El maravilloso arte de Jorge Vargas
En Colección Gladys Palmera, la obra de Jorge Vargas ocupa un lugar primordial. La mano derecha de Izzy Sanabria dio vida y color a la salsa y la música latina.
Primero hay que aclarar que Jorge Vargas no es el actor y cantante romántico mexicano del mismo nombre, famoso en los años 70. Tampoco es Jorge “Tito” Vargas, guitarrista y cantante puertorriqueño de la nueva ola en los años 60. Jorge Vargas es artista pictórico, ilustrador, diseñador y pintor, y no tiene nada que ver con Alberto Vargas, el magnífico ilustrador de las pin-ups de Playboy Magazine, The Vargas Girls.
Jorge Vargas nació en Ponce, Puerto Rico, en 1951. Siempre tuvo un lápiz en la mano para dibujar lo que veía, como un fotógrafo con su cámara. De joven admiraba al ilustrador británico Aubrey Beardsley por su estilo modernista, pero también porque este fue un notable crítico de la sociedad victoriana. La sátira de su pincel era lo que Vargas quería reflejar en defensa de un muy arraigado nacionalismo puertorriqueño.
Su primer contacto con la música llegó en 1969 con la carátula del único disco de la orquesta neoyorquina Dax Pacem. La orquesta estaba liderada por el pianista boricua José Vélez, quien aparece en la imagen ilustrado de forma realista por Vargas. El realismo sería uno de los estilos que más gloria le daría a su obra.
El disco de Dax Pacem fue producido por el sello Amaral Records, de Tony “Pepsi” García, en Brooklyn; y fue uno de los motivos que hicieron que Izzy Sanabria se fijara en él para pedirle colaboraciones. Así que empezó a colaborar con Sanabria cuando este fundó el estudio We2 Graphics junto a Walter Vélez y cuando arrancó en firme la revista Latin New York.
Pero a pesar de lo nutridas que fueron sus colaboraciones, Vargas siempre se mantuvo como independiente. El jefe de arte de la revista era Chico Álvarez y por sus páginas desfilaban ilustradores de la talla de Willie Espada, Gary Fernández, Richie Leonard y Alan Rodríguez. Era una época en que la ilustración alternaba con la fotografía a la hora de exponer ciertos temas, y los más complicados solían pedírsele a él: violencia, sexo, drogas, feminismo, política, independentismo…
Con el tiempo Vargas pasó a ser parte del Art Staff de la revista, cuando Latin NY Magazine cambió a la razón social Latino Communications Inc. Pero fue también por ese tiempo cuando instaló su propio estudio en Long Island. Corría el año de 1977 y el trabajo llovía a borbotones.
Latino Communications le pedía también carátulas para Fania Records, que Vargas enfocó con diferentes estilos: el realismo se aprecia en Perdido, de la Alegre All Stars; 10th Anniversary, de The Lebron Brothers; Los Originales, de Tito Puente y Santos Colón; o Puente in Percussion, de Tito Puente & his Ensemble. La ilustración como tal en Taiborí, de Johnny Ortiz; y la caricatura en Popeye El Marino, de Adalberto Santiago.
Vargas contaría tiempo más tarde en su página de Facebook que este último fue un dibujo a línea sobre Bandridge Illustration Board. El dibujo fue hecho a pincel con tinta china 12×12. La separación de colores fue totalmente utilizando Amberlith… Para los que no habían nacido en ese tiempo, el Amberlith era un tipo de acetato que se usaba mayormente para la separación de colores. Eran diferentes capas que separaban las tonalidades marcados con los porcentajes de tinta que formaban el color. En los extremos tenían una marca de registro, con la cual el impresor se dejaba llevar para cuadrar los colores en posición. Había que hacer un boceto o comprensivo simulando el producto final y el cual debía ser aprobado tanto por el artista al igual que por la compañía.
Eran tiempos donde los intérpretes se inventaban estas ideas que nosotros llevábamos a la mesa de dibujo (las computadoras no existían). También había que diseñar la tipografía o transferirla de unas hojas llamadas Presstype (se presionaban letra a letra sobre la superficie) donde iba el titulo. En este caso, las letras fueron dibujadas por mí y aprobadas finalmente por el cliente y por mi jefe en ese momento, Izzy Sanabria.
A la par, un gran productor, Harvey Averne, le abrió las puertas de su sello Coco Records. Allí obró con un margen de libertad distinto y dio rienda suelta a su expresión artística con obras maestras como Selecciones Clásicas, de José Fajardo; Trullando, de Corporación Latina; y sobre todo New York City Salsa, de la Orquesta Broadway. En 1978 se convirtió en director de arte de la compañía.
Pero el salto a la fama definitivo se dio en 1981 con la nominación al Premio Grammy (Mejor Grabación Latina) de un disco de Ray Barretto con ilustración suya: Rican Struction.
Vargas cuenta que aquella carátula fue titulada por Izzy Sanabria y representa a unos liliputienses que están construyendo a un Barretto- Gulliver. La cabeza y la mano derecha están sueltas en la obra porque Barretto había sufrido un accidente con esas dos partes de su cuerpo muy afectadas. Su regreso a la música estaba expresado allí.
En 1983 volvió a competir por el Grammy con Canciones del Solar de los Aburridos, de Willie Colón y Rubén Blades. Aquí no hizo ilustración, sino diseño, con una fotografía que se volvería mítica en la que están los dos músicos espalda contra espalda. En Colección Gladys palmera reposan algunas ilustraciones de Vargas inspiradas en esta obra.
Y al año siguiente otra vez nominado con una obra excepcional en música y diseño: Buscando América, de Rubén Blades y Seis del Solar, aunque esta vez para el sello Elektra y no para Fania como los anteriores. Una carátula inolvidable con los miembros de la banda unidos y mirando hacia el cielo.
Sin embargo, su obra más popular vino por cuenta de Marvel Comics. El álbum recopilatorio de Fania, Super Salsa Singers, fue un éxito de ventas en gran medida por la idea de personificar a los cantantes de la Fania All Stars como miembros de la Liga de la Justicia: Héctor Lavoe – Sub Mariner, Ismael Miranda – Robin, Cheo Feliciano – Batman, Celia Cruz – Wonder Woman, Ismael Rivera – Captain Marvel, Bobby Cruz – Linterna Verde, Ismael Quintana – Thor, Pete El Conde Rodríguez – Capitán América, Adalberto Santiago – Conan, Santos Colón – Flash, y Justo Betancourt – Flecha Verde.
Este proyecto lo recuerdo con mucho cariño, recuerda Vargas, y Jerry Masucci “me tuvo al palo” ya que la técnica de Marvel Cómics me dio trabajo. Recordemos que no habían computadoras, todo a mano. Ron Levine haría una versión posterior manteniendo la misma. idea.
En una entrevista para Latin NY en 1977 la redactora Soledad decía que Vargas puede cambiar de estilo a voluntad, desde lo abstracto hasta el realismo. También confiesa cierto amor por lo que tradicionalmente se llama impresionismo francés. Jorge se cuida de explicar que realmente no respeta a un artista que se adentra inmediatamente en el ámbito de lo abstracto. A lo que Vargas argumentaba: Si no puedes representar la realidad, a menudo significa simplemente que no puedes dibujar.
Jorge Vargas es un artista del pueblo. Sus raíces están en el Bien Común de Puerto Rico, donde ha diseñado casi todos los carteles de los principales eventos sociales puertorriqueños de los últimos siete años. Recuerda todos esos carteles de El Desfile, Las Fiestas Patronales y La Fiesta de San Juan Bautista. Dicen que el siete es un número mágico y debe ser cierto porque después de siete años de diligente uso de su arte, ha llegado Jorge Vargas. Su obra está por todas partes de la Gran Manzana y de las Antillas y América Latina.
Pero Vargas está haciendo más que sobrevivir ahí fuera. Él está prosperando. Al trabajar en el Departamento de Arte de Commonwealth, mantiene su contacto con la comunidad de base. Llega semanalmente a nuestra población de habla hispana a través de las páginas culturales de El Diario. Llega a nuestros amantes de la música a través de carteles y portadas de álbumes. Y está llegando a tus inconformistas a través de Latin N.Y. Tal vez deberías abrir los ojos (“despierta”), y mirar alrededor de esta ciudad de la Gran Manzana en busca de reflejos de Jorge Vargas. Hay un mensaje ahí.
En efecto. Jorge Vargas era un ferviente defensor de los derechos naturales de la “Isla del Encanto”. Su papel como ilustrador se extendía en tal sentido más allá de la música y se expresaba en revisiones históricas de personalidades nacionalistas y en los propios antecedentes taínos de cultura ancestral boricua.
Vargas llegó a ser director artístico de El Mundo, un diario tradicional y generalista fundado en los años 20 por Ángel Ramos. También se encargó del arte gráfico del diario El Vocero, periódico de gran circulación fundado en 1974 por el periodista y economista Gaspar Roca. Y dejo muchísimos trabajos importantes en un tabloide histórico: el semanario La Prensa de Nueva York, publicación que vivió dos épocas: la primera tras su fundación en 1913 Rafael Viera y que alimentó con información a la primera generación de latinos de La Gran Manzana. Y la segunda desde 1963 cuando se fusionó con el periódico El Diario para llamarse definitivamente Diario La Prensa. “Entre pitos y flautas” Jorge Vargas pasó casi cuatro décadas allí, lo que se dice pronto.
Hoy dedicado a trabajar de forma independiente, Jorge Vargas sigue activo y su extraordinaria obra con su inigualable estilo tiene un lugar privilegiado en la Sala Izzy Sanabria de Colección Gladys Palmera en San Lorenzo de El Escorial… La casa de su arte.