Tras varias colaboraciones juntos que han ido marcando el paso de una tendencia que ya es global (la recuperación de las tradiciones desde una óptica moderna, de la que ellos son pioneros), desde el seminal ‘Muévelo negro’ (2013) hasta el referencial ‘Curao’ (2017), con esta obra muestran la inabarcable diversidad de dos artistas que trascienden etiquetas sonoras y reducciones geográficas; su música, aunque nazca en las selvas y ríos de Timbiquí (el lugar de origen de Nidia Góngora, en la costa del Pacífico colombiano), y se haya grabado en el estudio de Quantic en Brooklyn, en realidad abarca todo el universo conocido.
Estas canciones resumen lo que el dúo ha ido aprendiendo (la una del otro, y viceversa) durante estos años de complicidad compartida, y muestran su habilidad para adaptarse juntos a un sinfín de registros, desde la electrónica más sutil y paisajista al ritmo en trance de los tambores afro. Para Nidia, además, es un alegato por la vida y la dignidad, por su confianza en un futuro mejor para las nuevas generaciones en su país, en una época donde la sombra de la violencia se ha vuelto a apoderar de Colombia, mientras en Cali (la ciudad donde vive) se ha convertido en el epicentro de las protestas ciudadanas por el cambio.
José Fajardo.
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