Hoy el dúo simboliza la expansión del flamenco urbano, un género que mezcla el jaleo de las peñas con los sonidos que se escuchan en los barrios periféricos de España en la segunda década del siglo XXI. Con figuras reconocibles como Dellafuente, Maka, Omar Montes o Moncho Chavea, que suman millones de seguidores en plataformas como Spotify y YouTube, este circuito se ha ido expandiendo de forma transversal hasta colarse en todos los teléfonos móviles de la juventud como un nuevo esperanto, igual que ha sucedido con el reggaetón pero con la idiosincrasia propia del flamenco, algo único que les diferencia.
La Cebolla y Negro Jari simbolizan también cómo la autenticidad de las calles está siendo engullida por la industria como tendencia de moda, pero han logrado darse a conocer sin renunciar a su espíritu, dirigiéndose a su público original, con talento y canciones pegadizas donde suman a artistas de su entorno como Maki, Manuel El Popeye, El Jhota o Lorena Santos, otra de las grandes voces femeninas que despuntan en el género. "Desde que era chiquita ya quería ser como Camarón", me decía en una entrevista para El Mundo en 2020. Entre La Tana y Karol G, reivindicada por Rosalía, La Cebolla ya es una estrella.
José Fajardo.
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