Cesária Évora nos enseñó la saudade, esa melancolía que convirtió a la morna en un altavoz del pueblo caboverdiano. Cuando la conocimos ya tenía 46 años. Dicen que los puertos son tristes, las bebidas y las mujeres baratas y que las noticias buenas o malas llegan del mar. Para Cesária, marginada en su propia ciudad, fue el lugar escogido para salir a cantar cada noche para ganarse la vida. ¿Qué mejor lugar para cantar al amor lejano, a la soledad y el abandono que el puerto de Mindelo?

Captura de pantalla 2015-06-07 a la(s) 13.19.54

Un lugar con tabernas marineras de mala muerte que abundaban en los arrabales del puerto de Mindelo, su ciudad natal en la isla de San Vicente. Su primer público fueron pescadores y navegantes varados en tierra de nadie. La tarjeta de visita personal de Évora fue y sigue siendo la morna, una fusión lírica que se debe tanto al triste fado de Portugal como al canto de los esclavos África impregnado de tristeza y pérdida.

cesaria-evora-6

Hermana de cuatro invidentes. Criada en un monasterio de monjas, allí aprendió a cocinar, lavar y planchar. Fue madre a los diecisiete años de un marinero que la abandonó. Las canciones de Évora son distintas a las nuestras, más íntimas, más susurradas. El tango, canción también de vida, está acompañado de grandes orquestas, mientras que la morna, como el fado, es una canción con guitarras, más de bares que de grandes salones. Pero los sentimientos son los mismos, sentimientos de la gente que vive en los puertos: la soledad, el amor, el abandono, la sodade.

26280-2[1]

cesaria_evora-cabo_verde-frontal

71Xof2zBmOL._SL1500_

Su suerte pronto iba a cambiar. A finales de los años ochenta su voz frágil, macerada por cada noche de tragos, llamó la atención de un operario del servicio de ferrocarriles portugués: José da Silva. Su fiel amigo y apoyo clave para presentar la morna a las grandes audiencias del mundo entero.

 

Y el resto, ya es historia grande. Porque Cesária Évora encandiló París, tan descalza como vivía en su austero hogar. Y en 1988 presentó su primer álbum, La diva aux pieds nus. De esa manera se le conoció en el mundo entero.

AuGrandRex

En 1462 en la isla no había nadie y los portugueses fundaron una pequeña ciudad. Intentaron plantar caña de azúcar pero no funcionó. La situación geográfica –un puerto escala en el trayecto desde Africa hacia América– prosperó con el tráfico de esclavos. Después no ofreció mucho más.

Captura de pantalla 2015-06-07 a la(s) 13.18.33

Allí quedaron los descendientes de los colonos y de los esclavos. Y una canción, impregnada de la tristeza de unos y otros. “En Lisboa se llora como sólo se llora en los puertos”, había dicho Amália Rodrigues acerca del fado portugués”

Captura de pantalla 2015-06-07 a la(s) 13.17.54

 

 

Cesária Évora cantaba “sin esperanza y sin ventura”, en Sao Vicente. Sus historias de decepción romántica y melancólica, calaron para siempre y fue la voz para escuchar en las noches mirando al mar.

 

Cesária Évora era una cantante única, con una personalidad arrolladora y combativa. “Nunca he compartido mi casa con un hombre, siempre viví con mi mamá. Para mí estar con un hombre es como beber agua. Te enamoras, te embarazas y ya. Me sorprenden las mujeres que permiten que los hombres las hagan sufrir sin hacerlas felices.

Comentario

Deja tu comentario