Es cierto que las cifras de Kiko El Crazy no son comparables a las de los referentes contemporáneos del reggaetón. Supera el millón de oyentes mensuales en Spotify -el dato que arroja uno de los más certeros termómetros de los artistas que están funcionando en cada momento-, lejos aún de los más de 50 y hasta más 70 millones de los anteriormente citados. Lejos también de los 18 millones de El Alfa y los 7 de Tokischa, las dos mayores estrellas del dembow. Pero lo que hace interesante al autor de himnos como ‘La Popi’, ‘Chukiteo’ o ‘Se acabó la cuarentena’ junto a Ñengo Low o Jowell & Randy, entre otros, es su absoluta originalidad.
Entre un pop del futuro diseñado por productores de ritmos machacones y repetitivos a toda velocidad con destreza para las melodías pegadizas, un humor refrescante, provocador e inesperado en un género sobrado de testosterona y actitud gangsta y una estética que tritura referencias a la comunidad queer, el rollo urbano y una onda colorida y futurista, desde 2017 Kiko El Crazy ha ido elaborando un discurso y una imagen propia. Con este álbum deja claro que su propuesta, como sucede con el dembow, no es un fenómeno pasajero sino una de las claves para entender las transformaciones de la industria y hacia dónde nos dirigimos.
José Fajardo
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