No hablar hoy de Maluma sería como no hablar hace 10 años de Kanye West, hace 20 de The Strokes, hace 30 de Sonic Youth, hace 40 de Michael Jackson, hace 50 de The Sex Pistols, y así sucesivamente. ¿Está realmente el colombiano a la altura de esos nombres hoy ya icónicos? La respuesta no es rotunda: no, pero sí. Maluma como fenómeno sociológico sí puede ser comparable al hip hop que destronó al pop en Estados Unidos, al revival garagero de principios de siglo, a la explosión indie, al pop negro de los 80 y a la sacudida del punk.
Negar el impacto de la música latina (impulsado por el reggaetón, pero amplificado por el dembow o la cumbia) es estar ciego ante la realidad. Maluma no importa sólo como creador, su figura trasciende a sus propias canciones para convertirse en símbolo de los nuevos tiempos: la reggaetonización de la industria, el auge global de la música en español, la masificación de la estética urbana, el regreso a las pistas de baile de una juventud que ha logrado despojarse de los prejuicios sexuales de los mayores.
En una época en la que el presidente del que todavía se supone es el país más poderoso del mundo insulta constantemente a los latinos, que los héroes de la nueva música en español se hayan colado en los sueños y aspiraciones de los adolescentes estadounidenses (y de ahí, al resto del planeta) debería ser una noticia que todos podamos celebrar. Otra cosa muy diferente es valorar el riesgo y originalidad de este ‘Papi Juancho’: más allá de un abultado listín de colaboradores de relumbrón (Nejo, Dálmata, Darrell, Yandel, Myke Towers, Justin Quiles…) hay pocas ideas realmente genuinas en este disco que vascula entre el sopor y el bailecito automatizado.
Esto último (y ojalá sobrara decirlo) no es una crítica al reggaetón en su conjunto sino a Maluma y más concretamente a su último trabajo. Porque, pese a lo que algunos críticos sesudos creen, no es posible reducir todo un género con dos brochazos reduccionistas como si fuera una masa uniforme. El reggaetón en 2020 es mucho más de lo que se ve en la superficie, que suele ser la parte más comercial y repetitiva, justo ahí donde juega Maluma.
José Fajardo
Inicia sesión con tu usuario Gladyspalmera o con una de tus redes sociales para dejar tu comentario.
Iniciar sesión