Hace siete años nació PastoJazz. Como es lógico, la intención primaria era hacer un festival de jazz latino en la ciudad de Pasto; también conocida como San Juan de Pasto, o como Villaviciosa, o como Valle de Atriz, o como San Juan Pasto Rico. Y es que tantos nombres ha tenido en su historia, como músicos importantes han nacido allí. Pasto, capital del Departamento de Nariño, frontera con Ecuador y al pié del Volcán Galeras, es cuna natural de varios de los grandes músicos que ha dado Colombia.

Pues bien, uno de ellos, de las nuevas camadas, será el homenajeado de esta edición: Javier Martínez Maya. Y la razón para que a algunos el nombre no les suene, es que este hombre ha sacrificado prestigio en pos del trabajo para otros. Siendo el músico más talentoso de su generación, se dedicó a la producción y le entregó a los estudios de grabación en Bogotá tantas gotas de sudor como otros derraman en los escenarios nocturnos.

Javier viene de una familia musical, como es de suponer. Su padre es don Fausto Martínez Figueroa, músico sinfónico y folclórico a la par, y autor de marchas, canciones, boleros y pasillos a partes iguales. Su obra póstuma, sin embargo, no fue una partitura sino un libro: La Historia de la Música en Nariño, completísimo panorama histórico de lo que ha sido este Departamento. En ese libro figuran otros dos familiares de don Fausto: su padre Joaquín Martínez, y su suegro, Jesús Maya Santacruz. ¡Cosas de familia!

En fin, que la historia de Javier Martínez Maya se podría resumir en una vasta producción e ingeniería de sonido en diferentes estudios bogotanos, pero también en una creación musical vastísima y heterogénea. En sus piezas hay pasillo, cumbia, trova, flamenco, salsa, jazz, rock, new age y, como no, los ritmos de su región de origen: bambucos, albazos y sonsureños.

Lo del jazz, que en gran medida es la razón del homenaje, está siempre presente; incluso en obras que nunca vieron la luz discográfica tal y como el las había pensado. Por ejemplo, la Nariño All Stars, suerte de reunión de estrellas, cuya idea surgió una noche en los estudios de Ingeson donde trabajaba. Pero otras si que fueron plasmadas en espacios aparentemente poco cercanos, como las producciones del Grupo Trigo Negro, especializado en música andina bailable, también creación suya.

El mismo denominaba su primer álbum, Tiempo de Carnaval en 1994, como una fusión extraña. En realidad estaba dando puntadas a lo que más tarde se extendió y consolidó como folk-jazz, y que ha tenido grandes cultores colombianos, sobre todo tríos, y populares espacios como el Festival Mono Núñez. El clásico Entre Dos Aguas, de Paco de Lucía, era una muestra evidente de ello, así como los porros, gaitas y cumbias tocados con charangos y quenas con los que rendía tributo a Lucho Bermúdez (Recordando a Lucho).

Trigo Negro dio paso con el tiempo a Sol Barniz, y este rompió todos los esquemas musicales en los Carnavales de Blancos y Negros. Pero esa es una historia paralela a esto que nos ocupa, PastoJazz.

Las músicas del mundo

Decíamos que el origen fue un festival de jazz latino. Pero el devenir de los tiempos y la intención de contrastar con los otro otros festivales de jazz colombianos, cada vez más inclinados hacia el jazz afrocubano, hicieron que Juan Carlos Santacruz, su director, pensara en las músicas del mundo. Ese devenir de los tiempos era eso: el que casi todos los grandes festivales especializados en el orbe se han vuelto eclécticos. Con justa razón, además, porque es necesario atraer a más gente y más artistas itinerantes, y porque la globosidad moderna ha hecho que todo sea susceptible de estar mezclado.

Esta séptima edición nos permite disfrutar de tal eclecticismo en el Teatro Javeriano. Veamos.

El evento abre el 12 de septiembre con Rosario Giuliani, saxofonista italiano muy free pero también muy boop, en la onda de Phil Woods y con una claridad instrumental a toda prueba. Bien mirado el cartel de PastoJazz, esta es la muestra más clásica.

Pero ese día también se presenta el Quinteto Leopoldo Federico, que ya rompe esquemas con su sola denominación de origen: no es argentino, es colombiano, y no hace tango tradicional, sino tango con variaciones en torno a la música suramericana y al jazz.

Al día siguiente, el 13, está prevista la presentación de Dida Pellet, israelí, pero de la escena neoyorquina y capaz de enlazar un jazz muy íntimo con el Indie, o lo que es más complejo: el blues tipo jazz con el blues como género particular. Y, claro, con influencias de un lado y otro, pero curiosamente de un trompetista, Roy Hargrove.

El 14 entran en escena dos miradas nuevas. Por un lado, Fatua Trío, la apuesta pastusa del festival y cuya definición la hizo Miguel Camacho hace algún tiempo: “En Fatua se conjuga la excelencia en la composición con el virtuosismo en la ejecución; sus tres integrantes saben de sobra que el escenario que les ofrece su agrupación no les impondrá límite alguno y tal vez por eso se sienten, se ven y se oyen a sus anchas, haciendo de la batería, el bajo y el piano más que instrumentos, los territorios sobre los cuales respiran libres”.

Y por otro lado el organista suizo Frank Salis y su trío. Blues, por supuesto, y soul, como no; porque el órgano que interpreta es un Hammond, quintaesencia de una época y un estilo, y sonoridad afroamericana donde las haya. El Hammond es el jazz funk, basado en una amplificación de doble vía, y Frank Salis lo maneja como los dioses.

El cierre del festival está a cargo del cuarteto holandés The Ploctones, lo más ecléctico y free de la programación con guitarra, bajo, saxo y batería. Ecléctico, pero con inclinaciones hacia el rhythm and blues y el blues.

Y a continuación la Real Charanga, producto de la gran tradición charanguera salsera colombiana, y una de las agrupaciones líderes de la nueva salsa bogotana junto a La 33, Calambuco, La Conmoción y Kimbawe. La Real Charanga, bajo el mando de la familia Díaz, se hizo famosa por su poderoso tema Inspector Charanga, basado en el clásico A Shot in the Dark de Henry Mancini, que dio alma sonora al inolvidable personaje cinematográfico y de cartoons Inspector Clouseau. Pero su álbum más reciente, Real Groove, es una suerte de variación rítmica que acerca lo afrocubano a lo afroamericano, el jazz al soul, el R&B a la salsa, el swing al sabor.

PastoJazz 2017 es en si mismo un tributo a Miguel Camacho Castaño, su sapiente maestro de ceremonias, quien falleció hace pocas semanas. Miguel era uno de los mayores especialistas en jazz, jazz latino y jazz colombiano, y un enamorado de la ciudad de Pasto. Su pérdida difícilmente será reemplazada.

Radio Gladys Palmera
ha preparado una sesión especial con la música de todos los artistas invitados:

José Arteaga

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SOBRE MIGUEL CAMACHO
SOBRE LA REAL CHARANGA
SOBRE EL TEATRO JAVERIANO
SOBRE PASTOJAZZ 2016: https://gladyspalmera.com/tomandole-un-pulso-al-mundo/
SOBRE PASTOJAZZ 2015: https://gladyspalmera.com/danilo-perez-y-pastojazz-2015/
SOBRE PASTOJAZZ 2014: https://gladyspalmera.com/un-compas-natural/
SOBRE PASTOJAZZ 2013: https://gladyspalmera.com/lo-que-hay-camino-de-pasto/
SOBRE PASTOJAZZ 2012: https://gladyspalmera.com/homenaje-del-jazz-a-edy-martinez/
SOBRE PASTOJAZZ 2011: https://gladyspalmera.com/primer-pastojazz-musicas-del-mundo/

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