Irá a vivir en Miami y ahí se perderán sus huellas. Pero esta noche de brisa habanera, joven y radiante, lanzará contra el olvido este pregón. Un poema de Nicolás Guillén musicalizado por Obdulio Morales, que dice:
Trigueña de carne amarga, / ven a ver mi carretón;
carretón de palmas verdes, / carretón;
carretón de cuatro ruedas, / carretón;
carretón de sol y tierra, / ¡carretón!
Entonces su sombra advierte que un día nadie la recordará. Solamente quienes hemos viajado esta noche del mundo a verla, a escucharla, a compartir la vibración de su corazón, que no se despide:
¡Quencúyere, quencúyere,
quencuyeré!
¡Quencúyere, que la casera
salga otra vez!
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