Carolina Camacho

La Ciudad Colonial de Santo Domingo, conocida como la Zona Colonial, o simplemente La Zona, es la demarcación que contiene las primeras casas y calles de la Ciudad de Santo Domingo, trasladada donde hoy se encuentra en 1502. Visitarla es una experiencia inolvidable, sobre todo al tener contacto con el arte, a través de una arquitectura renacentista imponente, artes visuales en general en diversas galerías de arte, y contacto con la música en las calles, en esporádicos conciertos en plazas, o entre la cotidianidad de los bares.

El entorno musical de la Zona Colonial es muy diverso; sin embargo, en él siempre ha sobresalido una contracultura que, desde hace años, se viene enfrentando a los cánones de la industria, intérpretes que presentan una propuesta muy local y muy global. Son muchos los que tienen su residencia en este lugar, cuyos monumentos son testigos de sus primeros flujos de inspiración, y de la interpretación final.

La Ciudad Colonial de Santo Domingo es a la escena alternativa dominicana, lo que es Bourbon Street a los músicos de jazz y sus variantes en Nueva Orleans. Es santuario de creación y vitrina que desde hace tiempo los presenta y expande.

A principio de 2020, medios escritos resaltaron los logros de la llamada música alternativa dominicana durante el 2019: más de 20 producciones lanzada al mercado y alrededor de 170 conciertos, siendo Santo Domingo y Santiago de los Caballeros los grandes focos. Son números que dan fe del crecimiento, que muestran que lo underground de La Zona ha quedado en el pasado.

No se trata de un género, es una escena, se leía en el titular de una nota que se refiere a un movimiento que ha registrado un gran crecimiento en los últimos años, una corriente que, a partir de la fusión ha desplegado géneros y estilos como rock, pop, indie, electrónica, hip hop, merengue, son, bachata, zarandunga, gagá, congos, reggae, spoken word y jazz, entre otras expresiones contemporáneas, populares y tradicionales.

Hoy se habla de varios sonidos, diversas propuestas como las de Nikola, Pororó, La Marimba, Vic Contreras, Solo Fernández, Merlis Camilo, Charles Lavaigne, Bonnet, Kashmir, Mamey, Círculo Alter, Franklin Calderón, José Luis Freitas, Dkano, Hedrich Báez y La Juntiña, Alfredo Balcácer, entre otras. Estas se combinan con unas más que ya han traspasado las fronteras dominicanas: Josean Jacabo y Tumbao, Vicente García, Yasser Tejeda y Palotré, Mula, Alex Ferreira y Carolina Camacho, entre otras. Y con otros exponentes que, aunque no son los pioneros, son considerados los hermanos mayores: Rita Indiana (también de alta proyección internacional), El Hombrecito, El Gran Poder de Diosa. Y veteranos, hijos del decenio de los años 80, que se mantienen vigentes: Xiomara Fortuna, Toné Vicioso y Aunbata y José Duluc.

Con esta muestra se refleja el vigor de un ecosistema sonoro que nació y vive en la ciudad primada de América y se ha expandido por toda la isla y fuera de alla. Es un movimiento artístico que no se detiene, que urga en las raíces dominicanas, del Caribe, y también en toques y cantos de muchas partes. 

Todo el esplendor que hoy se exhibe, trae consigo episodios que le anteceden, y que han permitido que camine sobre terreno sólido. Entre muchos, los siguientes son momentos que se destacan.    

Los inicios de la fusión entre lo contemporáneo y la tradición tiene un importante capítulo en los años 70.  Las anécdotas de Macho, un sastre de un barrio de la parte norte de Santo Domingo que, en sus días libres caminaba hacia la Zona Colonial a ver películas en el cine Colón, permiten construir los hechos.

Con alto entusiasmo, Macho contaba sus experiencias luego de salir del cine, mientras caminaba por las calles de La Zona. Entre reflexiones comparaba lo que hoy llamamos world music con la labor de un grupo de jóvenes “zoneros” (que hacía vida en La Zona) que se internaban en los campos dominicanos y, a pulso de guitarra, recogían patrones rítmicos interpretados con tambores y otros instrumentos de percusión; o que pisaban acordes de una canción de Bob Dylan, con algún cordófono criollo encontrado en sus aventuras. Eran estudiantes universitarios, luego llegaron otros que, mojados del folk estadounidense y de la canción de protesta latinoamericana, habían decidido ir tras su identidad.

Y eran tiempos de sed de libertad, en todos los sentidos, con una Guerra Fría incidiendo en todo, y en todos, y con los doce años de mandato presidencial de Joaquín Balaguer (1966-1978), -que dejaba atrás la terrible Tercera República, pero donde se coartaban derechos ciudadanos-, marcando el escenario local. En ese contexto, la música fue el vehículo que ayudó a que el dominicano común entendiera que la libertad de expresión, entre otros derechos, no era tal.

Estas líneas quedarían truncas sin la mención de 7 Días con el Pueblo, un festival, nombrado político-musical, realizado entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre de 1974, convocado por la Central General de Trabajadores de la República Dominicana. De eso también hablaba Macho. Siempre se refirió a esos cinco conciertos masivos realizados en Santo Domingo, Santiago de los Caballeros y San Pedro de Macorís, los que representaron un grito ante la represión de esos años. En dicho encuentro participaron grupos que son considerados el antecedente más cercano a la explosión de fusión que inició en el universo urbano de los años 80, ese que luego fue experimentando cambios hasta constituirse en la escena alternativa de hoy.

Esos grupos eran Nueva Forma, Convite, Presencia Generación y Alta Voz, quienes compartieron escenario con intérpretes establecidos: Johnny Ventura y Cuco Valoy; y con artistas extranjeros procedentes de muchos lugares: Danny Rivera, Antonio Cabán Vale El Topo, Lucecita Benítez y Estrella Artau de Puerto Rico; Silvio Rodríguez y Noel Nicola de Cuba; Mercedes Sosa y Bernardo Palombo de Argentina; Víctor Manuel, Ana Belén y Francesc Pi de la Serra de España (aunque se presentaba como de Catalunya); Los Guaraguao de Venezuela; Roberto Darwin de Uruguay y Guadalupe Trigo de México.  

Ya en los años 80 se registra el más alto boom de popularidad del merengue dominicano. Las figuras de los cantantes se colocaron en primer plano, al margen de la orquesta. Fue un género mimado por la industria de la música de la época, gracias a que se convirtió en la oferta latina número uno de Nueva York, ciudad que lo visibilizó, y desde allí se convirtió en la sensación en toda América Latina.

La oferta tenía entre sus actores a músicos que venían del rock, del jazz, que fueron parte de ese mencionado mundo experimental del decenio anterior. Muchos de esos músicos, además de destacarse en el merengue, se mantenían activo en su ambiente. Un ejemplo claro, el mejor, es el de Luis Días (1952-2009), bujía inspiradora de esta escena emergente.  

Luis Días, también conocido como El Terror, venía de ser parte de Convite, agrupación que recogió expresiones musicales del todo el territorio nacional dominicano. Posteriormente, en 1978, experimentó con fusión entre jazz y folclore antillano, con el grupo Madora. En los años 80, incluso desde antes, se destacó con compositor de merengues que hoy son considerados clásicos: La Pringamosa, que hizo popular Wilfrido Vargas y sus Beduinos; El Guardia del Arsenal, en manos de Dioni Fernández y El Equipo; El Carrito, de July Mateo Rasputín; Marola, de Sergio Vargas; Los Moquitos Puyan, de Caqui Vargas, entre otros. Además, es autor del más emblemático merengue dedicado al carnaval dominicano: Carnaval o Baile en la Calle, primero grabado en 1984 por él y Sonia Silvestre, con ciertos sonidos que delatan su trabajo antropológico, y un año después popularizado por Fernando Villalona.

En 1985, este tema fue grabado por Cuco Valoy, quien lo adaptó al ambiente del Carnaval de Barranquilla, convirtiéndolo en banda sonora de esa celebración. Cabe destacar su álbum de merengue Luis El Terror Días de 1984, con ocho temas, de los cuales destacan Liborio y Ay Ombe, este último recordado por una producción audiovisual muy difundido en la televisión dominicana.  

Paralelo a este prolífico trabajo alrededor del género de la güira y la tambora, Luis, también reconocido como figura icónica de la Ciudad Colonial, venía experimentando con la que, para esa época, era llamada despectivamente “música de amargue” y bachata. Para finales de los años 80, dicho experimento coronó con el álbum Yo Quiero Andar, de Sonia Silvestre, con composiciones de Días (Mi Guachimán, Andresito Reyna y Yo Quiero Andar), y donde la bachata se fusionó con elementos de otras músicas como el rock y el pop de la época.

A partir de 1982, y luego de vivir un par de años en Nueva York, lideró el grupo Transporte Urbano, formado junto a Juan Francisco Ordoñez (guitarra), Héctor Santana (bajo), Guy Frómeta (batería), José Duluc (percusión) y Bruno Ranson (saxofón). Esta agrupación le permitió expresarse con libertad a partir del rock y expresiones autóctonas dominicanas. Con esta formación musical se recuerdan emblemáticas presentaciones en Las Ruinas de San Francisco en la Ciudad Colonial, monumento que una vez fue el Monasterio de San Francisco, el primer monasterio del nuevo mundo, construido entre 1508 y 1560.

El entorno musical de la Zona Colonial es muy diverso, de allí la variedad de sonidos que se encuentran en esta playlist plagada de mensajes sobre la condición social y la esperanza. Se incluye al Grupo Nueva Forma y el recuerdo de su paso por el festival 7 Días con el Pueblo en 1974.

Playlist

1. Grupo Convite (Canta Luis Días) - Coplas del Viento
00:00:11
2. Grupo Nueva Forma - La Canción Debe Ser (live 7 Días con el Pueblo)
00:03:06
3. Luis Días y Transporte Urbano - Mañana por la Mañana
00:05:22
4. Sonia Silvestre - Mi Guachimán
00:08:55
5. Xiomara Fortuna - De Melao, de Ron, de Caña
00:12:08
6. El Gran Poder de Diosa – Moriviví
00:15:59
7. El Hombrecito - Mi Mamá no me Bailó
00:20:36
8. Carolina Camacho - Las Espinas
00:25:58
9. MULA - Espejos en la Azotea
00:30:37
10. Xiomara Fortuna y Sinhora Band - Rosa y Azul
00:33:30
11. Vicente García - El Reperpero
00:37:34
12. Rita Indiana y Los Misterios - La Hora de Volver
00:40:58
13. La Marimba - Para no Olvidar
00:44:20
14. Luitomá – Altar
00:47:07
15. Eddy Núñez - El Canto de la Tierra
00:50:45
16. Carolina Camacho – Tingó
00:54:31

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